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La frontera agrícola avanza hacia el oeste

Por redacción
| 19 de julio de 2015
"Los animales son selectivos. Lo que no comen, como la paja amarga, gana terreno sobre otras especies de alto valor forrajero".

En los últimos años, la Provincia de San Luis ha crecido a un ritmo vertiginoso en cuanto a nivel de desarrollo económico, principalmente en materia de agricultura y ganadería. Esta modificación positiva está relacionada, en parte, con el corrimiento de la barrera agrícola hacia el oeste de la Argentina, según  lo explica el ingeniero agrónomo Enrique Ocampo, investigador y docente de la Universidad Nacional de San Luis.

 


“Mi trabajo está relacionado a la biodiversidad. Haciendo foco en la vegetación nativa, San Luis es una provincia con detalles muy particulares de una zona llamada semiárida porque tiene como característica un bajo nivel de precipitaciones. Esto hace que el suelo  sea sensible a erosiones, lo que obliga a mantenerlo siempre protegido. Las lluvias están muy concentradas  en primavera y verano, en tanto que la época de sequía dura casi todo el  invierno. Todo esto es lo que hace que las características de la provincia sean muy particulares”, comienza explicando el docente.

 


“En la década del '70 yo viajaba hacia el sur por la vieja ruta 148 y toda esa zona estaba cubierta por vegetación natural, o pastizales naturales. Esa vegetación nativa tiene ventajas muy importantes para la protección del suelo, ya son plantas adaptadas al clima de la provincia y deberíamos haberlas mantenido. Por una serie de avances de diferente índole eso ha ido cambiando, hoy si hacemos ese mismo viaje por la ruta, que es la actual autopista 155, toda la vegetación natural ha sido reemplazada por cultivos de cosecha que con el tiempo se han ido agregando a todas las zonas de San Luis. Al principio eran para consumo animal y hoy ya son producciones grandes; en los '70 era sorgo, girasol y muy poco maíz; hoy se hace de todo”, asegura Ocampo.

 


El crecimiento de la agricultura en estas zonas también se debe a que con los adelantos genéticos se han obtenido variedades comerciales adaptadas al clima de San Luis, que tiene heladas y bajas precipitaciones, para colmo concentradas en poco meses. Por fortuna, actualmente se pueden producir esas mismas especies con menos agua, eso también favorece la práctica agrícola.

 


De la ganadería al agro

 


“Hace 30 años esa vegetación autóctona era utilizada para alimentar al ganado de cría, que no era demasiado numeroso. Por otro lado, en el oeste de la provincia siempre hubo mucha vegetación nativa, por eso a medida que los productores cambiaron del negocio ganadero al agrícola, esos rodeos han ido ganando terreno hacia el oeste y el sur. La obra llamada Acueducto del Oeste fue sumamente importante desde el punto de vista económico, pues hace varios años uno de los problemas principales era la falta de agua para el ganado, esta obra llevó agua a esas zonas y potenció la cría. Y con el alimento no hubo problemas, porque sigue siendo la vegetación natural que ha crecido durante décadas”, comenta el especialista.

 


Claro que no toda la hacienda marchó rumbo al oeste, lo que quedó también necesitaba alimentarse de alguna forma, por eso es que se comenzó a plantar y después de un tiempo esos suelos que fueron usados para cultivos deben ser protegidos y cuidados, porque es necesario cuidar el equilibrio de la naturaleza. Desde el año '50 hasta el 2010 se han perdido un millón de hectáreas de vegetación natural, que fueron reemplazadas por cultivos para finalidad ganadera, según datos extraídos del Atlas de la Provincia de San Luis editado en 1994.

 


“El hecho de que la frontera agrícola se haya desplazado hasta los límites de San Luis, siempre mirando desde Buenos Aires, también tiene que ver con  la moderna tecnología en maquinaria utilizada para la siembra en zonas marginales. Labranza mínima, siembra directa y otros avances fueron modificando en diferentes niveles económicos a las zonas afectadas y también el paisaje circundante.

 


La ganadería se ha desplazado hacia el oeste porque en esas zonas la vegetación nativa y los pastizales tenían una condición de buena a excelente. Pero atención, porque si los animales se alimentan de esos pastizales comienza a haber problemas, no tiene que ver con el desmonte, porque eso está regulado por la Ley de Bosques, a  lo que me refiero es que el mal uso de la vegetación hace que con el tiempo tienda a desaparecer. El exceso o mal uso con ganadería de cría impide una evolución normal de esas especies, entonces entran en peligro de extinción por el exceso de alimentación de animales ajenos a su hábitat histórico”, advierte.

 


Recurso no renovable

 


Entre otros factores, el ganado come demasiado seguido y las especies vegetales no pueden completar sus ciclos. Uno de ellos es la floración o etapa reproductiva, creación y distribución de semillas, que se hace de forma natural, pero tarda mucho más tiempo, aproximadamente cinco años. Los animales son selectivos, primero consumen especies deseables y las que no utilizan los animales se ven favorecidas en una competencia desigual. Pueden completar su ciclo sin inconvenientes y se transforman en especies invasoras, ocupando el lugar de alto valor forrajero que utiliza el ganado en el sur de la provincia. “El ejemplo es la paja amarga, que se ve favorecida en donde están los medanales del chañar, que es una zona de pasturas y cría por excelencia. El avance de la paja amarga va reemplazando algunas de esas especies de buen valor forrajero como pollia yugularis, pollia luminosa  y otras afrechillas. Y si no desaparecen, tienden al menos a  disminuir su densidad. Si seguimos de esta manera los inconvenientes se verán en un par de años”, pronostica Ocampo con preocupación.

 


“Trabajo sobre la vegetación natural desde el año 1979, desde mi punto de vista la zona centro-oeste del país no es apta para cultivos de cosecha, es un suelo arenoso que al ser desmontado sufre de erosión, son suelo livianos, si le quitamos la cobertura natural serán proclives a erosiones o voladuras que se manifiestan sobre todo en la época de vientos, que en nuestra provincia son muy frecuentes”, analizó.

 


—¿Cuál es la función de los pastizales naturales ?

 


—Son importantes porque son los encargados de estabilizar el clima en la Tierra, protegen la diversidad biológica, mantienen la diversidad estructural de las comunidades. Además, los ambientes naturales sirven para preservar nuestra calidad de vida social y económica. Últimamente se prestan para el desarrollo de turismo aventura, turismo ecológico y avistaje de fauna y flora.

 


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