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Mujeres con vida, una asociación que ayuda a enfrentar el cáncer de mama

Son unas 20 mujeres que decidieron juntarse dos veces por semana para compartir sus miedos, experiencias y dolores.  Martes y jueves, explotan su creatividad en manualidades y costuras. Descubrieron que estar unidas es su mejor terapia.

Por María José Rodríguez
| 18 de octubre de 2017
Fotos: Luciana Gismondi.

Comparten sus dolores, miedos y experiencias. Tienen  buena onda, la música que suena de fondo y la creatividad dirigen el tránsito de un mate que se pasea de mano en mano entre los materiales con los que realizan manualidades, cada una cumple su rol y eso las hace sentir mejor y más fuertes. Ellas forman parte de un grupo de mujeres, que se recuperan del cáncer de mama y se reúne los martes y jueves de 15 a 17. Ésta es la manera que tienen para canalizar la enfermedad y la consideran la mejor terapia. Nada las define mejor como el nombre que le pusieron a la asociación que fundaron hace seis años: “Mujeres con vida”.

 

La comisión está presidida por Lidia Barzola; la secretaria es Ana Tulián; la tesorera es Blanca Villegas y la subtesorera Susana Nasetta; Sara Cabello, Alicia Agüero, Casiana Algarañáz, Susana Conejeras y Myriam Ponce son vocales y las pacientes que colaboran de manera activa son Charo Coria, Sandra Lisa, Mirta Álvarez y Mónica Jofré.

 

“La licenciada Nasetta y Claudia Lucero, una chica que era paciente y que falleció,  fundaron la asociación. Yo me sumé dos años después. De a poco hemos ido creciendo, antes estábamos en un chalecito del Instituto Oncológico, después nos mudamos a la casa del padre de una compañera, y ahora nos mudamos a esta sede ubicada en Dominicos Puntanos 823. Tenemos más espacio para las máquinas y para hacer ejercicios”, contó Lidia y enumeró con cariño los productos que realiza junto a sus amigas: “Hacemos manteles, bolsas de compra, objetos de madera como paneras, cajitas de té, bandejas, perchas para chalinas, adornos, conjuntos de azucarera y yerbera; más bijouterie, entre otras cosas”.

 

“Me detectaron el cáncer y me veía un oncólogo de afuera, pero preferí estar en San Luis y comencé a tratarme con una doctora. Yo recomiendo hacerse chequeos anuales desde los 20 años, vayan al médico. El autoexamen, aunque da buenos resultados, lo detecta cuando ya está avanzado, en cambio con los estudios se puede prevenir y detectar temprano”, afirmó la presidenta de la asociación.

 

Casiana tomó la posta en el relato: “Claudia era profesora de maquillaje y nos enseñó que tenemos que estar siempre lindas y arregladas. Ella se preocupaba por las pelucas o nos hacía los aritos y colgantes. Nos dejó mucho amor, no está más con nosotros, pero quedó en nuestro corazón”.

 

Para que se perfeccionaran el Gobierno de la Provincia, a través de la actual directora del Centro Oncológico, María José Scivetti, les donó tres máquinas de coser, una heladera, ventiladores, sillas, mesas, pinceles, pinturas y telas, entre otros elementos.

 

“A mis amigas les escribo poemas, porque estar enferma produce una fuerte caída emocional, es un shock fuerte. Nos sostenemos, nos aconsejamos, a veces tenemos dolores que no podemos manifestar en casa porque hay cosas que no podemos decirles y porque es más fácil expresárselas a alguien que vivió  o está atravesando lo mismo. A veces te invade la tristeza y otras estamos eufóricas y cantamos”, expresó Casiana y aseveró que la asociación tiene las puertas abiertas a hombres y mujeres con cáncer u otra enfermedad, “estos encuentros nos sostienen. Somos alrededor de 20 y venimos cuando podemos, hoy algunas están cuidando a sus nietos, otras trabajan. También he conocido mujeres que después de la quimioterapia o la radiación han seguido trabajando, todo depende de cada una”.

 

La mujer estudiaba Psicología y se estaba preparando como terapeuta para ayudar en la asociación. “La vida me dio un sacudón y me detuvo en mí, nunca me vi en primer lugar. Descuidé mi cuerpo, hice mucho sacrificio para estudiar y trabajar porque era mamá sola. El estrés fue el detonante. Fue un shock muy grande cuando me enteré, pero lo presentí, de alguna forma sabía que tenía cáncer, lo soñaba”, contó y siguió: “Fui al médico, me operaron, pero lo hicieron mal. Tuve la suerte de caer en manos de un especialista cuando me derivaron a Córdoba. Me quedé sin mi pelo, me deprimí porque soy muy coqueta y lo tenía hasta la cola. Perdí los dientes, se me cayeron las uñas. Mi organismo sufrió un deterioro importante”.

