13°SAN LUIS - Martes 23 de Abril de 2024

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Reforma impositiva: datos para entender lo que viene

Desde la reinserción de la Argentina en los mercados mundiales, y considerando la loable intención del gobierno nacional de transformar a nuestro país en supermercado del mundo, las limitaciones que existen para alcanzar dicho objetivo son evidentes. El alto costo argentino actúa como un impedimento relevante para alcanzar la meta planteada.

 

El costo argentino tiene, entre otros, dos factores con fuerte preeminencia sobre el resto, y ambos de alguna manera están vinculados. Por un lado los serios problemas de infraestructura y por otro, la excesiva presión impositiva que soportan todas las actividades productivas.

 

Habitualmente, tal como hemos referido en esta columna en diversas oportunidades, la Fundación Producir Conservando ha expuesto la realidad de las cuestiones vinculadas a la infraestructura y sus posibles soluciones. En esta oportunidad también se ha ocupado de la situación impositiva, que adquiere particular relevancia ya que este tema ocupa un lugar destacado en la agenda que el Poder Ejecutivo Nacional tiene para su tratamiento en el Congreso durante 2018.

 

Los especialistas Juan José    Llach, María Marcela Harriague y Ariel Melamud han realizado un interesante análisis comparativo sobre nuestra realidad impositiva y la de nuestros competidores, como así también esbozaron una propuesta de posibles soluciones. Por razones de espacio, en las líneas siguientes resumiremos los aspectos más relevantes de dicho trabajo, cuya versión completa, con los datos que fundamentan lo aquí expuesto, puede consultarse en www.producirconservando.org.ar.

 

 

La Argentina es líder en presión impositiva

 

A modo introductorio, los autores plantean que el enfoque comparado es el eje ordenador del diagnóstico y de las propuestas que se ofrecen en el trabajo.  Como ha mostrado la literatura, la búsqueda de caminos idiosincrásicos, propios y muy frecuentemente desmesurados, ha sido una de las causas del decepcionante desempeño económico y social de la Argentina desde hace muchas décadas. En el tema que nos ocupa esto se manifiesta hoy abundantemente en la Argentina, como consecuencia de la acumulación de muchos errores del pasado.

 

La presión tributaria es una de las más altas del mundo, y lo propio ocurre con la incidencia de impuestos distorsivos, es decir, los que afectan la asignación de recursos y conducen a una pérdida de competitividad. Son, por ejemplo, los que gravan las transacciones bancarias, las exportaciones, los ingresos brutos y las tenencias de dinero (por la inflación).

 

Se alega con cierta frecuencia que la alta presión tributaria es necesaria para financiar un gasto público que ayude a combatir la pobreza y reducir la desigualdad. Es obvio que este argumento se invalida cuando, como ocurre en la Argentina, la presión tributaria supera el límite que impide el crecimiento o cuando el gasto público es poco eficaz y muy deficiente. Pero, además, la Argentina muestra una muy baja incidencia de impuestos progresivo, y muy alta de impuestos regresivos, lo que debilita en buena medida el argumento anterior.

 

Se sostiene también que los impuestos distorsivos son los de más fácil cobro, como ocurre con los derechos de exportación (retenciones), las transacciones bancarias, los ingresos brutos, o la propia inflación. Por lo tanto, debe recurrirse a ellos para poder financiar el mencionado gasto público social. La debilidad de este argumento es que, desde hace tiempo y de modo más acentuado en esta década, la Argentina muestra un síndrome anti-crecimiento y anti-inversión.

 

 

La Argentina está "fuera de órbita"

 

La dinámica reciente de la economía argentina (2012-16) está entre las peores del mundo (rango 158/172 países), computando el crecimiento del PBI, la inversión, la inflación y varios indicadores de clima de negocios y carga tributaria. El análisis precedente evidencia la utilidad del enfoque comparativo aquí adoptado. Es merced a él que podemos descubrir que la Argentina está fuera de órbita en cuestiones imprescindibles para el desarrollo económico sostenido. También se evidencia a lo largo del trabajo que la cuestión tributaria –y la fiscal en general- es una de las causas relevantes del síndrome anti-inversión y anti-desarrollo sostenido. Sin un crecimiento integral y fuerte en el tiempo será imposible dar respuestas sólidas, tantas veces prometidas como defraudadas, a las cuestiones sociales. En síntesis, una reforma impositiva solvente, sostenible, progresiva y amigable con la inversión y el crecimiento se yergue como una condición imprescindible para construir en la Argentina una sociedad inclusiva e integrada.

