19°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

19°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

EN VIVO

Álamos: un hallazgo abre una nueva investigación

Un grupo de investigadores encontró un hongo en la variedad Carabelas que hace que el árbol pierda sus hojas. Ahora estudiarán el comportamiento del patógeno. Los árboles estaban siendo analizados para ser incorporados en la Cuenca del Morro.

Por redacción
| 09 de julio de 2017
Entrada al conocimiento. Terenti, Pelaitay y Bravo, en el ingreso a la Experimental.

Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Villa Mercedes detectó una enfermedad que podría afectar el rendimiento de una variedad de álamos al dañar sus hojas y, por lo tanto, su capacidad para absorber agua. Y si bien la patología que descubrieron no es tan grave como para alarmar, obliga a estar alerta para que no se disemine en otras especies. Eso sí, a partir de ahora se abre una nueva línea de investigación y conocimiento.
El hallazgo surgió como consecuencia de los ensayos y experiencias que la institución hace para contribuir al estudio y remediación del desbalance hídrico que afecta a la Cuenca del Morro y su zona de influencia. En una amplia área de más de 370.000 hectáreas, el cambio del uso del suelo, el incremento sostenido de los promedios de lluvias y la morfología de los suelos, entre otros factores, han generado una serie de impactos que aquejan los terrenos y los cultivos. Una de las soluciones que implementó el Gobierno es la plantación de millones de árboles en rutas, caminos y módulos productivos.
Para contribuir a esa titánica tarea, el instituto realiza ensayos con diferentes especies y variedades para probar y analizar cuáles son las que mejor se adaptan a los suelos de la provincia y a las condiciones desfavorables que presentan los terrenos ante la erosión hídrica y eólica que los amenaza. 
“Empezamos a investigar qué árbol podía ser de rápido crecimiento y de uso maderable, y llegamos a la conclusión de que la introducción de sauces y álamos podía ser una buena alternativa”, empezó a contar Ángel Pelaitay, responsable del proyecto de introducción y evaluación de sistemas silvopastoriles en San Luis.
El agrónomo, quien también se destaca por sus conocimientos en el manejo y control de plagas, viajó a la localidad de 25 de Mayo, en Buenos Aires, al Centro Experimental Forestal que posee el INTA. “De ahí trajimos especies que en otros lugares han sido usadas en la recuperación de bajo salinos. A partir de eso, diseñamos los sistemas de plantación y las distancias entre las líneas, porque estamos pensando en sistemas agrícolas silvopastoriles; es decir, poder darle la posibilidad a la agricultura de desarrollarse junto a la incorporación de los árboles”, explicó.
Así, el especialista trajo un paquete de estacas de diferentes variedades de sauces y álamos para multiplicarlas y hacerlas enraizar este año. Sin embargo, a mediados del otoño notó unas manchas en las hojas que comenzaron a preocuparlo y lo llevaron a trasladar la inquietud al laboratorio de fitopatología para su estudio. 
Al auxilio del investigador salieron sus compañeras Belén Bravo y Claudia Terenti, quienes tomaron muestras de las hojas, las cortaron en pequeños trocitos cuadrados y las sometieron al microscopio. “Incubamos los pedacitos en cajas denominadas Petri, en un medio nutritivo apto para el crecimiento de hongos. Las pusimos en estufa a una temperatura adecuada y después de unos días pudimos notar algunas estructuras características de hongos, como micelio algodonoso”, explicó Bravo, quien forma parte del Grupo de Producción Agrícola y realiza una maestría en fitopatógenos.
Después de siete días, notaron que el hongo se había expandido y tomado todas las muestras. Pero para poder verlo con precisión tuvieron que acudir al microscopio. Bajo la lente, descubrieron estructuras reproductivas típicas de la especie 'Alternaria'. “Es un patógeno que es necrotrófico, es decir,  que permanece en el suelo o en restos de vegetales, aún cuando la planta ya está muerta", señaló la investigadora. 
El hongo ocasiona una enfermedad llamada 'Alternariosis del álamo', que tiene como principal consecuencia una desfoliación temprana, que hace que el árbol pierda rápidamente sus hojas, lo que los inutiliza para el fin pensado en la Cuenca. Los primeros síntomas son unas manchas irregulares grisáceas que luego crecen, se hacen cada vez más negras y rompen las hojas hasta que finalmente la copa del árbol queda desnuda. 
