Los vecinos que viven en las últimas manzanas del barrio Félix Bogado además de padecer durante tres años por un basural a cielo abierto, que ahora tienen a media cuadra de sus hogares, también son víctimas de robos y arrebatos y por eso esta semana les instalaron una cámara de video vigilancia en una de las esquinas. Eduardo y Gloria son un matrimonio que vive en la manzana H de ese barrio desde hace 19 años. Contaron que el basural apareció en 2012 frente a su casa, cerca de una “tosquera” donde el dueño del terreno permitió que se tiren los desperdicios. En aquel momento la comisión vecinal, que era presidida por Ramón Bustos, logró erradicarlo. Pero lentamente los vecinos de los barrios aledaños, más los que llegaron con sus camionetas desde otros puntos de la ciudad, lo resucitaron a media cuadra de allí, sobre la calle que une el Félix Bogado con el Padre Mujica.
“Nosotros llegamos a vivir al barrio en el año 1995, pero el basural se armó de nuevo cuando entregaron los barrios nuevos (Néstor Kirchner y Padre Mujica). Antes lo teníamos acá en frente, pero logramos que lo limpiaran. Ahora empezaron a tirar a media cuadra, por la calle de tierra. Y cuando hace calor, acá no se puede estar por el mal olor. ¡Hasta animales muertos tiran ahí!”, dijo Eduardo.
El hombre contó que “han venido de la Municipalidad varias veces a limpiarlo, nos hemos reunido con los funcionarios en esta misma esquina, pero a la semana ya vuelven a traer escombros, ramas y desperdicios. Es la misma gente de estos barrios y otra que viene de afuera. Alguna vez que hemos visto a algunos que vienen con una carretilla le decimos que no la tiren ahí, pero es para terminar discutiendo”. Mientras el vecino contaba sus peripecias señalaba cómo en la vereda de enfrente, desde una de las casas linderas se amontonaban escombros y desperdicios de la obra de refacción que el propio frentista realizaba en su casa. “Antes era peor porque lo teníamos enfrente. Después pusieron un container, pero como no lo desagotaban muy seguido se terminaba llenando y la gente seguía tirando alrededor. Era lo mismo que lo dejaran en el campo. Gracias a eso mi casa ahora está llena de roedores, alacranes y hasta una víbora se nos metió una vez por los desagües”, se quejó Gloria. La mujer contó que la recolección de residuos domiciliarios se cumple, “pero nunca se llevan las ramas o los escombros”, aclaró.
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