Discutía con otro conductor, chocó contra un árbol y murió

Eran las 4 de la madrugada, pero para Adrián Lucas Vílchez y su amigo Matías Moreno la noche estaba en su punto. Juntos habían consumido las botellas de alcohol que había en la casa de uno de ellos y, al parecer, ninguno quería resignarse a que la juntada terminara tan pronto. A esa hora de la mañana la única opción para comprar bebida era un quiosco, en pleno centro de Villa Mercedes, que suele estar abierto durante todo el día. Matías les contó a los policías del Cuerpo de Tránsito que, en el camino, discutieron con un automovilista por un par de lentes que se les había caído en la calle. Todo terminó cuando, por alguna razón, el motociclista se desvió del camino, chocó contra dos autos estacionados y se estrelló contra un árbol. Allí se acabaron la pelea, el viaje y, a los pocos minutos, la vida de Adrián.

A las 4:25, los médicos de guardia llamaron al personal de Tránsito que trabajaba en el lugar del accidente y le informaron que el joven de 23 años no alcanzó a llegar con vida al policlínico regional. Había muerto en la ambulancia del Sempro.

La forense señaló, en el acta de defunción, que el joven murió por un “traumatismo cerrado de cráneo”. Matías, en cambio, resultó ileso. No precisó siquiera ser trasladado al hospital para observación, dijo la subcomisario Gladys Pérez, jefa de Cuerpo de Tránsito. 

Los amigos habían pasado la noche en lo de Matías, ubicada en la calle Doctor Domínguez, en la zona norte de la ciudad. Cuando el alcohol se acabó partieron hacia un quiosco 24 horas que está sobre Pescadores, entre Pedernera y Balcarce.

Fueron en la Motomel 110 del dueño de casa, pero el que conducía era Adrián. Uno de ellos llevaba un casco protector, pero no lo tenía puesto.

Matías les relató a los investigadores que cuando pasaron por Calle Angosta se les cayeron unos anteojos y que cuando regresaron por ellos vieron que el conductor de un Volkswagen Gol rojo los estaba levantando. Así empezó la discusión.

“Los chicos de la moto le decían al del auto que les devolviera los anteojos y el otro les decía que él no tenía nada”, contó Pérez. El motociclista y su amigo siguieron al Gol hasta Pescadores, hasta frente al negocio al que tenían pensado ir.

Ahí, un cliente que acababa de comprar una botella con agua saborizada en el quiosco presenció lo que terminó en un accidente. Dijo que el Gol estaba delante de la Motomel, que el conductor jamás hizo ninguna maniobra para cerrarles el camino ni nada que se le parezca. De hecho, según pudo ver, eran los de la moto quienes trataban de superar al otro rodado. Pero el coche ya se había alejado cuando los de la Motomel se descarrilaron.

Según ese testigo, el pedalín de la motocicleta tocó el lado derecho de un Volkswagen Vento, azul, que estaba estacionado sobre el lado sur de la calle, luego rozaron un Fiat Palio verde que estaba delante del Vento, le rompieron un espejo, y terminaron el recorrido cuatro metros después, contra un árbol. “Los de la moto iban fuerte”, habría dicho el hombre.

Los policías le hicieron la prueba de alcoholemia a Matías. El joven de 23 años tenía 0,90 gramos de alcohol en sangre. Pero eso era algo que, de todas formas, el chico jamás negó. Desde un primer momento admitió que él y su amigo habían estado bebiendo.

Ayer, la Policía revisaba las cámaras de seguridad e intentaba dar con el conductor del Gol, no porque lo considere responsable del choque, sino para que cuente lo que vio del accidente, si es que pudo avistar algo.