Este hongo suele aparecer en otras especies y, más allá de la caída de la foliación, no representa grandes riegos para los cultivos. Sin embargo, representa un primer registro sanitario hallado en álamos en la ciudad y obliga a estudiar otras variedades, dada la gran cantidad de estos árboles que hay desparramados en campos y zona urbana, al punto que le dan el nombre a una famosa avenida vecina a la Calle Angosta.
Es más, es una de las especies más elegidas por el Municipio y las instituciones como parte del 'Plan de Forestación Urbana' que lleva adelante la Comuna para poner a la ciudad al auxilio de la emergencia ambiental.
El álamo está distribuido prácticamente en todo el país. Su producción se concentra en las zonas húmedas, por eso en Cuyo puede encontrarse en superficies bajo sistemas de riego. "En donde más se produce es en la zona del Delta, con una actividad maderera muy interesante. Allí lo eligen por dos razones: por su rusticidad y la adaptación a diferentes climas, y por la velocidad de crecimiento que tiene", contó el agrónomo. Además es muy utilizada en la industria de muebles y de la construcción que aprovechan su capacidad de rebrote, que hace que no haya necesidad de resembrar cuando el árbol ha sido talado.
En San Luis, la variedad más común es el 'Populus Nigra',  conocido vulgarmente como piramidal, que puede encontrarse a la orilla de los canales y en los bulevares de las calles principales. Pelaitay anticipó que en los ensayos insistirán con esta clase, porque es la más numerosa y adaptada a la zona. 
Sin embargo, 'Carabelas' "es tolerante a dos enfermedades de las más importantes y tiene un rápido crecimiento, por eso había sido una de las que seleccionamos. No sabíamos que iba a aparecer esta enfermedad", aclaró Terenti, integrante del área de investigación de especies forrajeras y colaboradora de los trabajos con aromáticas y fitopatología.
Los especialistas explicaron que en muchas ocasiones el ambiente o la propia planta generan la capacidad de autocontrolar las enfermedades u hongos que los atacan. Pero en este caso, aún no saben cómo se comportará la especie. "Lo bueno es que no mata la planta, pero el problema es que si necesitamos absorber agua, precisamos que tenga hoja todo el tiempo para que tenga mayor capacidad de extracción de la que está en el suelo”, advirtió el hombre.
Por lo tanto, afirmó que no van a insistir con la variedad para realizar las plantaciones experimentales para aplicar en la Cuenca y que se inclinarán por las que son más resistentes y no presentan tantos inconvenientes sanitarios.
"Esto nos sirve como un antecedente y queda registrado que esta variedad es susceptible. De por sí, en futuras plantaciones y en estaqueros se tiene que tener en cuenta todo el manejo que se haga del control de malezas para evitar futuras infestaciones en otras especies forestales que se vayan a plantar. Esto nos sirve para tener una rigurosidad más dentro de todo el procedimiento de plantación", valoró Terenti, doctora en agronomía.
Los investigadores señalaron e insistieron en que cada vez que hay un hallazgo de este tipo lo primero que debe prevalecer es la calma. "No hay que alarmarse ni pensar que todos los álamos que hay en la ciudad se vayan a infectar. Sólo hay que abrir los ojos y prestar atención", remarcó Pelaitay.
Es que los patógenos son "oportunistas", según los definió el investigador. Se desarrollan siempre y cuando tengan las condiciones ambientales para hacerlo. "Coincidió que hubo muchas lluvias y temperaturas fluctuantes, eso mantiene la humedad ambiente por mucho tiempo, no deja que se seque y lo pone más vulnerable. En un laboratorio fijamos las condiciones ambientales, pero en el campo no podemos, dependemos de la naturaleza", dijo.
Sin embargo, lo que sí se puede hacer es tomar medidas de prevención. "Una de las formas de prevenir que el hongo se desparrame o crezca es mantener desmalezados y limpios los alrededores de los árboles", indicó Bravo.  
Así, lo que era un problema se convirtió en una oportunidad y una nueva línea de investigación se abre para el grupo. Y a su vez, genera más información sobre las especies ideales para la Cuenca del Morro.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo