Vinos y quesos, el matrimonio perfecto

Fascinante como el de los vinos es el mundo de los quesos. Ambos son alimentos con miles de años de historia, con fórmulas y recetas que atesoran los más preciados secretos que dan vida a un complejo y maravilloso universo de sabores.

Cuántas veces te encontraste descorchando un Cabernet Franc o un Malbec y dijiste “a este vino le quedaría genial una buena tabla de quesos”; y esto es porque no sólo comparten la historia de sus orígenes sino porque la vida los hizo compañeros inseparables, casi imposible de pensar a uno escindido del otro.

Bien vale entonces refrescar que el maridaje es la búsqueda de armonía entre el vino, y en este caso los quesos, donde ninguno prevalezca sobre el otro y en conjunto nos generen mayor satisfacción y placer.

Y dado que los quesos desarrollan sabores muy variados dependiendo de su modo de elaboración y de la materia prima original, sea esta leche de vaca, de cabra, de oveja, o de búfala, entre algunas otras más; el desafío entonces consiste en encontrar la armonía entre el estilo del queso y la complejidad del vino a degustar. Como regla general diremos que los quesos van subiendo su intensidad a medida que aumenta la dureza y el estacionamiento y disminuye la grasa y la humedad. Entonces habrá que buscarles el compañero siguiendo la escalera de complejidad de los vinos, empezando por los blancos frescos, aquí un Tybo; siguiendo por los blancos con madera, aquí un Gouda; pasando por los rosados y los tintos jóvenes y frutados, aquí un Sardo; y terminando por los tintos complejos y estructurados, aquí un Parmesano Regiano.

Para tener en cuenta, los quesos de corteza enmohecida, como el Camembert y el Brie o los quesos azules y con hongos como el Roquefort o el Stilton Inglés, solo se llevan bien con vinos muy complejos pero muy dulces, como los Sauterns o los Cosecha Tardía, y esto funciona muy bien en Europa porque ellos acostumbran a comer los quesos al final de las comidas.

En Argentina acostumbramos a comer los quesos como picadita, antes del asado o del plato principal y esto nos genera un pequeño conflicto ya que no es conveniente tomar los vinos dulces antes de comer. Entonces a estos quesos complejos habrá que buscarles su momento ideal.

Maridaje queridos enófilos, es un sustantivo masculino que refiere a “unión”, “conexión”, “ensamblaje” o “casamiento” y entonces les dejo a ustedes la deliciosa tarea de buscar y buscar hasta encontrar, según ustedes, el que resulte el matrimonio perfecto, ¡salud!