25°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

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La agenda ganadera tiene temas pendientes

La llegada de Miguel Etchevehere al Ministerio de Agroindustria en lugar de Ricardo Buryaile trae interrogantes. En la semana se tejieron todo tipo de rumores que seguramente tendrán respuesta con el paso de los días. El arribo del ya ex presidente de la Sociedad Rural Argentina también genera expectativas y temores. 

 

Son muchos los funcionarios ligados a una actividad tan importante y sensible como la producción de carnes y en los dos años de gestión se hicieron avances significativos tanto en el control de la informalidad como en la colocación del producto en los mercados internacionales. Se espera que la nueva gestión, más allá de los nombres que asuman en las diferentes dependencias del ministerio y sus organismos vinculados, siga recorriendo la senda iniciada por Buryaile. Sería muy positivo que el sector privado reciba señales de la continuidad de las políticas que, aún con sus errores en cuanto a la implementación, fue más que positiva. 

 

En las reuniones de la Mesa de las Carnes hubo grandes avances y se espera que en breve arranque la colocación de los controladores fiscales y las cámaras de seguridad en los frigoríficos, y además que se avance contra la evasión y normalización de la faena y el comercio de carne vacuna. Ojalá lo hecho hasta ahora no quede a mitad de camino, el sector tiene mucho por mejorar, mucho por crecer y por aportar al desarrollo de la economía argentina.

 

Fue justamente Etchevehere (consignatario y productor) uno de los impulsores de esa mesa y también de la forestal. Esperamos que su conocimiento del sector ayude al desarrollo.

 

La guerra por el cuero tiene capítulo judicial

 

Uno de los temas de los que se habló en la última reunión de la Mesa de las Carnes con el presidente Mauricio Macri fue del comercio de cueros, que en su momento significó el 80% del ingreso de los frigoríficos por la venta de los subproductos. Con ese dinero las empresas que dan servicio de faena pagan costos operativos y sueldos. Hoy el cuero representa apenas el 30% del diezmado crédito bruto de matanza y por eso los faenadores piden al Gobierno que autorice la exportación de un cupo de dos millones de unidades, lo que serviría para tener un precio de referencia y poner en evidencia el descuento que le hacen las curtiembres. Y de paso también ayudaría a mejorar las cuentas de las empresas.

 

Esos dos millones de cueros representan 15% de la oferta total, teniendo en cuenta una faena de entre 12 y 13 millones de cabezas.

 

Las curtiembres gozan de una protección que nadie puede explicar. Hace más de 20 años, en épocas del liberalismo menemista, lograron que se implementara un mecanismo de control comercial que impidió a los frigoríficos exportar cueros y transformó a las curtiembres en la única demanda del producto. Algo similar al mecanismo interventor que aplicaron en su momento Moreno y Echegaray para el comercio de granos. En consecuencia los frigoríficos cobran apenas entre $8 y $10 por un cuero que en el mercado internacional vale cuatro veces más. 

 

La  pérdida de ingresos es súper millonaria teniendo en cuenta la cantidad de años que hace que se aplica. Los frigoríficos dicen que mediante un decreto (el Nº 133 de 2015) de Macri esa protección fue derogada, pero que llamativamente el organismo de aplicación (la Aduana) la sigue instrumentando. “El régimen en cuestión fue derogado por decreto, pero sin embargo se sigue aplicando y deja a la industria cautiva de una demanda única” dijo Mario Ravetino, del consorcio ABC, que reúne a las empresas exportadoras. El industrial agregó que las empresas presentaron un “reclamo impropio que consiste en pedirle al Estado que aplique el régimen que corresponde. Si con eso no se corrige la distorsión en el comercio de cueros, no tendremos más opción que recurrir a la Justicia”. 

 

Hace años que los frigoríficos hablan con las paredes cuando el tema de conversación es el cuero, Pasan los gobiernos y no cambia en nada la protección a la industria curtidora y a la marroquinería. Si después de tantos años siguen necesitando de la protección y de la transferencia de recursos estamos en un serio problema de competitividad que debería ser tratado de otro modo y no a expensas de una industria como la frigorífica, cuyas cuentas son muy finitas y que sufrió una seria crisis en los años de las restricciones a las exportaciones de carne vacuna.

