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El particular mundo de los remates de pura sangre

Por redacción
| 11 de junio de 2017
El arte de vender. Ezcurra anuncia las cualidades de Bombardie, del haras El Trébol. Consiguió el mejor precio, con 280 mil pesos.

La provincia, como buena usina ganadera, está acostumbrada a los remates de bovinos. Buena Esperanza, Villa Mercedes y San Luis son sedes habituales en las que compañías importantes como Mondino, Travaglia y Ganadera del Sur bajan el martillo casi todas las semanas para vender terneros, novillos, vaquillonas y, en la segunda mitad del año, toros.

 

Imposible entender lo que dice el rematador Carlos Ezcurra, que habla a velocidad supersónica. Pero igual logró vender todo.


Pero no es tan usual la visita a San Luis de los haras más renombrados del país para exhibir y rematar caballos SPC, que son los famosos Sangre Pura de Carrera. Portentosos animales, de pelaje brilloso y patas larguísimas, aptos para volar en las pistas. Sin embargo, el Hipódromo de La Punta se va convirtiendo de a poco en una referencia ineludible del turf en general y de este tipo de subastas, que atraen compradores de varias provincias, que llegan hasta la ciudad del siglo XXI en busca de refuerzos para sus planteles.

 


Como es habitual en La Punta, el viento fue uno de los protagonistas de la jornada, obligando a los asistentes a subir los cuellos de los abrigos y recurrir a gorros de lana a pesar del sol del medio día. La pista todavía estaba vacía a la espera de las seis carreras de la jornada, entre las que sobresalía el Clásico de las Estrellas en el cierre, por lo que toda la atención se posó en el Sector H, junto a las caballerizas y frente a la sala de instrucción de la escuela de jockeys, donde bajo una carpa gigante se armó el remate.

 


La conducción estuvo a cargo de Carlos Ezcurra, de la empresa ARG Sales, quien disfruta de venir a San Luis. “Este hipódromo fue lo mejor que le pasó al turf en los últimos años. Por sus instalaciones de primera, por el paisaje que lo circunda y porque cada vez que vengo veo mejor nivel en los caballos, en los studs, en la organización. Es un placer”, le contó a la revista El Campo el rematador, todo un personaje una vez que larga la subasta.

 


Como todo especialista en este oficio tan particular, Ezcurra tiene sus muletillas: “Vamos, subí la apuesta que me tengo que ganar el pasaje”, “¿Era un solo tiro, no tenés más?”, “Lo estoy regalando, esperaba más”. Y así fue amenizando la jornada, que la organización matizó con una repartija de empanadas fritas y gaseosas, aunque muchos se mantuvieron firmes con el mate para contrarrestar el frío.

 


Ezcurra no usa martillo como los rematadores de ganado, ni se sube a ningún estrado. A nivel de piso, frente a la audiencia que se guareció en la carpa, simplemente enrolló un programa con los datos de la subasta y comenzó a señalar a los interesados. Imposible descifrar qué decía a una velocidad supersónica, apenas se escucha el último precio ofertado. Pero todos lo conocen y no se hacen problemas por entenderlo, el programa cuenta con todos los datos y ellos, experimentados observadores de caballos de carrera, ya habían tenido dos oportunidades el día anterior de relojear todo lo que iba a salir a la venta, por lo que tenían claro qué habían ido a buscar y hasta donde apretar con las ofertas.

 


Cada animal representa un número de lote, que lo tiene pegado en el anca cuando hace su aparición ante la gente. Un cuidador con ropas de gaucho es quien lo trae de la rienda y, en casos como el del domingo pasado, tiene mucho trabajo porque el viento sacudía fuerte las lonas de la carpa y el ruido los espantaba, al punto que un par de veces Ezcurra y las autoridades que estaban junto a él tuvieron que protegerse de los corcoveos.

