Tras veinte años se le apagó la voz al canillita de Paso Grande
Don Plácido Rojo Tenía 72 años. Antes de morir, pidió que lo sepultaran con el último ejemplar en sus manos.
“Siempre una sonrisa, un chiste, o un comentario para alegrar la mañana. Lo vamos a extrañar”, dijo con un timbre pálido Rosa Genta, su amiga por más de 40 años.
Contó que todos los días le compraba el diario y charlaban unos minutos antes de que continuara con su recorrido. Rosa es, además, la dueña de la funeraria donde su afectos podrán saludarlo por última vez.
“Siempre dijo que lo único que quería es que lo sepultaran con el diario del día siguiente a su muerte”, expresó Jaquelina Brandan, una de sus nietas. En total, tenía cinco hijos, diecisiete nietos y diez biznietos. El más pequeño, Valentino, vivía con él. Dicen que era la fuente de su alegría.
Su espíritu inquieto no entendió de jubilación cuando se retiró de la Policía. No le gustaba estar sin hacer nada, o encerrado en la casa, así que se buscó otro oficio, invirtió unos pesos y abrió una gomería. Pero le duró poco porque se aburría de esperar a que llegaran los clientes.
“Entonces se puso en contacto con El Diario y comenzó a vender. Eso le encantaba porque podía recorrer el pueblo y conversar con la gente”, aseguró su Jaquelina.
Su rutina, inalterable aunque lloviera o partiera el sol, era sencilla. A la madrugada recibía el reparto de los ejemplares del día. Luego de revisar que las páginas y los suplementos estuvieran en orden, calentaba la pava y se disponía a informarse.
“Salía a la mañana y volvía al mediodía, y eso que en Paso Grande son sólo 4 manzanas”, recordó, haciendo un esfuerzo para ordenar las imágenes que se agolparon en su memoria y le quebraron la voz.
No hace mucho tiempo a Plácido le diagnosticaron cáncer. Mencionó que lo que tenía de tenacidad también lo tenía de terco, y no había forma de llevarlo al médico. Cuando se decidió, fue muy tarde.
Dejó atrás el vacío en el pecho de quienes le amaron y amarán, en especial en el corazón de María Adela Barroso, su compañera de vida.
Patricia Rojo, su hija mayor, manifestó que murió el Día del Amigo a las 4 de la madrugada. Aunque la enfermedad lo debilitó, no logró postrarlo en la cama, hasta hace diez días.
Lo primero que le viene a la mente cuando habla de él son los momentos en los que lo vio feliz. “Cuando le dieron la bicicleta como regalo por el día del canillita, estaba chocho. Fue hace unos cinco o seis años. La mantuvo impecable todo este tiempo, y la utilizó para repartir el diario hasta que ya no pudo andar más”, comento.
También expresó el deseo de sus hermanos de hacer un reparto de los ejemplares, el día de su sepelio, a todos sus clientes, como homenaje y despedida.
El intendente de Paso Grande, Claudio Garraza, señaló que Plácido es un ícono de la localidad y que van a sentir mucho su ausencia, especialmente porque los mantenía al tanto de todo lo que pasaba en el interior. Era su sección favorita.
“Era un fanático de El Diario, lo vamos a echar de menos”, recordó Pablo Leyes, el gerente de Distribución de El Diario.
Escrito por María Laura Espejo (lespejo@grupopayne.com.ar)
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