 

Cuando el precio del cuero no era bajo la cuestión se disimulaba, pero con la caída que desde hace dos años registra su valor (las automotrices reemplazan al cuero por otros productos más amigables con el medio ambiente) el impacto del descuento que imponen las curtiembres es mucho más perjudicial. El tema requiere solución, no se puede seguir transfiriendo recursos de un sector que no los tiene a otro que es ineficiente, ésta es una de las cuentas pendientes de la nueva gestión al frente de Agroindustria. 

 

Crece 80% el encierre de novillos para la Cuota 481

 

De acuerdo a lo que informan los mismo feedlteros, los precios de los novillos para la Cuota 481 se diferenciaron de los que se obtienen en la venta para el mercado doméstico. En el Mercado de Liniers el novillo apenas supera los $30 en pie, mientras que los que se producen para abastecer ese cupo superan los $40 (64/65 kilos de carne en gancho con rinde de 59%). La diferencia es de 25/30%. 

 

La Cuota 481 es un cupo de 48 mil toneladas de carne de animales de feedlot que hasta el momento la cubren Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay y Argentina; y en la cual nuestro país fue ganando participación en los últimos años gracias a la buena calidad de la carne y a la libertad comercial que se recuperó con el nuevo Gobierno.

 

La suba en los valores de los novillos tiene que ver con varias cuestiones: la inocultable calidad de la carne argentina, las mayores garantías de abastecimiento por la liberación del mercado que se dio con el nuevo Gobierno y la mayor competitividad exportadora por las medidas recientes, como la implementación de los reintegros fiscales a las exportaciones. 

 

Todo eso llevó a que los embarques crecieran. Según Senasa, en lo que va del año nuestro país exportó 2.000 toneladas entre julio y agosto, los dos primeros meses del nuevo ciclo que arrancó el 1º de julio y termina el 30 de junio del año próximo. Se trata de casi el triple del tonelaje vendido en los mismos meses del año pasado. 

 

En julio y agosto el valor promedio informado por Agroindustria fue de U$S9.500 por tonelada, cuando el año pasado fue de U$S8.900 en el mismo bimestre. El aumento interanual del precio fue del 6%.

 

Los mejores precios de la carne impulsaron los encierres de novillos para abastecer a un cupo de carne que no tiene aranceles para entrar al Viejo Continente, lo que lo hace más rentable que la histórica Cuota Hilton. Entre enero y setiembre en los corrales ingresaron 84.200 animales, lo que significa un crecimiento de 78% respecto del mismo período del año pasado.

 

El contingente no es asignado a cada país sino que todos los mercados habilitados compiten en calidad y precio y los importadores de Europa deciden a quién le compran.

 

Los feedloteros reconocen la mejora que tuvo el negocio pero piden a la industria frigorífica la instrumentación de algún tipo de contrato que le dé certezas y potencie el negocio. El punto es que los novillos que se producen para atender a esa cuota se terminan con kilajes altos y niveles de engrasamiento que el consumo interno no acepta fácilmente. Por lo tanto, cuando esa hacienda no puede ser exportada por algún motivo, esa carne se termina malvendiendo en la plaza local.

 

“La inversión que hay que hacer es alta y el riesgo en consecuencia también”, dijo Juan Carlos Eiras, de la Cámara Argentina de Feedlot, al reclamar a los frigoríficos que se trabaje en la definición de “un contrato de compra venta que defina un precio ajustable por tipo de cambio”. Para eso, a  la vez, los faenadores deberían tener un acuerdo previo con los importadores.

 

Por ahora la operación es la inversa. Una vez que el novillo está listo los industriales salen a vender y el que asume el riesgo y paga los platos rotos es el feedlotero. Eiras dijo que en otros países, como Uruguay, hay herramientas comerciales en uso como la que solicitan que se implemente aquí. Claro, que para eso hay que cambiar los famosos “usos y costumbres” de la ganadería vernácula.

 

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