 


Pero esos saltos sólo sirvieron para admirar aún más el porte de estos pura sangre, quienes siempre están excelentemente presentados, cepillados, brillosos y con las crines al viento. Para los compradores había un gancho adicional: los caballos rematados estarán en condiciones de correr el Clásico La Punta Junior del año que viene, que se realizará en mayo, sobre una distancia de mil metros, con una bolsa de un millón doscientos mil pesos. En junio habrá otra carrera reservada para potrillos de esa edad con premios por 500 mil pesos.

La financiación es bastante conveniente: los caballos se venden en 10 cuotas iguales, lo único es que hay que poner los 10 cheques diferidos en el momento de cerrar la operación, porque siempre cuentas claras conservan la amistad. Y para correr esos clásicos de 2018 deben haber cancelado todas las cuotas.

 


¿Qué observan los especialistas antes de decidir la compra de un pura sangre de carrera? Este cronista recorrió los pasillos atestados de gente y pudo saber que le ponen atención al estado en general, a los ‘nudos’ de las patas para ver cómo se paran y al aplomo, “que no estén muy parados hacia adelante, sino que mantengan el equilibrio”, explica Héctor Torres, un reconocido periodista de turf, de larga trayectoria en el diario Clarín y actualmente escritor de la revista Palermo, la más famosa dentro de la actividad. Tanto él Marcelo Durán, periodista de ESPN, llegaron especialmente invitados por el Grupo Slots para presenciar el remate y las carreras posteriores.

 


Otro aspecto que tienen en cuenta quienes se hacen el viaje hasta La Punta cada vez que hay remate es que en esta plaza se paga menos que en Buenos Aires por caballos de la misma calidad. El mercado es otro, más reducido, sin tanta oferta, entonces los potrillos terminan saliendo más baratos. “De todas maneras nada te garantiza que te lleves un caballo ganador, por más que lo pagues caro, son muy jóvenes estos animales y hay que ver cómo se van desarrollando con el tiempo, cómo los cuidan y en qué competencias intervienen”, agrega Torres.

 


 La base establecida, al menos para los primeros ejemplares, fue de 100 mil pesos. Aunque el rematador no va calibrando la cifra final, sino el valor de la cuota. Así, por ejemplo sobre un caballo que ya estaba cotizando 140 mil pesos, él mantenía la compulsa hablando de 14 mil, y así sucesivamente. Tiene un olfato especial para saber dónde ‘apretar’, porque los compradores suelen ser muy discretos. Apenas un cabeceo o un dedo levantado marcan que quieren subir la apuesta, pero Ezcurra no se perdía ningún gesto, y si no llegaba a ver, los directivos del hipódromo lo ayudaban a marcar alguna oferta.

 


La revista del remate, impresa en papel de calidad, es una guía indispensable para los posibles compradores.  En el índice están todos los haras presentes con sus caballos y el reglamento de la subasta, un evento que tiene tres fechas anuales en La Punta: en mayo, junio y agosto, que este año será el domingo 6. También la referencia de los padrillos, un detalle muy importante para conocer la trazabilidad del animal. Allí figura cuántas carreras ganó, de que calidad (G1, G2, G3), los antecedentes de sus hermanos y otros datos de interés en su currículum.

 


Ya en la información del lote, aclaran el año de nacimiento de la madre, que es más importante que el del padre porque los compradores prefieren que sean jóvenes.  Los ejemplares salidos a la venta fueron todos de la clase 2015, pero aquí entran a tallar además de los padres, los abuelos, en muchos casos grandes campeones internacionales, ya que hubo mucha sangre estadounidense dentro de la oferta. Hubo productos de Angiolo, Calidoscopio, Emperor Richard, Grand Reward, Fortify, Sol Planet y Van Nistelrooy, entre otros.

