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Una recorrida para seguir aprendiendo

Por redacción
| 02 de octubre de 2016
Amigas y compañeras. Todas juntas posan para recordar cada viaje que siempre resulta una buena y nueva experiencia. Fotos: Martín Gómez.

El grupo de mujeres de campo que apoya la FISAL no para. Está todo el tiempo buscando alcanzar lo que han planificado. Decir y hacer es la premisa que las distingue, además de su amor por la producción. Esta vez hicieron un recorrido por la zona de La Toma para conocer una familia de productores de llamas y alpacas en el paraje Los Membrillos. Y además se hicieron un tiempo para presenciar un remate de reproductores machos y, como no podía ser de otra manera, visitaron el ícono de la localidad: un artesano que trabaja con ónix.

 


Alrededor de las 8 de un sábado soleado, el grupo de damas de la capital puntana partió con destino a Saladillo, donde se encontraría con otro que venía de Villa Mercedes. El día se anunciaba templado y luminoso; la misma calidez que se percibe en cada encuentro. La última vez que estuvieron todas juntas fue en un viaje en junio por el norte. De allí salió la idea de emprender un nuevo recorrido para afianzar vínculos.

 


Entre risas y abrazos salió la primera tanda con destino previsible, pero con grandes expectativas. Las conversaciones de las profesionales del sector dentro del vehículo giraban en torno al uso del glifosato, las experiencias en la Cuenca del Morro y las mejores especies para forestar la provincia. Yvonne Scarpati es ingeniera forestal y una de las que trabaja para darle continuidad al proyecto que busca un lugar para ellas en la producción agropecuaria. “Cuando empezamos –contaba mientras la Traffic se dirigía al paraje Los Membrillos-nos pareció interesante que hubiera una mujer representativa de la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Campo (AMECAMP) en distintas zonas de San Luis, sobre todo para poder reclutar mujeres con las mismas inquietudes”.

 


Vilma Belletini es una ingeniera agrónoma de Villa Mercedes. Contó cómo llegó a sumarse al resto de las mujeres que acompañaban el recorrido y otras que no habían podido ir, pero que son parte del equipo. “Fuimos encontrando mujeres que en algunos casos ya conocíamos de antes y que sabíamos que tenían las mismas inquietudes sobre poder ocupar un lugar dentro de la producción que no se limitara a la parte administrativa. Siempre quisimos desarrollar tareas a campo, con todo lo que eso implica”. Vilma conoce de esa realidad. Su padre productor y su difunto marido, también estaban en lo mismo. La vida le regaló dos hijos varones que, por supuesto, están estrechamente vinculados al campo. Ella no claudica en la búsqueda, que no se trata de un acto de egoísmo, sino que pretende alcanzar a las nuevas generaciones. “A mí me gusta la parte social”, asegura. Mirando al resto de las mujeres, recordó que hay que trabajar en la empresa familiar y a la vez manejar los vínculos en la faz laboral y puertas adentro del hogar.

 


Son los primeros pasos que están dando estas mujeres de lucha y entereza que, como cuentan los que saben sobre la piedra ónix, tienen la capacidad de transformar lo amorfo en creación. Otro de los temas relevantes fueron los relacionados con la comunicación. Armaron un grupo de WhatsApp para poder estar en contacto permanente. Además quieren conectarse con la triple w para difundir sus proyectos y compartir ideas desde cualquier parte.

 


A cargo del grupo de mensajería instantánea quedó una de las más jóvenes del equipo, Romina Osses, que es una ingeniera agrónoma a la que Vilma conoce desde hace mucho tiempo. “En la AgroZal estaban buscando personal, me acordé de ella y en aquel momento le pregunté si estaba trabajando. Me contestó que no. Le dije que la estaban esperando en la AgroZal y así fue que entró y ahora trabaja allí junto con mi hijo. Al tiempo surgió esta idea del grupo de mujeres de campo y le pedí que se sumara”, contó Vilma mientras Romina aportaba algunos detalles sobre cómo habían sucedido las cosas para que ahora estén juntas en esa combi, rodeadas de colegas y rumbo a nuevas experiencias productivas.

 


Hacía unos kilómetros que habían empezado el pedregullo y la tierra. Fueron en total 25 en esas condiciones polvorientas hasta poder llegar al paraje Los Membrillos. Al bajar fueron al encuentro de Emilse Verbitsky, quien es una de las dueñas del establecimiento Lama Malal. Allí, junto a su marido Carlos crían llamas y alpacas, una actividad novedosa para San Luis.

 


Lo significativo de la producción, además de ser algo completamente innovador en la provincia, es que Emilse le da agregado de valor a la lana, creando prendas que luego se venden en todo el país con el sello distintivo de la producción puntana.

 


Además tiene cabaña, por lo que han recibido numerosos premios en la Exposición Rural de Palermo por la calidad de sus animales. Reunidas en un semicírculo, las visitantes escucharon atentamente un relato sobre los trabajos que lleva adelante la tejedora. Una de las mujeres le pidió a Emilse que recordará el momento en el que habían llegado a San Luis desde la provincia de Buenos Aires. “El emprendimiento está en San Luis hace 11 años. En plena crisis de 2002 a mi marido le regalaron una llama y empezó la producción en un campo de la provincia de Buenos Aires. En ese momento surgió la posibilidad de comprar estas 70 hectáreas”.

 


En una exposición de La Rural hubo varias señales que lo trajeron hasta la provincia. "Fue un cliente de San Luis que me compró llamas. Se las traje hasta su campo que está del otro lado de la sierra. A mi regreso, por consejo de un conocido que me sugirió criar llamas aquí, pasé por el que hoy es mi campo y me enamoré. En ese mismo momento fui a La Toma y señé el campo. Una vez que fue mío, nunca más me fui de acá", contó el esposo de Emilse.

 



Travaglia, de Sampacho a La Toma para respaldar a los criadores

 


"Una vez por año se hace el tradicional  remate de reproductores de hembras y machos que siempre lo organizamos entre la Sociedad Rural del Rosario y nosotros", comenzó diciendo Carlos Travaglía a la revista El Campo.

 


"En esta oportunidad tenemos para ofrecer 30 toros de la raza Aberdeen Angus  y algunas vacas y vaquillonas con garantía de preñez. En otros años supimos traer reproductores ovinos y porcinos, pero esta vez preferimos vestir el remate sólo con vientres", contó el dueño de la consignataria que desde hace varios años viene de Sampacho, Córdoba, para vender la genética de San Luis.

 


"Por la zona que comprende Naschel, Tilisarao, La Toma, Saladillo y Juan Llerena, entre otras ciudades, existe mucho rodeo de cría", explicó el martillero, quien habló de los precios que hoy se pueden ver en cualquier pista.

 


"Los precios que conseguimos no son malos. En la hacienda gorda o en la hacienda de faena se encuentran valores sostenidos. Por su parte la invernada está teniendo un repunte con respecto a hace dos meses atrás. Estamos con mucha expectativa", contó Travaglia.

 

Doña Rosa, la presidente de la Sociedad Rural del Rosario, defendió el martillo. "Yo como productora pude experimentar cómo se defienden los precios en este tipo de remates comparado con San Luis o Villa Mercedes". Por último destacó que "la hacienda tiene muy buenos resultados, por lo que es muy buscada”.

 

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