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Sirur Maluf, el joven que puso a prueba su capacidad y voluntad

Por redacción
| 20 de marzo de 2016
Un ejemplo en persona. Está en la Secretaría de Deportes y forma parte de la escuela especial. | Marina Balbo

Lo que había empezado como un trabajo temporario entre el sol, la playa y el mar, se convirtió en un punto de quiebre en la vida de Sirur Maluf. El joven de San Luis quedó cuadripléjico al tirarse al agua en Villa Gesell y golpear de cabeza con el fondo. Después de dos años, cruzó parte del dique La Florida sólo con sus brazos, además de convertirse en un ejemplo de lucha, voluntad y sabiduría.
Ligado siempre al deporte, en especial a la natación, a los 20 años se fue a trabajar por la temporada de verano a una juguera de Villa Gesell. 
Como todas las mañanas, antes de abrir la barra disfrutaba una hora del mar. Hasta que el 2 de febrero de 2013 el destino, la mala suerte, o como quiera que se llame, lo puso a prueba.
“Mirá qué casualidad que justo esa mañana no había casi nadie en la playa, sólo surfistas, que son los mismos guardavidas. Y uno se estaba por ir a tomar mate y al final se quedó para cuidarme. Lo que yo hacía siempre era tomar carrera desde la costa y entrar al agua con un clavado, rompiendo la ola. Lo había hecho seis veces y dije: ‘Bueno, una vez más y me voy a laburar’. En esa séptima vez, tomé más carrera y salté mucho más alto, incluso con los brazos más arriba. Terminé chocando de cabeza con un borde de arena”.
Como en las películas, en algunas iglesias o en los mismos comentarios de muchas personas que llegaron a “ver la luz”, Sirur tuvo una imagen instantánea, oscura, de un cráneo y una columna, pero rotas.
“Luego de impactar me quedé paralizado y logré sacar la cabeza hacia la superficie, porque el nivel del agua era bajo. Entonces le hacía cara de ahogado a los bañeros, y ellos se me reían, porque estaba ahí nomás de la costa, y mido 1,90. Era imposible que me estuviera ahogando. Hasta que vino una ola, me dio vuelta y perdí el oxígeno que me quedaba. Y bueno, ahí pensé que había llegado el momento de irme”, relató el joven para contar su experiencia paranormal. “Entré como en un trance espiritual, donde sentía mucho sueño, perdí la conciencia, pero estando  muy relajado y en paz. Ahí se me vino la imagen de mi viejo, sentado en la esquina de la mesa de casa y comiendo pollo. Le dije sonriendo que lo amaba. Y después tuve una pesadilla, donde mi mejor amigo me estaba tapando con arena mientras me apretaba. En realidad los guardavidas me estaban haciendo la reanimación. Me desperté en el hospital de Villa Gesell, sin poder mover nada. Es increíble, pero me acuerdo de todo”.
Tras dos días críticos en ese hospital, lo trasladaron al de Mar del Plata para finalmente operarlo en Mendoza, donde estuvo más de 4 meses acostado. El diagnóstico: lesión medular al nivel de la sexta vértebra cervical. En otras palabras, quedó cuadripléjico.
“Al principio mi familia no me quería decir nada. Me alentaba a descansar bien y a hacerme la idea de que tenía que hacer una rehabilitación fuerte. Y bueno, como siempre hice deporte, estaba entusiasmado con hacer bien las cosas para recuperarme rápido. Y no. Cuando ya trabajaba con los kinesiólogos me fueron contando realmente las consecuencias. Entré en un estado de bajón y mucho sufrimiento, pero nunca llegué a una depresión profunda. Y con mente y actitud positiva fui saliendo adelante”.
Con fuerza de voluntad y esperanza, mejoró un poco su cuadro al punto de quedar parapléjico, es decir, con movimiento de la cintura hacia arriba. Claro que el apoyo de su familia, amigos y la ex novia fueron claves desde que amaneció en una camilla a más de mil kilómetros de su casa.
Mientras la Provincia preparaba el lanzamiento de la Escuela de Deporte Adaptado el domingo pasado volvió al agua y cumplió un gran desafío que tenía en mente. Acompañado por sus seres queridos y su propia capacidad, cruzó dos kilómetros del dique La Florida, sólo con sus brazos.
Actualmente, Sirur hace gimnasia todas las mañanas, lee libros y trabaja en la Secretaría de Deportes, junto a Claudia Amura. Su modo de pensar, afrontar y superar los límites, lo llevó a convertirse en un ejemplo para cientos de chicos con capacidades especiales. 
“Lógicamente esto no se lo deseo a nadie, aunque siempre hay algo positivo, una enseñanza. En mi caso, empecé a estar más atento al presente, elevando el nivel de la conciencia. Ahora me siento más relajado ante todo lo que me rodea, y eso es muy importante porque así estás bien con vos mismo, algo que a veces estamos buscando durante toda la vida".

 

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