 


En cuanto a los haras, presentaron caballos Firmamento (pertenece a Juan Carlos Bagó, dueño de una importante industria farmacéutica y varias veces nombrado ‘Criador del Año’ en el ambiente del turf), Zoraida, Doña Pancha (de Juan Carlos Etcheverz, dueño del imbatible Calidoscopio), El Trébol, El Arroyo y 14 de Julio. Estaban anotados pero no participaron el haras El Coraje de Baigorria y el único de San Luis, Capilla de la Sierra, que iba a traer dos caballos (Inter Surge y Pool Surge), pero por problemas logísticos quedaron en la localidad de Cerros Largos.

 


Una particularidad es que el nombre de los jóvenes SPC muchas veces proviene de una combinación del de la madre y el del padre. Así, Seattle Ness nació del ‘amor’ entre Seattle Fitz y Distinguida Ness, Pulpit Van tiene como padres a Van Nistelrooy y Pulpit LIngerie, o Gran Estilo surgió de la cruza de Grand Reward y Cute Style. Curiosidades de una actividad muy particular.

 


El precio máximo lo marcó Bombardie, un macho zaino hijo de Sebi Halo y Far the Best, por el que el reconocido Ricardo “Vaquita” García pagó $280.000 por mandato de un comprador de Buenos Aires. Su padre ganó 11 carreras en San Isidro y Palermo, entre ellas el Gran Premio Suipacha en la categoría G1, mientras que su madre dio a Fantastical y a Interbest, también ganadores en los grandes hipódromos de Buenos Aires.

 


El segundo mejor precio fueron los 260 mil pesos pagados por Gran Estilo, del haras Doña Pancha, un macho tordillo hijo de Grand Reward, un caballo con buena sangre para las distancias largas, según los entendidos. El podio de los elegidos lo completó Gato Quemado, hijo de un padrillo probado como Hurricane Cat y perteneciente al haras El Arroyo, que se fue por 250 mil pesos.

 


Los compradores puntanos estuvieron activos. Carlos Valdés, Martín Gay y Oscar Nieto, gente con caballos corriendo en la actualidad, se llevaron los ejemplares que fueron a buscar. Incluso un comprador de Córdoba como Alfredo Mondino, con raíces expandidas en San Luis con sus remates bovinos en Buena Esperanza, terminó adquiriendo un hermoso ejemplar del haras Doña Pancha, llamado Dulce de Leche (hermano de Kuztnesova, ganadora de siete carreras en Buenos Aires), hijo nada menos que de Calidoscopio, por el que su enviado, el entrañable Luis Poggio, pagó $230.000. “Debería venderse por el nombre nomás…”, había bromeado Ezcurra en la previa.

 


El promedio general de venta fue de $187.000, considerado muy bueno por los organizadores por tratarse de una subasta lejos de los grandes centros del turf. “Fueron lotes parejos y buenos, por eso se pagó más que en el remate de un haras de calidad como Abolengo, que dirigí yo mismo y terminó con un promedio de $170.000”, dijo Ezcurra, quien tiene claro que el objetivo del Hipódromo de La Punta es “promocionar los haras zonales, de San Luis, Mendoza, San Juan, La Pampa o Córdoba. Salvo Firmamento, que es de Buenos Aires, todos vinieron del centro del país”.

 


“San Luis es todo un suceso del turf a nivel nacional, hizo un hipódromo como debe ser, con todo en regla y carreras oficiales, que es lo que falta en el interior del país. En una Argentina que no hace nada nuevo, esta provincia está todo el tiempo levantando obras, por eso tiene el mejor hipódromo del centro del país”, se deshizo en elogios Alejandro Villata, el dueño del haras Zoraida, quien trajo cuatro pura sangra desde Bell Ville (Angioplastía, Caravash, Riccardo y Social Runner ) y los vendió todos. “Cada año La Punta da un paso adelante, mejora la genética, trae buenos haras para proveer caballos jóvenes. Hay que apuntar al promedio”, aseguró el hombre, conforme con los precios alcanzados por sus ejemplares.

 


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