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Tierras argentinas para el trabajo boliviano

Por redacción
| 02 de abril de 2017

Fácil es hablar de inclusión. Lo difícil es ejecutar acciones que ayuden a los sectores más desprotegidos. Sol Puntano fue testigo del ritual de la alegría que trajo la comunidad boliviana a la firma de convenios por la cual podrán explotar 12 hectáreas del predio para la producción frutihortícola. De esa manera, en el corto plazo, San Luis podrá consumir productos de calidad hechos en tierras puntanas.

 


El sol asomaba tímidamente. Al momento del ingreso del gobernador Alberto Rodríguez Saá para la firma de los acuerdos, comenzó a calentar con intensidad, como augurando un futuro brillante, luminoso y próspero para todos los involucrados, que no podían dejar de mostrar su emoción. De alguna manera, San Luis les estaba dando la bienvenida nuevamente, en forma de una salida laboral, a los bolivianos que habían decidido radicarse aquí.

 


Hombres y mujeres de trabajo, que conocen el sacrificio y sobre todo saben del desarraigo, de partir rumbo a otras latitudes en busca de mejores oportunidades, hoy podrán desarrollarse en el ámbito que más conocen y además producir para quienes los han recibido y así generar una actividad que les permita crecer en lo económico. Un verdadero círculo virtuoso.

 


El día que ingresaron al Plan 'Parcelas Hortícolas' entendieron las razones que los trajeron a ser parte del sueño puntano. Sin saber cómo terminaría, conocían de las bondades en la tierra de las oportunidades. 

 


Alejandra Quispe vive en el barrio 1º de Mayo desde hace 22 años. Vino de La Paz, de donde, según confesó, la pobreza la hizo migrar. “Allá teníamos huertas con tomate, lechuga, zapallo, repollo, perejil, entre otros. También frutales. La producción la usábamos para consumo propio y algo para la venta si es que nos sobraba”, aseguró con cierta nostalgia por los años vividos en su país.

 


Conocedora de los secretos de la producción agrícola, Quispe charló con la revista de El Campo antes de firmar el convenio entre el Gobierno y la comunidad boliviana. “Esperamos que todo vaya bien. Ahora la tierra está virgen, por lo que va ser simple producir, con el paso de las cosechas trabajaremos la tierra para poder mantener los nutrientes y darle a la producción una continuidad. Estamos tranquilos porque vamos a trabajar junto a los ingenieros, que nos darán su aporte para asegurarnos que todo salga bien”, dijo, y agregó para mostrar sus conocimientos que “acá debemos regar todos los días. En Bolivia la tierra tiene mayor humedad y la retiene por más tiempo. En mi país lo hacíamos una vez por semana”.

 


“Ahora nos tenemos que organizar sobre cómo vamos a trabajar. Tendremos disponible una hectárea por cada familia. La mercadería que saquemos de ahí será para la venta en los comercios locales y la ganancia será para nosotros y para reinvertirla. Esta es una oportunidad de trabajo que sabremos aprovechar”, aseguró Alejandra, que tiene dos hijos y a su marido, quien trabaja en la construcción.

 


En este momento ella tiene su propia huerta en el patio de su casa. “Llegué de mi país y usé un pedacito en el fondo para poder producir verduras para mi familia. En este momento tengo en su mayoría zapallo, porque ocupa mucho espacio. En el resto del lugar tengo tomate, perejil y algo de morrón. Ahora espero para sembrar arvejas, habas, cebollas y repollos”, detalló la pequeña productora, que espera el momento adecuado para implantar las semillas.

 


“Lo que nos pasa es una bendición de Dios. Es muy raro que alguien en estos tiempos te dé una tierra para cultivarla y que además después de un año, si todo va bien y la producción es la esperada, nos la cederán por un precio que el Gobernador dijo será simbólico”, enfatizó Quispe, atravesada por la emoción de lo que vivió en Sol Puntano.

