El valor agregado es la clave para el maíz

Con el maíz como punto focal de la producción agroindustrial más algunas pautas de la resurgente actividad ganadera argentina, la empresa Glucovil, que está instalada en el parque industrial de Villa Mercedes desde hace 30 años, organizó la quinta jornada “La Agroindustria en la cadena alimentaria”. Las conferencias, que tuvieron como sede el hotel Epic, arrancaron a las 14:30 y tuvieron al mercado del maíz, las diferentes utilizaciones del grano y al ganado bovino como principales temas de discusión. Estuvieron a cargo de siete disertantes que llegaron desde San Luis, Córdoba y Buenos Aires, quienes hablaron ante un auditorio ávido por conocer las nuevas tendencias, que estuvo compuesto por varios productores de todas las regiones de la provincia, sobre todo de quienes tienen campos de Villa Mercedes hacia el sur, más los alumnos de las escuelas agrarias de la ciudad y de Justo Daract.

Andrés Oyaneder, de Glucovil, explicó que ellos compran maíz de la zona y exportan a tres continentes los productos terminados. Es la única manera de poder crecer.

La bienvenida a la convocatoria la dio Francisco Masferrer, el gerente general de la compañía maicera que hace un par de años concretó una alianza estratégica con la norteamericana Cargill, quien se mostró “orgulloso de seguir presentando trabajos de profesionales muy buenos”, pero también bastante crítico con las políticas actuales: “Si no se entiende que con el campo, la industria y las economías regionales se construye para la Argentina de la educación y el futuro tenemos un problema muy serio. En nuestra zona el polo de producción primaria de granos, de carnes e industrialización es muy importante. La ganadería tiene que ser una herramienta de gestión y rentabilidad, creo que hacia allí debemos ir. Pero somos optimistas y realistas”, consideró.

El maíz tiene usos múltiples

La primera disertación, denominada “Inocuidad y seguridad alimentaria”, estuvo centrada en las etapas que atraviesa el maíz antes de llegar a la mesa de los consumidores. Primero el supervisor de asistencia técnica de la planta, Andrés Oyaneder, hizo una introducción sobre la cantidad de alimentos y elementos en los que están presentes los diferentes componentes del grano, como el almidón en los fiambres y el papel; y los jarabes en las gaseosas, aguas saborizadas y la fabricación de cerveza. Glucovil produce alrededor de 100 toneladas de jarabe que conforman el 15 por ciento del total de las bebidas para endulzar.

“Procesamos sólo maíz y de él surgen todas estas cosas que se consumen como producto final transformado. Mientras más valor agregado podemos añadir, seremos más competitivos internamente y en el mundo. La empresa consume maíz de la zona en la gran mayoría y envía productos a Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Ecuador, África y el sudeste asiático. Estamos convencidos de que el aporte de cada uno en la cadena de valor hace importante al compromiso propio de defender la teoría de que lo que se hace en el campo repercute en la industria y al final tiene un resultado que debería ser siempre positivo en nuestra casa”, señaló Oyaneder.

En referencia a la seguridad alimentaria, el ingeniero Mario Aguilera Merlo expuso sobre las evaluaciones que realizan a los productos para asegurar la calidad. “El concepto básico que tenemos que llevarnos es que debemos sacar de la planta alimentos básicos que no pueden afectar a la salud del consumidor”, subrayó. La elaboración está regida por varias normas que apuntan a conservar la inocuidad.

Merlo presentó las etapas y procesos que atraviesa el maíz y sus derivados para llegar a la mesa de los consumidores: desde el cultivo, el primer procesamiento en la planta, la producción secundaria del alimento y el consumidor y las medidas de seguridad que ponen de barrera para minimizar riesgos, como fue el control de micotoxinas en aflatoxinas. “Implementamos un control a cada uno de los camiones, hablamos de 12.500 al año, que hicimos mediante la técnica Elisa, un ensayo rápido de diez minutos en la que determinamos si cumple el compromiso del productor que rubrica en el contrato de compra, de entregar maíz libre de aflatoxinas.

Los resultados de la cosecha 2013-2014 arrojaron que recibimos 295 mil toneladas libres y rechazamos otras 354. En la campaña 2014-2015 el nivel de aflatoxina bajó bastante, a apenas 70 mil toneladas, y también disminuyó el de micotoxinas dentro de los productos rechazados.

Esto nos permite tomar una decisión sobre las calidades que recibimos, dado que las exigencias son mayores. En esta jornada nos llevamos la fumonisina como trabajo para desarrollar en el próximo ejercicio”, concluyó el ingeniero.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de San Luis tuvo dos representantes, el ingeniero Carlos Frasinelli y el licenciado Francisco Manazza, quienes expusieron un proyecto que llevaron a cabo sobre el “Uso de gluten feed en recría de bovinos”. El gluten feed es uno de los coproductos que Glucovil genera, aproximadamente 9 mil toneladas por mes. “El hecho de hacer recría con materia prima traída desde afuera nos libera tierra para otra cosa. El ensayo lo hicimos en el INTA después de preguntarnos si afectaba la calidad de la carne y si podía conservarse en el campo por un periodo largo de tiempo”, adelantó Frasinelli.

El proyecto involucró a varias empresas (Ser Beef, Cactus, Glucovil, Marfrig Group, entre otros), trabajaron con más de dos mil animales y utilizaron cerca de 2. 400 toneladas de gluten feed húmedo que almacenaron en silo bolsas (en el ensayo llegaron a los 226 días) o cercado con piso de plástico y recubierto de la lluvia y los pájaros.

“En la medida en la que aumentamos el gluten feed en la dieta hasta un 70 por ciento, la ganancia de peso disminuye pero poco, no marcadamente. Hasta ese porcentaje de inclusión en la ingesta estamos arriba del kilo diario, y esto reemplazando el maíz en ensayos de corral”, sostuvo el ingeniero.

En otra de las pruebas dieron el coproducto únicamente hasta 300 días, a partir de los 120 kilos. Cuando alcanzaron los 300 kilos, iniciaron la etapa de engorde. “Las ganancias obtenidas resultaron 532 gramos por día, en 25 días, con una conversión de 6,7 kilos. En los 63 días finales, agregando maíz, los que recibían una base de 70 por ciento de gluten en base seca ganaron 1,88 kilo y los que tenían más granos, 1,234”, agregó.

Manazza disertó sobre el impacto físico y económico en el sistema de producción como alternativa para intensificar el uso del suelo ganadero en un sistema mixto. La primera conclusión que hallaron fue que “la relación de precios entre productos agrícolas y ganaderos permite identificar que la intensificación de la base de la invernada con el coproducto de reducir la superficie ganadera aumenta la eficiencia del uso del suelo en el sistema productivo en su conjunto. El gluten feed no altera los costos, por kilo los costos son similares: 10,30 pesos y 9,98 con la alimentación tradicional”, aseguró.

Otra de las conclusiones a las que abordó el licenciado en Economía es que “aporta flexibilidad y asegura calidad en la alimentación. El limitante que tiene es el flete, porque hoy los costos están muy altos, lo que incrementaría el valor del producto alimenticio, más aún en las zonas alejadas de las industrias que lo elaboran”.

El final de la jornada llegó cerca de las 20, cuando entregaron los certificados a los cerca de 120 asistentes entre productores de maíz, técnicos e ingenieros, alumnos de la carrera Ingeniería Agronómica de la FICA, estudiantes de las escuelas agrarias y clientes de coproductos de la región, quienes compartieron un ágape hasta las 20:30.