Mateo, el nene atado por sus padres, habló de los maltratos

Aunque estaba con una psicóloga en la Cámara Gesell del Poder Judicial, el interés excluyente de Mateo era tomar la mayor cantidad posible de muñecos de un estante, y jugar. Pero, a fuerza de indicaciones, de preguntas y repreguntas, la psicóloga Marisa Samper consiguió que el niño –que hoy tiene 8 años– se sentara, prestara atención y contara cómo lo trataban sus padres, María del Carmen García y Antonio Torres, hoy juzgados por privarlo de la libertad. Ayer exhibieron en la Cámara del Crimen 2 de San Luis la filmación de las manifestaciones que hizo el niño, que tienen carácter de declaración, y que dio el año pasado, después de haber sido rescatado de su propia casa por Ramiro Guerra, un vecino preadolescente, el sábado 30 de julio, cuando sus padres lo dejaron encerrado y atado con una cadena para perro. Sin titubeos, el niño aseguró que era maltratado.

A través del registro quedó demostrado que Mateo es muy inquieto y activo y que se expresa de modo claro. También, que es muy despierto y curioso: en un determinado momento del diálogo se dio cuenta de que había una cámara en la habitación e inclusive le preguntó a la psicóloga qué era esa cosa, en referencia a un dispositivo conectado a unos auriculares, que ella usa para escuchar y hacer las preguntas que son de interés para el juez, el defensor o el querellante, que están del otro lado de los vidrios espejados. “Me pegaba, me pegaba, me pegaba –reiteró cuando Samper le preguntó qué hacía su mamá. Me decía ‘pendejo’, ‘guacho, vení para acá’ (…) Me reta”.

obre Antonio, afirmó que también era malo, y que le pegaba en la cola, que una vez había usado un palo con clavos y una manguera. Ante una repregunta contestó que ambos, tanto García como Torres, lo ataban. “Le decía ‘por favor no me ates, no voy a hacer nada’. De verdad”, le dijo a la psicóloga, en un tácito pedido para que le creyera. 

Dijo que aquella tarde en la que fue socorrido por los vecinos del inquilinato situado en Belgrano 1642, su mamá lo había dejado encadenado, al lado del baño, con una cinta en la boca, para que no hablara. A su modo, con sus palabras, explicó que su vecino Ramiro pudo ayudarlo porque escuchó sus gemidos. 

“¿Quisieras volver con ellos (sus papás)?”, le preguntó la psicóloga. “No. Porque ellos me tratan mal, me pegan, me insultan”, respondió Mateo, sin dudar. 

Además de la declaración en Cámara Gesell de Mateo, ayer mostraron los relatos que les tomaron a las dos hermanitas del nene en el mismo dispositivo. Ambas reconocieron que sus papás le pegaban al chico. Una, justificó que era porque su hermano “siempre se portaba mal”. 

“Al Mateo lo dejaban atado con una cadena de perro en la casa del Antonio. Mi mamá le pegaba. Mi papá le pegaba en la cola con un cinto.  Una vez le pegó con una madera llena de clavos acá”, narró la otra, más chiquita, señalándose la cabeza. Dijo que tanto su mamá como su papá sujetaban a su hermano. De a ratos, la nena mayor llamaba a sus padres por sus nombres de pila. Mateo se refería a ellos de la misma manera.

Mientras vieron los videos de las niñas, García y Torres lloraron. Cuando vieron el de Mateo, no. Ese 30 de julio, cuando quedaron detenidos, los tres chicos fueron entregados a una Familia Solidaria. No volvieron a verlos. Según testimonios recogidos durante la instrucción de la causa, hacían diferencia entre las nenas y Mateo, tanto en el trato como en la vestimenta, por ejemplo.  La mayor fue consultada sobre si extrañaba a su mamá, si regresaría con ella. También si le gustaría ver de nuevo a su papá, volver con ellos. A todo respondió con un “sí”. 

Hubo otros dos testimonios destacados. Uno es el de la psicóloga Sandra  Pérez, de la Comisaría del Menor. Ella les hizo la primera entrevista a Mateo y a García. Por su parte, el perito Franco Mastronardi realizó el informe psiquiátrico de Torres. 

Pérez refirió que aunque no lo manifestó a través del llanto, Mateo estaba angustiado. El defensor de García, Rodolfo Mercau, quiso saber cómo lo verbalizaba. “De modo muy personal, muy descriptivo, con mucha racionalidad –dijo la profesional–. Expresó que no quiere a su mamá, no quiere a su papá. Habló de la cantidad de horas que pasaba encerrado”. 

Respecto a García, contó que al momento de verla, la mujer tenía una “ansiedad paranoide” y una distancia afectiva hacia Mateo. Concluyó esto pues, durante el diálogo, ella se refirió a su hijo como “el niño”. A las nenas, en cambio, las identificaba por sus nombres. Además, manifestó preocupación por ellas, dado que, al ser arrestada, quedaron al cuidado de otra gente, indicó.  

“Ella dijo que a Mateo lo dejaba encerrado en la casa viendo televisión porque (cuando se iba al trueque, la feria de la avenida Lafinur) el nene no deseaba ir”, sintetizó. Esto “se daba los fines de semana, creo (…), creo que dijo que lo dejaba con comida o que le daba de comer antes de irse”.
 

Mastronardi contó que el eje de la pericia fue establecer si el papá de Mateo comprendía lo que había hecho o si, por el contrario, su entendimiento estaba viciado. Confirmó que no detectó signos o síntoma de patología psiquiátrica alguna. “Dijo que desde unos tres o cuatro años antes, su pareja comenzó con los maltratos a Mateo, y que lo denunció”, declaró. Pero, según le explicó el acusado al psiquiatra, si no hizo más fue por temor a su mujer. El abogado de Torres, Eduardo Maldonado, le pidió al perito que se explayara sobre eso.

El psiquiatra indicó que los rasgos de la personalidad del acusado no condicen con ese supuesto miedo que sentía hacia su pareja. A su entender, no es un hombre sumiso ni sin herramientas, como para permanecer pasivo frente a los maltratos que, según él, su hijo sufría a manos de García.