Lo condenaron a doce años de cárcel por violar a su hija

Ayer se sentó frente a los jueces de la Cámara del Crimen 1 como dos años atrás había enfrentado al juez de instrucción Penal 1, Sebastián Cadelago Filippi, y habló con la misma determinación que aquella vez. Con voz firme y actitud segura, le dijo al tribunal lo que ya le había manifestado al magistrado instructor: era mentira que él aprovechara que su esposa viajaba a hacerse quimioterapia en Córdoba para violar a su hija de 13 años. Seguramente la adolescente lo acusó, hace cuatro años, porque la madre “le había llenado la cabeza” para perjudicarlo, porque era una denuncia infundada, afirmó.

Nada de lo que dijo D.R. (son las iniciales de su nombre) en su versión exculpatoria le sirvió de nada: dos horas después, la Cámara lo declaró autor de los abusos y lo condenó a doce años de cárcel.

El acusado declaró casi una hora ante los jueces José Luis Flores, Jorge Sabaini Zapata y Hugo Saá Petrino. Fue antes de que la fiscal de Cámara, Carolina Monte Riso; la defensora oficial que asistía a D.R., Claudia Ibáñez; y el abogado Juan Carlos Serrano, que representaba a la víctima, hicieran sus alegatos, el paso previo a la decisión que tenía que tomar el tribunal. En el juicio también intervino el defensor de Menores subrogante, Juan Esteban Pedernera.

Ante el hecho incontrastable de que en 2013, cuando se conocieron los abusos, un examen médico confirmó que la nena había sufrido acceso carnal, el hombre argumentó que seguramente su hija había tenido relaciones con un noviecito con el que su madre la había sorprendido.

Pero el testimonio de la menor en la Cámara Gesell de los tribunales, ante la psicóloga Marisa Samper, no dejó dudas. La angustia que la nena evidenciaba no se puede fingir.

Además, el hermano de la chica, un año mayor que ella, declaró en 2013 y lo reiteró días atrás, en el juicio oral, que por las noches solía ver que su padre se llevaba a su hermana a la habitación y cerraba con pasador. Después de un rato, dijo, lo veía salir e ir al baño.

No lo pudo ver. La madre de la nena se sorprendió con la revelación de los abusos. Y los denunció de inmediato. Quería vivir hasta obtener justicia, pero murió antes del fallo.

En esas y otras pruebas se respaldó ayer la fiscal de Cámara, para pedir que lo declararan autor de “Abuso Sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”.

La defensora oficial intentó sostener, ante los jueces, el argumento de que no estaba probado que D.R. fuera el autor de los vejámenes.

El abogado de la víctima, en tanto, compartió la visión de la fiscal. “A mi entender, las pruebas han sido totalmente contundentes. Dije en el alegato que estos son los llamados delitos en las sombras. Entonces, en estos casos adquiere relevancia la declaración de la víctima, en Cámara Gesell, con las técnicas que la licenciada Samper lleva adelante”, indicó Juan Carlos Serrano, tras la audiencia. “Y la declaración de la chica –agregó– fue muy contundente. Relató con crudeza las violaciones a las que la sometía su propio padre. Aparte, hay algunos testimonios de familiares que si bien no pudieron ver, dan ciertos elementos que hacen sospechar que esto ocurría”.

“También está el informe médico, que da cuenta de que la nena tiene signos de abuso que datan de la época en que su madre viajaba para hacerse atender en otra provincia”, agregó.

Alrededor de la una y media de la tarde, el tribunal y las partes volvieron a la sala de debates, donde la audiencia se hizo a puertas cerradas, por la naturaleza del delito que juzgaban.

Cuando la secretaria de Cámara, Isabel Olguín Yurchag, leyó el veredicto, se supo que las excusas de D.R. no habían prosperado. El fallo condenatorio fue unánime. El Centro de Información Judicial informó que los jueces le aplicaron doce años de cárcel, apenas dos menos de los que había pedido la fiscalía de Cámara.