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Un domador mercedino deja huellas en Palermo

Este año, volvió a demostrar su clase en la expo rural más grande del país. Ganó en la categoría de yeguas de dos años y quedó segundo con un padrillo de tres años.

Por redacción
| 13 de agosto de 2017
Fotos: Anita Vollenweider / Nazareth Arguello Bolaños

Cuando pisa el suelo de Palermo, Ariel Bonilla deja huellas. Al igual que muchos otros sanluiseños que viven, respiran y sienten el campo, todos los años viaja desde su Villa Mercedes natal hasta Buenos Aires para no perderse la exposición rural más grande del país. Pero cuando el hombre de 40 años, delgado y de barba incipiente, concurre hacia esa muestra gigantesca no es sólo para observar las novedades del sector agropecuario, sino para demostrar su talento. Bonilla es domador de caballos de polo. Desde hace ocho años participa de las competencias en la feria de la Sociedad Rural Argentina y trae grandes logros para su provincia. Este año llevó dos ejemplares y obtuvo grandes resultados: ganó en la categoría de yeguas de dos años y quedó segundo en la contienda de padrillos de tres años.

 

La Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional de Palermo es la vidriera más grande que tiene nuestro país para mostrar el desarrollo, las novedades y los ánimos del sector agropecuario argentino. Como si fuera un enorme mostrador, en el inmenso recinto se exhiben los mejores animales, se dan los remates más suntuosos y se ofrecen las últimas tecnologías para el trabajo en los suelos y en los corrales. En ese lindo cambalache que tiene más de 130 años de historia, Bonilla hace gala de su clase y compite codo a codo con los mejores domadores.

 

A diferencia de otros paisanos que se dedican a amaestrar caballos, se especializa únicamente en la preparación de los animales para un deporte tan exigente y exclusivo como es el polo. En su centro de doma recibe los mejores ejemplares de una clientela que no le confía sus animales a cualquiera. Algunos de los mejores jugadores y ex jugadores, como Bartolomé ‘Lolo’ Castagnola y el propio Adolfo Cambiaso le han fiado sus yeguarizos para que los entrene.

 

De hecho, como nadie es profeta en su tierra, la mayoría de los que contratan sus servicios vienen de afuera de la provincia, principalmente de Córdoba, La Pampa y Buenos Aires. Incluso hay extranjeros que compran potros en Argentina y se los llevan para que los convierta en atletas. Su único cliente en San Luis es el ex intendente de Batavia, Santiago Ballester, quien es nada más y nada menos que el presidente de la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo (AACCP). “Santiago más que cliente es un amigo. Siempre confía en mí y presentamos juntos muchos animales en Palermo”, expresó el domador.

 

Si bien Bonilla lleva varios años en la actividad y ya ha tenido otros buenos y aún mejores resultados en las muestras, no deja de sorprender que la habilidad, la destreza y el carácter de algunos de los mejores caballos de un deporte que moviliza pasiones y dinero en muchas partes del mundo, se desarrollen en nuestra provincia y en las manos de un talento local de bajo perfil que no todos conocen.

 

ADN mercedino

 

"Me dediqué prácticamente toda mi vida a ésto. Mi viejo domaba caballos, yo aprendí con él y trabajé a su lado mucho tiempo", contó Ariel, quien como muchos hombres de campo arrancó a la par de su padre, Osvaldo, en un predio que la familia tiene detrás de la Sociedad Rural Río V° de Villa Mercedes.

 

Pero desde hace dos años, el hijo logró adquirir sus propias tierras en una estancia bautizada como 'Santa María', unos 15 kilómetros al sur de la ciudad por la autopista N° 55. “Allí tengo unas 150 hectáreas. La idea era poder adquirir un lugar para agrandar el centro de doma. La genética que nos mandan hoy por hoy requiere de un buen espacio, tenemos que tener suficiente lugar para hacer las pasturas, para andar con los caballos, para trabajarlos. Por eso, el campo me sumó mucho y aunque lo tenemos hace poco, ya está bastante armado”, expresó con satisfacción.

 

Allí ha armado un sistema de rotación para poder entrenar a unos 50 caballos por año. "Como estoy lejos de los campos de donde me los mandan, hago todo el ciclo aquí. Trabajan un mes y medio, descansan otro mes y medio y vamos rotando los lotes", reveló.

 

El caballo de polo tiene algunas características especiales, tanto en sus cualidades físicas como en su comportamiento. En primer lugar, existe una raza propia, que fue desarrollada a partir de la genética de los Pura Sangre de carrera hasta llegar a conformar un fenotipo particular, con las condiciones físicas y temperamentales que requiere el animal para rendir en una cancha. Luego, debe reunir una serie de características que "son muy difíciles de reunir en un solo caballo. Por eso la gente apuesta tanto a la genética y se crían tantos, siempre tratando de lograr la excelencia", opinó.

 

Muchas de esas aptitudes ya están garantizadas en el ADN del animal, pero muchas otras se logran con el entrenamiento que hace el domador. "Tiene que tener flexibilidad, habilidad, rusticidad para aguantar este deporte que es bravo. Necesita un muy buen temperamento, tener una cabeza equilibrada. En el polo, hay momentos que tenés que andar a fondo y momentos en que tenés que andar al galope o estar parado", describió.

