Quioscos saludables: una ley que no siempre se cumple

Eran pasadas las 9:30 y los chicos de primaria del Centro Educativo Nº 8 "Maestras Lucio Lucero" salieron de sus aulas para el recreo. Corrieron a hacer fila en el quiosco de la escuela para comprar algo para comer. Tenían para elegir golosinas de todo tipo: caramelos, chupetines, chocolates, alfajores cubiertos con chocolate, gomitas y otras variedades. Lo más popular a esa hora eran los sánguches de jamón y queso, por $20 se llevaban uno de más de 20 centímetros. Y para tomar, aguas saborizadas, jugos y gaseosas. Pero tenían otras opciones. Alimentos sanos como turrones, yogurt, ensaladas de frutas y tutucas que se perdían entre las góndolas. Ludmila y Lara son compañeras de 2º grado, una de ellas sacó su pequeño monedero rosa para extraer el dinero que le dieron sus papás y compró una gelatina de Los Simpsons. La otra, un chupetín con tatuaje. Contó que era su favorito y que lo compraba todos los días. Guillermo, Elina y Francisco de 5º y 6º grado, pagaron los 10 pesos que salía cada sándwich de jamón y queso calentito. La escena se repite en muchas escuelas de la provincia, en las que las opciones más saludables muchas veces no están disponibles para los estudiantes.

Según Mauricio Tardáguila, dueño del local, ofrecen productos sanos para los chicos. Aunque los alimentos que señaló como saludables no lo eran del todo y escaseaban. Contó que es el primer año que se hace cargo del local y que, hasta ahora, ningún funcionario del Ministerio de Educación o Salud fue a visitarlo para controlarlo.

En el Instituto Causay el panorama es distinto. No se ven caramelos ni chupetines y menos snacks. Las estanterías tienen alfajores simples, galletitas de arroz, pororó, tutucas y alimentos sin TACC. En las heladeras exhiben jugos y agua mineral. “Tenemos un listado de lo que podemos vender y lo que no. Lo trajeron hace unos dos años. Además, el colegio hace mucho énfasis en la mercadería que ofrecemos”, dijo Marcela Cabreras, empleada.

En 2010 el Gobierno sancionó la Ley Provincial Nº 30.743 “Mejor alimentación, más salud”, que regula la venta de alimentos en los establecimientos educativos públicos y privados de la provincia. La autoridad de aplicación, el Ministerio de Salud, elaboró el listado, que se actualiza anualmente, y establece qué pueden comercializar los colegios.

En el Instituto San Luis Gonzaga, ubicado en la esquina de Ayacucho y Colón, los dueños del quiosco tienen la concesión desde hace 12 años. En el establecimiento aseguran  que desde que entró en vigencia la ley, dejaron de vender chizitos y papas fritas, los productos más vendidos. “Tenemos alimentos para celíacos. Alfajores y bizcochos de arroz, no tenemos gaseosas y sólo nos permiten vender jugos de dos marcas porque los demás tienen mucha azúcar”, mencionó Luis Medina, propietario.

Recordó que cuando entró en vigencia la norma tuvo que ir al ministerio para que le informaran qué tipo de productos podía vender. También remarcó que las autoridades del colegio les pidieron que dejen de vender snacks para los alumnos de jardín. Sin embargo, se podían ver algunos huevos de chocolate. El dueño del quiosco señaló que sólo pueden vender galletitas simples, no rellenas, alfajores dobles y no triples.

Algo similar pasa en el colegio María Auxiliadora. Mario Panzitta tiene el quiosco desde hace 15 años y contó que hace dos tuvo que cambiar los alimentos que vendía. En sus góndolas expone galletas con semillas y simples, de arroz, alfajores dobles y barras de cereales. Además, es bufete y ofrece viandas a las alumnas. “Vendemos ensaladas con huevo o queso, tartas de verduras, tortilla de papas y acelga. También tenemos gelatina y ensaladas de frutas”, comentó. Pero Panzitta indicó que aunque las chicas no puedan comprar golosinas en su negocio, igual ingresan con productos que adquieren antes de entrar al colegio. “Las autoridades no pueden hacer nada. Por eso, creo que es importante que los padres les enseñen a alimentarse bien”, sostuvo.

Al ingresar al ex Colegio Nacional, frente a la plaza Pringles, lo primero que se puede ver son los paquetes de palitos salados que por sólo $10 ofrecen una oferta de grasas y sal. Y en una gran estantería de vidrio, caramelos y chupetines de todos los colores y sabores que explotan de azúcar. Tímida, la empleada admitió que no son saludables “pero son chicos de secundaria”. Dijo que este año no vio que nadie controle los quioscos saludables.

El sondeo realizado por El Diario de la República determinó    que no todas las escuelas la respetan la ley del 2010 y que tampoco existe un control que obligue al comerciante a adecuarse a la ley.

A nivel nacional, la iniciativa de los quioscos saludables data de hace casi 9 años.  La ley 26.396 de 2008 está focalizada en los trastornos de la conducta alimentaria (obesidad, bulimia y anorexia nerviosa) y la incorporación de la Educación Alimentaria Nutricional (EAN) en el sistema educativo, en todos sus niveles. La norma instala la promoción de un ambiente escolar saludable, la implementación de los quioscos con alimentos nutritivos, entre otras disposiciones. Específicamente, el artículo 9º, expone: “Los quioscos y demás establecimientos de expendio de alimentos dentro de los establecimientos escolares deberán ofrecer productos que integren una alimentación saludable y variada, conforme una lista que determine la autoridad de aplicación. Los productos mencionados y la lista que los determina deben estar en un lugar destacado y visible del establecimiento, conforme lo establezca la reglamentación (…)."

Un estudio realizado por el Centro de Estudios de Nutrición Infantil (Cesni), que investigó qué jurisdicciones tienen legislaciones para cuidar la alimentación de los niños y adolescentes, mostró que en la mayoría de las provincias se han elaborado proyectos de ley con el objetivo de mejorar o ampliar la oferta de alimentos de buena calidad nutricional. A excepción de Formosa, La Rioja, Córdoba y Santa Cruz, que hasta 2013 no habían presentado proyectos de ley provinciales, hasta la actualidad. También remarcaba que la ley aprobada en San Luis era la primera en regular específicamente a los quioscos saludables.