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El cazador baleado en forma accidental tuvo una mejoría

Por redacción
| 04 de mayo de 2016
El cazador baleado continúa internado en terapia intensiva del hospital de Villa Mercedes.

El proceso es lento, pero positivo. A paso pausado, Javier Magallanes, el cazador de Justo Daract que se pegó un tiro por accidente, empieza a recobrar las funciones de su cuerpo. Aún no respira por sus propias vías, pero los médicos de la terapia intensiva del Policlínico de Villa Mercedes comenzaron a retirarle algunos medicamentos que hasta ayer lo mantuvieron sumido en un profundo sueño. Lo hicieron con la intención de ver si despierta y, una vez que esté con los ojos abiertos, ver cómo reacciona.
Otra cosa que seguramente les indicará a los especialistas la posible reacción del hombre de 39 años es si tendrá que cargar con secuelas por el resto de su vida. Ayer Natalia, una cuñada, le confirmó a El Diario que Javier continúa con el respirador artificial. “Se lo han dejado para que él no haga fuerza al respirar y no se altere”, aclaró.
“Le están sacando los medicamentos, las drogas, para que vaya despertando de a poquito. Estaba sedado, en un coma inducido”, agregó. Ayer, a la mañana, el hombre ya tuvo una primera reacción alentadora a esa disposición médica. “Le apretó la mano a mi cuñada y aparentemente le habló”, contó. Dijo que parecía que entendía y escuchaba lo que le hablaban.
La mujer es una de las pocas familiares que permanece más tiempo en Justo Daract. Cuando este medio la llamó por teléfono se preparaba para ir a Villa Mercedes, a visitar a su cuñado. Ella se había quedado en su ciudad, junto a su nuera.
Señaló que Javier tiene seis hermanos y dos hijos, de 17 y 19 años. Todos están a su lado el mayor tiempo que pueden, en los horarios de visitas y en los pasillos del centro médico.
Según el vocero del Ministerio de Salud, Federico Moreno, tiene “lesiones en el brazo, con daño óseo y en el cráneo, daño cutáneo y muscular”.  La lluvia de perdigones del escopetazo lo alcanzó en la extremidad superior y en el rostro, pero no le habría afectado la visión, dijo una fuente extraoficial del hospital.
El subcomisario Pedro Alaniz, el jefe de la comisaría a cargo de las averiguaciones, comentó que los tres amigos que fueron a cazar con Javier el sábado relataron, básicamente, lo mismo.
El accidente ocurrió en un campo cercano al paraje Cerro Negro, en proximidades al puesto policial limítrofe de Vizcacheras, en la ruta nacional 8. El grupo de amigos había llegado allí en camioneta y se adentraron por un camino vecinal, a la altura del kilómetro 969 de esa ruta, unos 30 kilómetros al noreste de Villa Mercedes.
Dejaron el rodado ahí y continuaron hacia el monte, a pie. Esperaban cruzarse con un jabalí. De hecho, en la última foto de perfil que Magallanes subió a su cuenta de Facebook, el 13 de octubre de 2015, posa orgulloso y sonriente ante cinco de esos chanchos, que cuelgan de ganchos, cual trofeo, y dos perros alrededor.
El hombre, por lo visto, no era un improvisado. Pero lo impensado sucedió cuando trató de cruzar un alambrado boyero. Él apoyó su escopeta, calibre 12/70, entre las hebras, para pasar al otro lado. En el movimiento de piernas y manos, el arma, de alguna forma, se activó. El disparo de perdigones le dio en la cara y en el brazo izquierdo.
El cazador cayó al suelo. Sus compañeros lo auxiliaron. Él se retorcía del dolor. Tras un rato, una ambulancia del hospital de Justo Daract, advertido por el llamado de uno de los amigos, llegó a buscarlo. Lo llevó primeramente hasta su ciudad. Luego, los médicos consideraron que lo mejor era que lo trataran en el Policlínico “Juan Domingo Perón”. 

 

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