La ecuación es simple. O son agentes penitenciarios o fueron inteligentes y quisieron hacer creer que lo eran. Las víctimas no podían pensar otra cosa: estaban a tres kilómetros de la cárcel de Pampa de las Salinas, cada uno llevaba un arma en la cintura, radios “handy” y vestían pantalón gris, tricota negra y boina negra. Exactamente como los agentes del Servicio Penitenciario Provincial. Aunque llegaron al campo “Huadilán” en forma amistosa, como otras veces lo han hecho los guardiacárceles que van al penal de máxima seguridad, los tres uniformados se pusieron violentos en seguida. Golpearon, amenazaron y ataron a un matrimonio de ancianos y a su hijo y les robaron setenta mil pesos y tres armas.
Fue el sábado a las seis de la tarde. La Policía de San Francisco recién se enteró a las diez de la noche, cuando le avisó un conocido de la familia, “que pasó por la casa y los desató”, informó la jefa de la Comisaría de Distrito 14ª, oficial principal Elvira Saá.
Tras el asalto que sufrieron José Osvaldo Farías, de 88 años, su esposa, Carlota Agüero, de 78 años, y su hijo Juan Agüero, de 49, corrió la versión de que ése no sería el primer robo a mano armada en esa desolada zona del noroeste árido puntano. Sería el tercero en el último año y medio. Aunque la Policía provincial no ha dado a conocer ninguno. Este trascendió porque lo difundió una periodista de la capital. Sus padres se enteraron porque habían ido el fin de semana a la fiesta de la Virgen del Valle, en el paraje Balde de Azcurra.
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