 

La ventaja con la que cuenta Bonilla es que al ser animales de tanta calidad racial, generalmente llegan a su centro muy bien cuidados desde potrillos. "Los criadores, al tener tanta genética, los cuidan, les hacen todos los requerimientos veterinarios y los preparan desde chicos. Entonces el caballo llega muy manso desde abajo para montarlo", señaló.

 

Pero una vez que arriban a su campo, generalmente a los dos años de edad cuando están lo suficientemente desarrollados físicamente para afrontar el desgaste y no corren riesgos de lesiones, el hombre se encarga de hacer una serie de ejercicios para que el animal entre en confianza, se deje montar y adquiera las habilidades que necesitará dentro del campo de juego. Pero domar un caballo para el polo no es lo mismo que amansar uno para que trabaje en el campo o para realizar cabalgatas. "Es una doma distinta. La tradicional se hace con un bocado pero en ésta se utiliza un bridón. Y hay diferentes movimientos para que al final el caballo aprenda a hacer lo que va a realizar en la cancha de polo: frenar, doblar, estar blando para los movimientos, no asustarse con los tacos", ejemplificó.

 

Para lograr todas esas habilidades es fundamental que el animal sienta confianza hacia su jinete. Por ello, no los golpean ni los maltratan. "Especialmente en los caballos de polo, hay que tratarlos bien. Estamos obligados a cuidarlos porque son de muy buena genética, los clientes te los confían y no podés estropearlos. Tenés que estár muy atento y hemos tenido que mejorar cada vez más los sistemas, incorporando estudios de psicología del caballo. La parte violenta de la doma ya no se usa", aseguró.

 

Sin embargo, el trabajo de Bonilla abarca sólo una de las etapas de la preparación de un caballo para ser una estrella del polo. Una vez que han sido domados, inician estrictos entrenamientos y planes de alimentación para lograr lo que llaman la "hechura".

 

El domador no trabaja solo. "No podría hacerlo sin ayuda", aclara. Junto a él trabaja un equipo conformado por Alexis Hernández, Miguel Bustamante, Federico Pereira y Claudio Cortez, además de su hermano Gonzalo y su esposa Florencia, quienes lo ayudan con el manejo y el aspecto sanitario de los animales.

 

Palermo siempre estuvo ahí

 

Las exposiciones de caballos de polo son unas de las tantas muestras y competencias que se realizan en la Exposición Rural de Palermo. Como toda contienda, cuenta con un jurado especializado, que es el que evalúa y decide cuál es el mejor ejemplar sobre la pista en tipo y aptitud.

 

"El tipo se refiere a cómo es el caballo físicamente, que tiene que acercarse al ideal del polo. Además le hacen una admisión veterinaria el primer día, donde ven que el caballo esté sano, no tenga dolores, tenga buenos aplomos en las líneas de las manos y de las patas", contó.

 

En aptitud, evalúan la prestancia del caballo para moverse y actuar. "Primero, en la categoría, lo presenta el que lo preparó. Por eso soy yo el que muestra los caballos, aunque no son de mi propiedad. Después vienen los jurados y lo montan ellos y ahí deciden cuál es el que está más cerca de la excelencia. Ese es el que gana", dijo.

 

Para la exposición, los ejemplares son divididos en diferentes categorías, según la edad y el sexo (macho o hembra) del equino. Así, las presentaciones arrancan desde los dos hasta los cinco años. Los ganadores de todas las categorías se enfrentan en una final para definir el Gran Campeón de la muestra y un Reservado, una especie de segundo puesto con muchos honores.

 

Ariel logró alzarse con una victoria en la categoría de dos años con una yegua llamada 'V8-Leticia', que pertenece a una empresaria alemana, pero es criada en Argentina por Santiago Chabán. En la final de la categoría le ganó a una hija de 'Cuartetera', que es nada más y nada menos que la mejor yegua jugadora de la historia, montada por el exitoso Adolfo Cambiaso, el 'Maradona' de este deporte.

 

En la gran final para definir el campeón total, no logró ganar, se mantuvo en los primeros puestos. "Fue una categoría durísima este año porque había yeguas de muy buena genética", admitió el mercedino.

 

En los machos, el padrillo 'Irenita Impacto', de tres años, que llevó Bonilla quedó en segundo lugar en su categoría. Pertenece a una sociedad entre Santiago Ballester y otras dos personas  vinculadas al polo. Bonilla asiste desde hace unos ocho años a la muestra. A pesar de que su rendimiento fue muy bueno, ha obtenido muchos mejores resultados. En el año 2007 logró sacar el Gran Campeón de toda la muestra, y en otras cuatro ocasiones se quedó con el título de Reservado.

 

"Está bueno venir porque ves cosas que no se ven en ningún lado. Aspectos nuevos, formas de trabajar. Es lindo verlo, te abre la cabeza", valoró.

 

Pero además, es una oportunidad para atraer la mirada hacia la provincia y los talentos locales, en una competencia con un centenar de caballos que se presentan de todos los rincones del país.

 

"Para mí es un orgullo trabajar en el ambiente de la doma y haberlo logrado desde San Luis, que no es fácil. Tuve muchas propuestas de trabajo para irme a Buenos Aires, pero junto a mi familia apostamos a seguir en la provincia porque es nuestro lugar", expresó.

 

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