25°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

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Hay prudentes expectativas puestas en el futuro

Como cada año, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), publicaron su informe anual sobre las perspectivas agrícolas para el período 2017-2026. 

 

Para conocer los principales argumentos esbozados por estos dos organismos internacionales, analizaremos el informe y lo vincularemos con un resumen realizado por especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosario. 

 

Antes de ingresar en los puntos específicos, lo primero que se debe destacar del informe es que las proyecciones de la OCDE y la FAO dan cuenta de un crecimiento en la demanda mundial de cereales y oleaginosas para el período 2017-2026, pero no de la magnitud ni la intensidad que se registró en la década pasada. Precios internacionales más altos en términos nominales (posiblemente no en términos reales o constantes, debido a la inflación global esperada) y un comercio agrícola (especialmente de cereales y oleaginosas) también en aumento.

 

Este tipo de trabajos como el que elaboran la OCDE y la FAO sirven para considerar qué dirección y qué ritmo llevarán las decisiones políticas, comerciales y productivas referentes al sector agropecuario en los próximos años en los principales países productores y consumidores a nivel mundial.

 

Por supuesto que también sería sumamente aconsejable que estas proyecciones se tomaran en cuenta en las orientaciones de las políticas activas que el gobierno nacional decida implementar como método de incentivación a la producción local. Pero más allá de esas decisiones políticas, los propios productores son quienes deben orientar sus decisiones productivas en base al esquema planteado para la evolución de la demanda mundial, teniendo por supuesto en consideración la actitud que asuman los países proveedores del mercado mundial que compiten con el nuestro.

 

El año pasado ya mostró una retracción de precios

 

Los precios de los productos agropecuarios vienen de registrar una fuerte caída en sus niveles promedio durante el año 2016. Esta disminución tuvo correlato en la amplia producción que experimentaron tales productos, alcanzando muy buenos volúmenes a nivel mundial en casi todos los rubros. En el caso de los cereales, por ejemplo, esta disminución de valores se sintió principalmente sobre el precio del maíz y el trigo, que alcanzaron un récord de producción global.

 

En contrapartida con este excedente de oferta que tuvimos el año pasado, la demanda mundial se mantuvo prácticamente estancada, apenas con leve crecimiento. Entonces con un escenario de mayor oferta y de demanda casi quieta, la acumulación de stock fue inevitable y, como mencionamos más arriba, esto se reflejó en los precios de las commodities hacia la baja.

 

Pero no sólo desde la oferta y la demanda es que se analiza lo que pasó con los precios en el último año. El informe de la OCDE-FAO también hace alusión a la correlación que existe en las materias primas con el crecimiento del PBI mundial (que se traduce en un aumento en la demanda de los commodities agrícolas cuando el PBI mundial aumenta) y en el precio del petróleo, que determina el precio de varios insumos en la agricultura e influye en la demanda de cereales, azúcar y aceites vegetales a través del mercado de los biocombustibles.

 

En este sentido, durante la mayor parte del año 2016 los precios del petróleo fueron bajos respecto de su cotización histórica, lo que sumado a un lento crecimiento del PBI mundial (+2,9% anual), también contribuyeron a la disminución de los precios observada en los mercados agrícolas en 2016.

 

Por supuesto que más allá de lo sucedido el último año específicamente, la dinámica de la última década (2006-2016) marca que en dicho período se pudo observar un incremento de la demanda de commodities agrícolas sin precedentes. Aumentó en 500 millones de toneladas (MT) el consumo de cereales o en 32 MT el de carne avícola, sólo por dar dos ejemplos.

 

Suba que claramente fue impulsada por dos factores principales: el crecimiento de China y el incremento en la producción de biocombustibles. En China, el mayor poder adquisitivo empujó la demanda de alimentos, mientras que en el mundo, las políticas de apoyo a los biocombustibles fortalecieron la demanda mundial de maíz, caña de azúcar y aceites vegetales. Dos claros aspectos en los que se benefició por ejemplo nuestro país, viviendo una de sus etapas más destacadas a nivel de producción, exportación y generación de divisas provenientes del sector agropecuario. Y todo eso pese a los errores en las políticas del gobierno anterior. 

 

¿Se profundiza el freno en el crecimiento?

 

Según se desprende del informe elaborado por OCDE-FAO y extraordinariamente analizado por los especialistas de la BCR, los factores nombrados anteriormente, como la demanda China o el peso de los biocombustibles, continuarán influyendo sobre la demanda mundial de productos agrícolas, pero su relevancia disminuirá relativamente en la próxima década.

 

Según los observadores, por un lado el crecimiento de la demanda en China se está desacelerando. Y por el otro, la evolución de las políticas actuales y los precios moderados esperados del petróleo crudo en el largo plazo probablemente conduzcan a un menor crecimiento en la producción de biocombustibles derivados de materias primas agrícolas en comparación con la última década.

 

Por lo tanto, si se caen estos dos aspectos fundamentales es muy posible que los cimientos del comercio agrícola comiencen a crujir, aunque es difícil que se desmoronen. 

 

En otro orden de factores, las proyecciones de la OCDE-FAO también señalan que el comercio agrícola seguirá aumentando, pero a un ritmo más lento que en la década pasada. Según los especialistas, este menor crecimiento será más evidente para los cereales y las semillas oleaginosas, que en conjunto representan aproximadamente el 45% del valor total.

 

La desaceleración en el incremento del comercio agrícola no es un fenómeno aislado y está ligado al menor crecimiento del PBI mundial. De todas maneras, adelantar qué podría llegar a pasar en el mediano plazo con la participación del comercio sobre la producción mundial es muy difícil.

 

En cuanto a las exportaciones, el informe señala que en la próxima década los volúmenes de exportación de los commodities seguirán concentrados en cinco principales países exportadores, aglutinando el 70% de lo comerciado a nivel global. En el caso de la soja, este último valor se ve acrecentado, ya que sólo Estados Unidos y Brasil contabilizan el 80% del poroto comercializado a nivel mundial, donde se espera que mantengan esta participación. Como se observa, por ahora la Argentina no aparece en ese grupo de países abastecedores, al menos no entre los primeros lugares.

 

Por último, cabe destacar que se espera que el crecimiento de la oferta mundial de cereales esté explicado en un 90% por el aumento en el rendimiento de los cultivos. Durante el período hay expectativas de que la producción mundial de cereales crecerá aproximadamente a un ritmo del 1% anual, lo que conducirá a un aumento total para el 2026 de 11% en la producción de trigo, 14% para el maíz, 10% para otros cereales secundarios y 13% para el arroz.
 

 

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