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Una campaña para recordar

Por redacción
| 31 de mayo de 2015

La cosecha de soja entró en la recta final con rindes extraordinarios, que batieron todos los récords, y configuraron una campaña inolvidable para los productores de San Luis, por lo menos en lo agrícola. Con una superficie total de 180 mil hectáreas sembradas, el rinde promedio ronda en los 3.100 kilos, mil más que en 2014. Las generosas lluvias de febrero, sumado al retraso de las heladas, hicieron que los lotes débiles resurjan, los buenos exploten y que casi no hayan quedado potreros sin levantar.

 


Pero la actual campaña dejó algo más, fue una bisagra porque preparó a los productores para el escenario complejo que se delinea para el próximo año. Porque con el descenso estrepitoso de los precios, que pasaron de un año a otro de aproximadamente 2.600 a 1.900 pesos la tonelada para la oleaginosa, la multiplicación de los rindes salvó parte de las cuentas, aunque de todas formas algunos ganaron más en 2014 que en la campaña actual.  

 


La tendencia fue nacional. En general, todas las regiones agrícolas del país superaron sus propias marcas. Y con una recolección del 89,5 por ciento de la superficie apta -más de 17 millones de hectáreas- el rinde promedio nacional está en los 33,4 quintales por hectárea, algo que hizo elevar las proyecciones a un volumen total que pasará las 60 millones de toneladas.

 


Así lo aseguró la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que entre otras cosas detalló que en San Luis ya se levantó el 90 por ciento de la soja, unas 156 mil hectáreas, y que aún restan por trillar otras 20 mil.

 


El rinde promedio lo ubicó en los 31 quintales, dos quintales y medio por debajo del nacional, pero por encima de los históricos de la provincia, que en los últimos años han ido en ascenso. En 2014 el rendimiento promedio fue de 2.100 kilos por hectárea, en 2013 fueron de 1.739 kilos, y en 2012 apenas 1.300. Quizás el único año similar fue 2007, cuando el prorrateo quedó en 29 quintales por hectárea.

 


Una gran campaña

 


Una de las razones que ayudaron para arrojar este superávit fue el aguacero que inundó el calendario de febrero. Los regímenes en el cordón agrícola central estuvieron alrededor de los 350 milímetros, al igual que en el noreste, en zonas como Tilisarao o Naschel, y en la periferia tampoco anduvieron nada mal.

 


 “Para la soja, febrero es clave porque es cuando se determina la cantidad y el peso de los granos. Por eso las lluvias de ese mes fueron importantísimas en el rendimiento final”, explicó Guillermo Ordóñez, ingeniero agrónomo y productor de esa zona.

 


Las temperaturas también ayudaron. “El atraso de la fecha de la primera helada, que fue el 2 de mayo, dio lugar a que siembras tardías y lotes resembrados pudieran terminar de completar el ciclo del cultivo sin comprometer el llenado de los granos”, explicó Ramiro Gonçalvez, otro ingeniero que trabaja en la región central.

 


No tuvieron la misma suerte las siembras tempranas que durante diciembre sufrieron heladas insólitas para esos días, y además granizo. Quizás eso explica la variabilidad de rindes y por qué zonas agrícolas buenas no dieron su máximo potencial.

 


Más allá de esto, en el trazado final esta campaña provincial dejó otra sorpresa porque sobrepasó los promedios de zonas muy buenas a nivel nacional.  Según las estimaciones del PAS, en el noroeste el promedio está en 26,5 qq/has, en el noreste en 20,1 qq, en tanto en el centro de Buenos Aires quedó en 25 y en el sudoeste y sur de La Pampa en 17 y en la Cuenca del Salado quedó en 29,8 qq/has, todas por debajo de los 31 quintales de la provincia. Si bien no fueron números absolutos, marcan una referencia a tener en cuenta.

 


“En la provincia hay zonas muy buenas como El Amparo, La Petra o Cuatro Esquinas que pueden superar los rindes del sur de La Pampa, el NOA y el NEA. Sin embargo, hay otras regiones con suelos más débiles que sacaron rindes iguales de buenos y que aportaron en número al volumen total de la provincia”, estimó Ordoñez sobre las posibles razones que puedan explicar esa situación.

 


Para el productor, la razón una vez más está en las lluvias, porque el aumento generalizado estuvo basado en una característica del cultivo de soja, “que utiliza el mismo paquete tecnológico de fertilizantes y semillas, ya sea para obtener 2.000 kilos como 6.000”. Los rindes de ahí en adelante dependerán una vez más del agua.

 


En campos de Charco de los Perros, de Eleodoro Lobos, Granville y Juan Llerena, por ejemplo, se obtuvieron excelentes resultados que en muchos casos alcanzaron a los de la zona núcleo de San Luis. Puntualmente, Charco de los Perros dio rindes de 28 quintales para la soja, con pisos de 12 por el granizo y techos de 45 en determinados bajos. 

 


Eleodoro Lobos, Granville y Juan Llerena según datos de la consultora, también tuvieron un gran año, dado que superaron su propio promedio de 18 quintales y obtuvieron 30 quintales promedio. “Tuvieron pisos de 12 por el granizo y topes que superaron los 40. El ritmo de cosecha se dio en condiciones normales y sin apuros por vainas abiertas”, comentó Gonçalvez. Y agregó que los rindes de soja para la zona central, que abarca El Amparo, Cuatro Esquinas, La Petra y La Cumbre, en donde el promedio histórico es de 24, un número que superó con creces esta campaña y que ubicó el promedio en 31 quintales, con pisos de 12 por la caída de granizo en diciembre y techos de 46 quintales en determinados lotes.

 



Detrás de las luces, las sombras

 


La contracara de esta campaña está en los precios de la soja, que en el último tiempo se desplomaron: de mayo de 2014 al de 2015, la tonelada pasó de aproximadamente los 2.600 a 1.900 pesos. Así, el aumento de los rindes de cosecha en algunos casos llegó a cubrir el descenso en los valores, pero en otros no: “De todas formas se agradece el aumento de la cosecha, porque de haber salido un rinde normal la situación hubiera sido más complicada y muchos habrían quedado en el camino”, opinó Ordoñez, quien aclaró que lo bueno fue que casi no quedaron lotes sin cosechar.

 


Los números son relativos. Según comentó Ordoñez, socio de la empresa Granos del Oeste, este año sembraron cerca de 1.000 hectáreas en distintas zonas de San Luis. Los peores lotes los tuvieron en sus mejores zonas y viceversa. Aún así, con la cosecha en marcha obtuvieron alrededor de 27 quintales promedios por hectárea, cuatro quintales por encima de su promedio, el 9 por ciento más, que igual  no llega a cubrir el descenso de precios que fue de un casi un 30 por ciento.

 


Encima, las perspectivas de que los precios suban son desalentadoras. Los récords de cosecha no sólo fueron en Argentina sino en Brasil y Estados Unidos. Hay stock de sobra por donde se lo mire. “El horizonte de precios es bajo, los costos han subido y la brecha de ganancias se achica. Hoy tenemos 18 quintales de costos con cosecha incluida, más el alquiler que en porcentaje ronda en el 25 por ciento.El costo total te queda en 24 quintales, o sea nuestro promedio”, explicó sobre las cuentas que se verán la próxima campaña y el escenario que se avizora: menos alquileres, menos rentabilidad, que significan menos agricultura por lo menos en la provincia de San Luis.

 


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