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Piden 17 años de cárcel para la madre de Florencia Di Marco

Un fiscal la consideró partícipe necesaria de los abusos. Para él, hay indicios de que sabía y no hizo nada para evitarlo. 

Por redacción
| 18 de diciembre de 2017
Para las autoridades judiciales, la madre permaneció indiferente a los ataques que sufría su hija.

Una hipótesis afianzada con pruebas e indicios cimienta la acusación que hizo ahora el fiscal de Instrucción Nº 3, Esteban Roche, contra Carina Valeria Di Marco: que la mujer sabía que su pareja, Lucas Matías Gómez, abusaba desde hace tiempo de su hija mayor, Florencia Abril Di Marco, y nada hizo. El 22 de marzo de este año, mientras ella daba a luz al tercer hijo que tienen en común, Gómez asesinó a su hijastra de 12 años, después de violarla. Por ello, el fiscal la acusó como partícipe necesaria de los ultrajes y solicitó que sea condenada en un eventual juicio oral a 17 años y seis meses de prisión, según le informó a El Diario una fuente judicial, el viernes.

 

Si Di Marco hubiera denunciado a su concubino; si hubiera actuado cuando las maestras de Florencia le comentaron que la nena les había confiado que él la tocaba; si ella hubiera dejado de convivir con él, evitando que la chica compartiera techo con su agresor, los abusos no habrían continuado y tal vez Florencia hoy estaría viva.

 

En rigor, el representante del Ministerio Público Fiscal consideró que Di Marco ha sido “partícipe necesaria del delito de abuso sexual con acceso carnal, triplemente calificado: por ser guardadora, por el vínculo y por la convivencia preexistente con un menor de 18 años”, especificó la fuente.  Es la misma calificación por la que la jueza Palacios procesó a la mujer y dispuso mandarla a la cárcel, con prisión preventiva, el pasado 6 de abril.

 

En este sentido, los argumentos que el fiscal expresó en su dictamen van en la misma línea argumental expuesta por Palacios, refirió el informante. En esa oportunidad, la jueza había tomado en cuenta los testimonios de docentes de la Escuela “Florentino Ameghino” de Palmira –a la que Florencia fue hasta el primer semestre del año pasado, previo a que su familia se mudara a San Luis–, y los parientes más cercanos a los acusados y la víctima, también residentes en esa ciudad mendocina.

 

Hay docentes que aseguraron haber citado a Carina Di Marco antes del inicio de las vacaciones de julio de 2016, para ponerla en conocimiento de que la nena había dicho que su padrastro Lucas “la acariciaba mucho”. Inclusive, según consta en estos testimonios, Carina le restó importancia al comentario hecho por las maestras al decir que su hija era una mentirosa. Así, con esta apreciación, desacreditaba a la niña y respaldaba a su pareja.

 

La comisión de policías de la División Homicidios que la jueza envió a Palmira, para profundizar las averiguaciones, logró obtener, además, un audio de WhatsApp que circulaba, en el que la voz que se oye sería de Adriana Yolanda Ramírez, una maestra de la mencionada institución escolar. Habría mandado el audio a sus compañeras, cuando Florencia era buscada, después de que el padrastro  fuera a una comisaría para hacer una solicitud de paradero. Gómez se presentó después de asesinarla y arrojar el cuerpo desde un puente, en Saladillo.

 

En el mensaje, una mujer ruega que no le haya pasado nada malo a la niña, expresa dudas sobre el padrastro en relación a la desaparición de la nena y recuerda que la chiquita les había contado a ella y a una tal María Teresa que la pareja de su mamá la acariciaba. La otra persona referida en el audio sería otra maestra, María Teresa García Cobos.

 

Por otro lado, del entorno más íntimo de los acusados surgieron fuertes referencias, que no dejaban bien parados ni Carina ni a Gómez. La mamá de Lucas, Ester Manzo, declaró que Carina solía tratar a la chiquita de prostituta, y que la mandaba al baño cuando Gómez se bañaba. Y el padre de la acusada, Carlos Alfredo Di Marco, dijo que su nieta le había contado que de noche, mientras dormía, sentía que alguien abría la puerta, se aproximaba a la cama y la zamarreaba y golpeaba, y que cuando ella se despabilaba, esa presencia extraña ya no estaba allí.

 

Después del procesamiento, las docentes mendocinas vinieron a declarar a San Luis, para ratificar, rectificar o ampliar sus dichos en el Juzgado Penal 3. Si algo quedó en claro durante esas testimoniales del personal de la escuela es que buscaron darle otro matiz a la charla que mantuvieron con Carina Di Marco, posiblemente para despegarse ellas mismas de la sospecha de haber sido negligentes y no haberle dado al tema la importancia que tenía.

 

Di Marco jura que desconocía que su hija era víctima de las arremetidas de Gómez. Pero, para las autoridades judiciales, su versión no es creíble. Para ellos, tuvo conocimiento real y concreto de los ultrajes y, a pesar de ello, “omitió, nada hizo como madre para sustraerla de dichos padecimientos sexuales, avalando la convivencia del autor con la víctima menor”, lo que facilitó que Gómez la abusara reiteradamente, expresó en su momento Palacios, en fallo en el que procesó a Di Marco. “En suma –continuó–, permaneciendo (Carina Di Marco) pasiva, inerte, indiferente al martirio al que era sometida su propia hija, una niña de apenas 12 años”.

 

Es decir, no lo denunció y siguió viviendo con el atacante, conservando así el escenario que facilitaba la continuidad  de los abusos. 

 

En ese escrito, además, dijo que la acusada desatendió “todas las señales que su hija dio” de los sometimientos, “privándola de la contención, cobijo y tranquilidad que necesitaba, máxime atendiendo su escasa edad y su consecuente indefensión ante tal situación”.  

 

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