 

 

La presión tributaria y la inflación Caso A: sin impuesto inflacionario

 

En 2016 la Argentina estaba más cerca del promedio de los países desarrollados (PD) -2,9 puntos menos- que del de los países emergentes (PE) -6,4 puntos más- y, por cierto, que el de los países de menores ingresos (PMI) -17,2 puntos más-.

 

Entre los 35 PD, la Argentina superaba a sólo 6: Corea, EE.UU., Hong Kong, Irlanda, Singapur y Suiza. Entre los 40 PE sólo 7 superaban a la Argentina: 5 de Europa Oriental (Belarus, Croacia, Hungría, Polonia y Ucrania) y 2 petroleros (Azerbaiyán y Kuwait). Entre los 40 PMI, sólo 2 superaban a la Argentina: Kirguistán y Moldavia.

 

En síntesis, sólo 37 de 114 países superaban a la Argentina, sólo 9 de ellos PE o PMI, y ninguno de América latina.

 

 

Caso B: con impuesto inflacionario

 

Entre los 35, PD la Argentina superaba a 10: a Corea, EE.UU., Hong Kong, Irlanda, Singapur y Suiza, se agregan Australia, Japón, Lituania y Nueva Zelanda. Entre los 40 PE, sólo estaban por encima de la Argentina 6 países: los 5 de Europa Oriental nombrados líneas arriba (Belarús, Croacia, Hungría, Polonia y Ucrania) y un petrolero (Kuwait). Entre los 40 PMI, sólo Kirguistán estaba mejor.

 

En síntesis, sólo 31 de 115 países en total superaban a la Argentina, sólo 7 de ellos PE o PMI, y ninguno de América latina.

 

El impuesto inflacionario se considera bruto, dado que no hay información sobre las pérdidas por el efecto Olivera-Tanzi, necesarias para considerarlo en términos netos.

 

 

Argentina y el mundo: los principales impuestos

 

Se conoce como impuestos progresivos a los que mejoran la distribución del ingreso de manera directa, al incidir proporcionalmente más sobre los mayores ingresos. E indirectamente, posibilitando más que los regresivos o distorsivos el desarrollo sostenible e inclusivo.

 

Son impuestos regresivos aquéllos que empeoran la distribución del ingreso. Directamente, al incidir proporcionalmente más sobre los menores ingresos. Indirectamente, al generar menor crecimiento y menos creación de empleo.

 

Después están los impuestos proporcionales, que no modifican la distribución del ingreso e inciden proporcionalmente igual sobre todos los grupos sociales, cualquiera sea el nivel de ingresos. El impacto sobre el crecimiento dependerá de cuán neutrales o distorsivos sean los impuestos vigentes.

 

Y finalmente tenemos los impuestos distorsivos, que son los que directamente aumentan los costos o suben los precios, discriminan entre sectores y reducen la competitividad. Ejemplos: a las exportaciones, a las ventas en cascada, a los créditos y débitos bancarios o el impuesto inflacionario.

 

 

Comparación internacional

 

La Argentina sale mal parada también en su estructura de impuestos: poco peso de impuestos progresivos (“directos”) y mucho peso de bienes y servicios (“indirectos”).

 

A) En % del PBI, la incidencia de impuestos progresivos en la Argentina es algo menor a la media de 22 países de Latinoamérica, entre los que están Brasil, Chile y Uruguay; y es menos de la mitad que en los PD. La incidencia de bienes y servicios + inflación en Latinoamérica es similar a la de los PD, y es casi la mitad que en la Argentina, que supera a Brasil en un 46%.

 

B) En % del total recaudado, en los países de la región los impuestos progresivos pesan aproximadamente 13 puntos más y en los PD es algo más de 20 puntos mayor que en la Argentina. Los impuestos a los bienes y servicios, más la inflación, pesan en la Argentina en el orden de un 14% más que en Latinoamérica y cerca de 25 puntos más que en los PD.

 

La semana que viene continuaremos con el análisis.

 

 

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