 

Pero Casiana no se quedó, decidió pelear por su vida: “La enfermedad te enseña a vivir y experimentar la vida. Aprendí a apreciar la lluvia, los animales, el horizonte, amar a Dios, a mis compañeros, a mis amigas con cáncer y empecé a escribir poemas. Usé esos mecanismos de recuperación y los volcamos a la asociación”, detalló.

 

 Sara, o 'Sarita', como le dicen sus compañeras, está a cargo del taller de costura y bordado, y también hace bijouterie. Ella expresó que atravesó su enfermedad con mucho dolor y problemas, “pero gracias a Dios estoy bien. En primer lugar porque dejé el tratamiento, me mandaron a hacerme estudios y dejé. Al año siguiente me operaron, me sacaron todo el pecho y no necesité ni quimioterapia, ni rayos. Tengo que tomar unas pastillas por 10 años. La familia decayó y me acompañó como pudo”, contó y afirmó que este grupo terapéutico le hace muy bien. “Mi familia me apoya cuando estoy acá porque saben que salgo a expresar todo lo que tengo adentro”.   

 

Con voz tranquila y detrás de unos ojazos azules, Alicia contó que se enfermó en 2009. “Estas experiencias son feas, también perdí el pelo. No quería salir a la calle, cuando se me cayó el primer mechón decidí pelarme, me puse un pañuelo porque me daba vergüenza. Mi marido me sacaba y me llevaba a todos lados, yo le decía 'la gente me mira' y él me respondía 'y bueno que te mire, pero tenés que salir' y así me tenían. No me miré más al espejo, cuando sin querer me vi, noté que no tenía ni cejas y ahí me deprimí”.

 

 Durante seis meses Alicia agarraba su bicicleta y salía hacia el Centro Oncológico. Tenía los tiempos medidos, sabía que después de la sesión de quimioterapia tenía media hora para llegar a su casa porque si no se descomponía. “Con el tiempo fui saliendo. En el centro se quedaban admirados porque todas iban con alguien, yo no quería ir con nadie. Mi marido me quería acompañar, pero le pedí que no. Tuve mucho apoyo de mi familia, me respetaron en todo. Hace nueve años estoy tomando las pastillas y gracias a Dios los estudios salen perfectos, a mí sólo me extrajeron nódulos”, detalló la mujer que encontró en sus compañeras sus amigas, porque no es de San Luis.

 

“Es importante ir una vez por año a hacerse los estudios, yo me dejé estar porque mucho no sabía. Ahora hay mucha más información y se habla del tema, pero antes no. Yo creí que era una bolita de grasa y listo”, dijo Alicia y recordó que cuando se enteró de que tenía cáncer agarró su bici y se fue a una plaza, “tenía los resultados en la mano, los miraba, los leía y lloraba. Me fui a mi casa y no pude decirle nada a nadie, ni a mi marido. Al otro día, cuando procesé lo que me pasaba, hablé y les mostré los análisis. Me operaron dos veces, primero me hicieron una punción y resultó que no era cáncer; pero a los 15 días me sacaron 30 nódulos chiquitos”.

 

La licenciada en Kinesiología, Susana Nasseta, trabaja en el Centro Oncológico y en la fundación ayuda a sus pacientes: “Les hago drenaje linfático para tratar el 'linfedema', que es una enfermedad crónica que se produce como consecuencia de la cirugía de cáncer de mama. A ellas les sacan los ganglios y el agua sale por allí; entonces el brazo se hincha y produce dolor e impotencia funcional. Aplico una técnica específica y con eso se alivia. No se cura pero se puede tener una vida normal cumpliendo las recomendaciones”, explicó y añadió que además les brinda rehabilitación en general a personas que tienen problemas en los hombros o contracturas, siempre que sean pacientes del Centro Oncológico.

 

“La asociación es un espacio en el que disfruto mucho. Desde que la gente las conoce ellas van a eventos y venden sus productos, que también es una manera de sociabilizar. Todas las personas que tengan cáncer y quieran sumarse, pueden venir, sean hombres o mujeres. Generalmente son ellas las que expresan más. Siempre estoy y voy a estar a su lado”, concluyó.

 

Hoy estarán en la terminal Ediro para escuchar a especialistas que brindarán detalles sobre cómo enfrentar la enfermedad, además tendrán un puesto con sus producciones.

 

Para comunicarse con “Mujeres con vida” hay que llamar al teléfono (02664) 15660439.

 

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