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Dos escuelas cerraron el año escolar de huertas

En Cerro de Oro enseñaron a cocinar con aromáticas y malezas comestibles. En el paraje Los Lobos hicieron hincapié en cómo manejar el agua de manera eficiente.

Por Magdalena Strongoli
| 03 de diciembre de 2017
Ensayos. En Los Lobos tiene huerta a cielo abierto para hacer trabajos comparativos.

El año termina, pero los niños no paran de aprender. En esta oportunidad el programa Pro Huerta, que depende del INTA, estuvo en dos escuelas: la del paraje Los Lobos y la de Cerro de Oro. En la primera los especialistas quisieron hacer hincapié en cómo manejar eficientemente el agua a través del sistema de riego por goteo. Por otra parte, los de la escuela que está cerca de Santa Rosa del Conlara aprendieron a cocinar con malezas y aromáticas.

 

Uno de los objetivos principales en esta clase de trabajos apunta a lo que el INTA llama soberanía alimentaria, que es la posibilidad de acceder a alimentos frescos y de calidad que contribuyan a la nutrición de quienes los consuman. Lo consideran un derecho y por lo tanto lo que busca el organismo nacional es facilitarle el acceso a los que menos tienen.

 

Ariel Risso, extensionista en Concarán, tuvo a cargo la charla en la Escuela  Nº 223 "Juan Pascual Pringles", en Los Lobos. Es una escuela primaria y tiene hasta el tercer año de la secundaria. Son en total alrededor de 30 alumnos y desde hace 5 años tienen huerta a cielo abierto, a la que este año le sumaron la producción bajo cubierta. "Si bien los chicos tienen experiencia y conocen cómo hacer verduras, en esta charla nos enfocamos en el uso de la tecnología de invernaderos, que implica una mayor inversión pero que sin dudas trae beneficios como el rápido crecimiento", contó, y agregó que esa información los alumnos la volcaron en una encuesta que hicieron al final de la jornada.

 

"Los chicos vieron los beneficios que tiene la estructura de nylon en épocas de viento. Ahora, con la llegada del calor tendrán que aprender la técnica para que la temperatura no exceda las máximas permitidas. Usaremos para eso una media sombra que impida que el calor llegue directo y abriremos los laterales para que se ventile el invernadero. De no hacer esa tarea la producción será la principal afectada", informó el especialista del INTA. 

 

El invernadero de la Escuela Nº 223 tiene ocho metros de largo, por cuatro de ancho y dos metros y medio de altura. Está recubierto con un nylon de larga duración térmica que según explicó Risso es el que normalmente se usa para esos trabajos. Las varillas son de hierro de 12 pulgadas, con las que forman arcos. Además, usan postes y hierros del 8 que van de manera transversal. "Esos materiales los entregó el INTA, que también colaboró con el armado y el asesoramiento técnico para la producción", aseguró Risso, quien agregó que además en el establecimiento tienen desde hace unos cuantos años una huerta al aire libre que aún conservan para poder hacer el comparativo de las dos formas de producción.   

 

Flavia Quevedo es bromatóloga y trabaja desde hace un año en la Escuela Nº 221 "Irma Romero de Pacheco", de la localidad de Cerro de Oro. Junto con los alumnos y maestros armaron el invernadero para que los chicos aprendan a producir con las bondades de la cobertura plástica. "Esta jornada y la que dirigió el ingeniero Risso son parte del tercer encuentro de soberanía alimentaria. Ese concepto representa el derecho de todos los pueblos a tener alimentos accesibles, que sean nutritivos en forma sostenible y ecológica", comentó Quevedo, quien aseguró que el método es mostrarles las herramientas disponibles para producir y tener disponibilidad en cualquier época del año.

 

"En la jornada hicimos hincapié en el uso de riego por goteo para ayudar a la eficiencia en el uso del recurso. Además hicimos demostraciones de cómo cocinar con malezas y aromáticas. Por ejemplo: los chicos prepararon helado de lavanda", contó Flavia, quien agregó que se trata de una escuela que está alejada de Merlo pero no es un establecimiento rural.

 

"La institución cuenta con un gran patio en donde pudimos instalar el invernadero, que funciona como unidad demostrativa para saber qué clase de verduras pueden hacerse en esa zona. Ellos desde hace cuatro años trabajan con la producción bajo cubierta, que gracias a la técnica del bancal alto les permite producir hasta tres veces más que de la manera tradicional", detalló la especialista, quien indicó que están en plena cosecha por lo que aún no tienen números de rendimientos.

 

Por último la especialista contó a la revista El Campo que de esos encuentros participan los padres de los alumnos y la comunidad en general, todos con mucho interés por conocer las diferentes formas de producción. "Tuvimos un intercambio en nuestra escuela con el Instituto Paula Albarracín, de la capital, en el cual nuestros alumnos les explicaron a sus pares qué tareas fueron indispensables para alcanzar el objetivo de tener verduras.

 

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