 


La solidaridad es una característica que ellos conocen muy bien y que puede verse en la camaradería que se genera entre la gente de la comunidad. Pero no sólo es para los hermanos bolivianos, sino que colaboran con quien lo necesite. “Para aquellos que les interese trabajar la tierra y no conozcan cómo hacerlo, nosotros podemos enseñarles. Es muy simple y cualquiera puede hacer la actividad”, aseguró Quispe.

 


Abraham Callejas, el presidente de la comunidad boliviana, fue quien contactó a los más capacitados para sembrar en las 12 hectáreas de Sol Puntano. Optó por aquellos que sabía que iban a poder cumplir con el objetivo productivo por su experiencia. Así fue que lograron juntar a las familias que luego de la firma de convenio se arremangaron y empezaron a trabajar la tierra.       

 


Adrian Mamani Copa es uno de los representantes a quien la revista El Campo consultó para saber qué sentía a partir de la medida que dispuso el Gobernador. “Está es una oportunidad que tenemos que aprovechar. No es común que un Gobierno te ceda un espacio para poder producir. Además queremos ayudar a comercializar verduras de calidad para los sanluiseños y que no haya que traerlas de otras provincias. Estamos agradecidos al señor Rodríguez Saá por la ayuda, es para nosotros una mano que nos empuja para poder salir adelante en tierra argentina”.

 


Al momento del acuerdo había seis hectáreas listas para la siembra con sistema de riego por goteo. Mamani contó que ahora la prioridad es producir mucho y bien. “Por la época estamos limitados para la siembra, pero luego podremos plantar muchas cosas, sobre todo en setiembre, mientras esperamos el verano. Para alcanzar cualquiera de los objetivos tenemos que venir con la familia y ayudarnos entre todos”, dijo uno de los jóvenes que explotará el predio cedido por la provincia.

 


Fue una regla general en esa jornada el sentimiento de agradecimiento, la alegría y la esperanza. Alberto Puma Cabrera recordó a esta cronista sus días en Bolivia. “En Potosí hacía hortalizas como papa, lechuga, cebolla. Cuando llegamos a San Luis nos empezamos a dedicar a la construcción, que era más rentable. A través de la comunidad nos enteramos de que íbamos a poder explotar estas tierras".

 


o, conozco de los secretos para cultivar”, dijo Puma, quien tiene un hijo de 12 años a quien en sus ratos libres le enseñará el oficio de horticultor.   

 


“Tener esta oportunidad de poder trabajar la tierra es para nosotros una alegría tremenda. Hace muchos años que la gente de nuestra comunidad la lucha. A partir de ahora comienza un nuevo sueño para la gente de nuestro país que resida en San Luis”, aseguró el pequeño productor boliviano.

 


“En principio lo que queremos hacer es producir verduras para San Luis. Más adelante le podremos agregar frutales u otras hortalizas que tengan buena salida. Por ahora nos enfocaremos en producir para vender a nivel local”, comentó Alberto con decisión.

 


El presidente de Sol Puntano, Miguel Lombardi, estará supervisando los trabajos que se harán en las hectáreas que les han cedido a los productores. “El convenio consiste en darle, en principio a las familias bolivianas, una hectárea de tierra a cada una para ser cultivadas. Además el Estado les provee las herramientas básicas para que comiencen a trabajar, y también el asesoramiento técnico. El único requisito es que residan en la provincia de San Luis. Entre las condiciones para explotar el espacio, los bolivianos deben producir verduras, como mínimo dos cultivos por año. Serán productos con buena salida".

 


Pero eso no es todo. El Gobierno pretende que se apropien de su fuente de trabajo. “Luego de un año el espacio que hoy empezaron a trabajar, si se cumplen los objetivos, les será cedido para que hagan los cultivos de forma permanente. Nosotros vamos a monitorear que realicen las tareas en la tierra”, dijo Lombardi.

