26°SAN LUIS - Viernes 29 de Marzo de 2024

26°SAN LUIS - Viernes 29 de Marzo de 2024

EN VIVO

La lucha contra la aridez, los pumas y los jabalíes

Doris Fernández cría animales en una zona muy seca y llena de predadores en el Paraje El Chañaral. A pesar de la escasez de pasturas, obtuvo dos terneros y espera llegar a 10 chivos. 

Por redacción
| 09 de julio de 2017
Por la pantalla solar. Cada mañana, mate de por medio, Doris escucha la radio.

La tenacidad, el empuje y el coraje son valores que despiertan la admiración de todos. Así está signada la vida de Doris Fernández, quien vivió gran parte de su vida de casada en el paraje El Chañaral, a 15 kilómetros de las aguas termales de San Jerónimo, en el árido oeste de San Luis, en donde comienza el Departamento Belgrano. No estuvo, ni está sola. Su hijo Manuel es quien trabaja junto a ella el campo que tienen a la vera de la ruta 147, con alrededor de 150 animales entre los que cuentan ganado vacuno, caprino, gallinas ponedoras y hasta patos.
El acueducto Nogolí les provee de agua. Madre e hijo construyeron una represa en el medio del predio y en un tanque juntan el fluido para la época de escasez de lluvias, como son casi todos los años para los productores de esta zona. No obstante, al caminar la propiedad pueden verse animales de pelaje brillante que denotan su sanidad y, porque no, algo de calidad genética. 
La pequeña familia tiene luz gracias a las pantallas solares que le entregó el Gobierno. Aunque Doris dijo que por la zona, “se rumorea que no falta mucho para que llegue el tendido eléctrico a los campos. “Hace por lo menos seis años que accedimos a este beneficio y con eso escucho radio de manera permanente”, destacó. 
De un lado de la represa los corrales acogen lindas cabras, que el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, según contó Doris, ha visitado y pudo corroborar que no hay enfermedades. Allí nacieron, hace ya más de un mes, seis chivos que serán vendidos para consumo personal a los lugareños o a quienes se acerquen. “En la zona somos prácticamente los únicos con chivos. Por ser pocos animales, los vendemos enteros. En julio van a nacer nuevas crías porque el año pasado llegaron tarde”, contó la productora, que con pocos recursos humanos y herramientas cada mañana se levanta al alba para empezar con los recorridos por cada manada. “A las cabras las largamos temprano a la mañana y vuelven solas a la tarde. Con los vacunos salimos dos veces al día a pastorear. Si Manuel no está, yo tomo el mando”, dijo la señora, mientras su hijo las largaba dentro del predio para que tomaran agua.
“Los cuidados que les damos a las cabras, sobre todo en esta época, son suplementos que también se consumen las vacas Holando para que produzcan más leche. Cuidamos muy bien la alimentación y eso se puede ver en el pelaje”, aseguró Doris, que es una experta para defender sus escasas pasturas.
En el momento en el que esta cronista ingresó al corral, los chivos estaban a la espera de que llegaran sus madres para alimentarse.  “En un mes ya tendrán entre seis y ocho kilos y estarán listos para la venta. El año pasado nacieron trece. Para este año esperamos que con las pariciones de julio nazca al menos la misma cantidad”, dijo entusiasmada, y aseguró que casi siempre ya están vendidos antes de su nacimiento.
Este no fue un buen año para la familia Fernández. El agua del cielo se hizo desear, los precios aumentaron menos que los costos y tampoco vino bien la cosecha de huevos. “Las gallinas y algunos de los patos que tenemos no dieron una buena producción. También solíamos tener maíz, que les dábamos principalmente a los pollos, en tres hectáreas del fondo -señaló-, pero es difícil mantener el cultivo por estos lados ya que los jabalíes no te dejan nada al momento de la cosecha”, comentó sobre las dificultades que tienen para hacer alimentos. Doris también destacó que tiene muy presente el hecho de cuidar la fauna autóctona, aunque le duele ver los destrozos.
A pesar de que las cosas no marchan como en otras temporadas, la familia no se alarma y sigue adelante con la tarea, que también es una pasión para ellos. “Ahora tenemos cuatro cerdas. Compramos un macho nuevo para que las sirva pero no funcionó. Así que no tuvimos ninguna preñada. Veremos qué pasa y si no, como se hace habitualmente, cambiaremos el reproductor”, explicó Doris.
El recorrido siguió por otro de los sectores del campo. Allí dos terneros de la misma edad de las cabras se encontraban bajo la sombra del único árbol tupido de los alrededores. “Este año no pude hacer quesos. La pastura fue muy mala y no sacamos leche ni para tomar. Pero seguimos adelante, ahora estamos armando un cerco para traer el ganado y que no tenga que cruzar la calle”, explicó, ya que también tiene terreno del otro lado de la ruta provincial Nº 15. 
Para el ganado también usan suplementos. “Comen paja brava y de la blanca. Además reforzamos con suplementación vitamínica y si eso no es suficiente, le agregamos maíz. Nuestros animales consumen bloques de sal, que son muy importantes para el desarrollo; sobre todo para que no se deshidraten. La sal también hace aportes para la preñez y la fertilidad”, contó la mujer, quien nació entre animales en un paraje llamado La Libertad, a 30 kilómetros de su chacra actual. 
Al momento de despedirnos, el día templado que había recibido a esta cronista había cambiado con la llegada del viento frío. Doris, mientras su hijo terminaba de arrear las últimas vacas, se dispuso a ir en busca de la leña que los haría pasar una cálida noche. “Por estos lados es muy frío. Nosotros nos abrigamos y la pasamos. Para la hora de dormir salgo a buscar unos tronquitos para encender el fuego en el hogar”, dijo mientras señalaba, ya dentro de su casa, la edificación de ladrillos a la vista que estaba junto a la cocina a gas.

 

Mi enemigo el puma
Una de cal y otra de arena. Así les paga la vida a los vecinos en el paraje El Chañaral. Esta cronista viajó unos kilómetros campo adentro para conocer a Gerardo Villegas, que no sólo tenía cría de chivos sino que también había conseguido sacar cuatro cerdos. 
Por estar retirado de la ruta, Villegas tiene el problema de los pumas, que ya en varias oportunidades han matado  a sus animales. “A veces se los comen. Otras, cuando salen a enseñarle a cazar a las crías, las matan pero las dejan dentro del predio. Tenía 60 ovejas y ahora me han quedado unas pocas”, explicó resignado y con el debido respeto que le dan a la naturaleza que lo rodea. 
“Nuestros animales paren a campo, por lo que ésta es la época más delicada. La cría y la madre en ese estado son presa fácil para los pumas, que las terminan matando”, agregó el paisano, que contó que para evitar a los felinos cebados tiene una jauría que no los deja llegar a los corrales. 
“Una de las cerdas parió 12 y 10 estaban muertos por la falta de calcio. Es normal en años malos, donde no hay comida, ese porcentaje de pérdidas”, contó con entereza a la revista El Campo el solitario criador.  

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo