Dos enfermeras de vocación que se hicieron de abajo y que ahora dirigen la Maternidad

Claudia Oviedo recordó cómo a los 13 años, en febrero de 1992, su abuelo Tito tuvo una fuerte caída en Villa de Merlo, donde vivía. En mayo de ese año le detectaron leucemia y en junio, a quien consideraba como su padre, falleció. Era muy caro para su familia contratar a un enfermero para asistirlo. Y por eso asumió un compromiso consigo misma. Iba a dedicarse a esa profesión y "jamás iba a cobrarle a nadie por hacer mi trabajo". Tras 23 años y luego de 16 de carrera en la salud pública, Oviedo es la directora de la Maternidad Provincial "Teresita Baigorria". Allí es acompañada por Nancy Ojeda, que se encarga del área administrativa y que desde 1983 a 1998 se desempeñó en la terapia intensiva del Hospital San Luis  y el Sanatorio Rivadavia. Ellas describen la enfermería como una profesión profundamente signada por la vocación de servicio, por ayudar al prójimo a pasar los momentos más difíciles que puede atravesar una persona cuando la salud apremia.

La historia de la directora es la de muchos que deben sobreponerse a la adversidad. "No hice más que estudiar. Mi prioridad era primero las fotocopias, después la comida", se animó a expresar. En 1997 comenzó a estudiar Enfermería en la Universidad Nacional de San Luis.

Cada año volvía en el verano a la villa para ver a su familia. Los enfermeros de la localidad, ya próximos a jubilarse, veían un futuro en ella y no dejaron de aconsejarla. En las vacaciones seguía aprendiendo. En 2001 y con las materias aprobadas en tiempo y forma, su objetivo era seguir después en el área de tocoginecología del Hospital San Luis. Le apuntaron que aún la faltaba experiencia. "Siempre me gustó el vínculo entre madre e hijo, estar en el momento en que traés a una vida al mundo", explicó. Debería esperar un poco más. Fue enviada al Clínica de Hombres, donde trabajó hasta 2010. Ese año finalmente sería trasladada al sector al que ansiaba llegar. Y en 2013 asumiría un compromiso mayor: se convirtió en jefa del equipo de enfermeras de la Maternidad que ese año se inauguró.  Nunca dejó de capacitarse. Paralelamente se licenció en la Universidad Católica de Cuyo y hoy estudia una especialización en gestión.

Cuando asumió en agosto de este año, la ministra de Salud Graciela Corvalán le ofreció el cargo mayor del centro médico al que acuden madres de toda la provincia. "Recuerdo habérselo dicho a la ministra cuando me lo ofrece, que iba hacer ruido mi designación porque iba a ver mucha gente disconforme ya que nunca había pasado antes. Fue totalmente equivocado mi pensamiento. Fui aceptada en la institución, no sé si por mi persona o mi vocación", detalló. "Ni en mis mejores sueños lo imaginé. Es un desafío personal y profesional. De no tener nada a ocupar este cargo, es algo que le agradeceré de por vida", agregó la funcionaria.

Casi una década antes de que la vocación despertará en Oviedo,  Ojeda ya se animaba a acompañar pacientes. Era 1983 y el oficio estaba a la orden del día ya que aún no estaba establecida la carrera en la UNSL. Como auxiliar se desempeñó primero en terapia para adultos del Hospital San Luis y poco después en el mismo sector, en el Sanatorio Rivadavia.

En 1993 comenzó a cursar en la UNSL. Notó que algunas de sus compañeras le daban asco algunas situaciones. La carrera no era para ellas, reflexionó. "'Tendrían que rever eso', les decía. La verdadera enfermera es la enfermera de chata en mano. La que ayuda al otro en situaciones difíciles. Tenés que dejar todo de lado, brindarte de lleno al paciente y ayudarlo porque está pasando una situación crítica", apuntó.

Hasta 1998 lidió con pacientes delicados y los familiares de estos. Aún así no recuerda que alguna vez haya sufrido un maltrato y al día de hoy hay gente que la saluda en la calle por su trabajo. Se tomaría un descanso de la profesión hasta 2013, en el mientras se desempeñó en la administración pública provincial. En 2013, cuando trabajaba en el Ministerio de Hacienda, la llamaron para que se hiciera cargo de los recursos humanos de la Maternidad. No lo dudó y desde este año es la directora administrativa.

"Hay una subestimación de la profesión. Nuestro rol para la sociedad es que ponemos la chata y la sacamos y ahí se termina nuestro trabajo. La enfermería es mucho más amplia. Es un cuidado holístico, es estar al lado del paciente y su entorno y eso es lo que más me gusta", dijo Oviedo. Esa misma idea trata de trasladarla a su nuevo trabajo de directora. "Creo que estar cerca del paciente, brindarle la calidad máxima en los cuidados de la persona que va con una necesidad en la maternidad, ése es el objetivo", aseguró.

"Yo siempre digo que para ser enfermera hay que tener vocación porque actualmente se lo piensa como una salida laboral inmediata. Pero te tiene que gustar. Yo lo hice porque sentí la necesidad de ayudar a los otros", agregó Ojeda.

Cientos de pacientes pasaron por ambas profesionales. "Son 16 años de trabajo. Tengo muy buenos recuerdos. Me han dado regalos a mí y a mi familia por lo que he hecho. Y cada atención que vos brindás, algo nuevo vas aprendiendo", reflexionó.

"Hay pacientes que aún ahora que han pasado tantos años, me los he cruzado en la calle y no se han olvidado. Y eso me reconforta. Recuerdo haber atendido pacientes infartados y después, cruzarlos en la calle. 'Atendiste a mi hijo', me han dicho. Cuando ha pasado algo crítico, se les graba y no se olvidan más", respondió Ojeda. Las dos dedicaron horas enteras al lado de pacientes, recorriendo pasillos, inyectando soluciones, limpiando sus heridas, dejando un poco de sus vidas por la vida del otro.