 


La medida persigue un fin y es el de ayudar a los que menos tienen, con el formato elegido por San Luis de que las acciones deben ir de la periferia al centro. “Lo que busca el Gobierno de la Provincia es crear trabajo genuino y aumentar la producción hortícola local. Para poder bajar los costos de las verduras para el consumidor y también para llevar calidad a la mesa de los puntanos. Como dijo el Gobernador, con tomate que tenga gusto a tomate”.

 


“También queremos replicar esta idea en localidades del interior provincial. Es decir, donde haya un grupo de productores que quieran incursionar en esta forma de trabajo y tengan conocimientos, podrán inscribirse en nuestro programa hortícola”, aseguró Lombardi, al tiempo que reveló que ya hay pequeños productores que han consultado sobre cómo pueden hacer para generar un emprendimiento hortícola. Y no sólo bolivianos, también hay muchos puntanos interesados en tomar el trabajo en la tierra como una salida laboral permanente y rentable.

 


Requisitos y condiciones

 


En cuanto a aquellos que quieran ser parte de Parcelas Hortícolas, el funcionario explicó: “Aquí no hablamos de resultados inmediatos sino de algo que va a crecer y que llevará un tiempo. Es decir, no es que hoy solicitan la tierra y mañana se las damos. Cada uno deberá demostrar que tiene conocimientos para que el proyecto llegue a buen puerto. Hay que exhibir muchas ganas de trabajar y saber de qué se trata, porque es una profesión muy especial, que requiere de sabiduría y técnica”.

 


“Los hermanos bolivianos tienen una relación con los trabajos en las huertas que en la Argentina no existe. Basta sólo con preguntarles a ellos y todos han tenido una experiencia en la horticultura en Bolivia. Algunos han dado continuidad a las labores en pequeños espacios, que en general sólo alcanzaban para el consumo de la familia y algunos vecinos”, contó Lombardi, dando cuenta del potencial que existe en estos grupos, ya sea por su incansable labor, porque son de no bajar nunca los brazos o por la experiencia que traen.

 


Todos quieren dejar en claro que se abre una puerta al trabajo para poder producir verduras en la provincia, como supo pasar años atrás, sin la necesidad de tener que salir a comprar afuera. “Quienes estén interesados, pueden venir a ver cómo trabajan las familias bolivianas en Sol Puntano. Queremos cumplir el objetivo de nuestra escuela experimental, que éste sea un modelo para replicar y en el futuro haya más espacios así para llegar a todos los hogares de San Luis”, invitó Lombardi.

 


Fueron los hermanos latinoamericanos los que se acercaron a pedir ayuda. Abraham le contó a la revista El Campo la experiencia vivida. “Pedimos una audiencia para hablar con el Gobernador para que nos ayude con el cierre perimetral y un salón de usos múltiples para el predio que tenemos en la zona del parque industrial en la ciudad. Ahí mismo él tuvo una gran idea y nos propuso trabajar en un espacio de Sol Puntano. Para nosotros fue como un despertar, ya que teníamos la idea pero no sabíamos cómo ponerla en práctica. Desde ese momento abrazamos la propuesta y ahora que es una realidad no la desaprovecharemos”.

 


“A la mañana firmamos el acuerdo y a la tarde nuestras familias ya empezaron a preparar la tierra para poder sembrar. Por supuesto que de manera simbólica le pedimos a nuestro representante provincial que plantara la primera semilla”, contó Callejas, quien junto a Rodríguez Saá realizaron un tradicional culto a la Pachamama como una forma de bendición a esas tierras que darán producción.

 


Ahora las familias se proponen trabajar incansablemente. Saben lo que tienen que hacer y cuentan con las herramientas y el apoyo de toda una comunidad, lo que les asegura el éxito,  no sólo para ellos sino para los consumidores, que podrán comprar verduras producida en tierra puntana.

 



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