17°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

17°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

EN VIVO

Spinners, un negocio familiar

Cuando Claudio Zanino vivía en Makaty, una ciudad filipina, no imaginó que años después, ya de regreso en su Villa Mercedes natal, el azar lo llevaría a crear una fábrica propia a la que bautizaría con el nombre de la fue su ciudad de residencia. Tampoco,  que ese desafío lo llevaría a disfrutar de una empresa familiar y a experimentar una sucesión de lecciones existenciales.

Por redacción
| 14 de agosto de 2017

Este capítulo en la vida de este transportista de 46 años comenzó un sábado del pasado mayo, cuando su hijo Franco, de 13 años, le comentó sobre un entretenimiento que estaba haciendo furor a nivel mundial: “Así me enteré del spinner, cuyo concepto me recordó a otros ingenios de mi niñez y de antes, como el Tiki Taka, el trompo y el balero, porque básicamente se trata de un objeto con el cual pasar el rato. El tema es que Franco me pidió que le construyera uno y accedí, sin saber lo que ocurriría poco después”. Acostumbrado desde niño a los talleres y al trabajo manual, Claudio compró unos rulemanes, un torno y se puso manos a la obra, logrando un primer prototipo de madera que no lo conformó, hasta que, ya en la madrugada del domingo, le entregó a su hijo un modelo que funcionaba tal como los que se venden en los comercios. “El lunes lo llevó al colegio, de donde vino con la novedad que a sus compañeros les había fascinado y que ya había vendido uno, por lo que me pedía que hiciera otro. Orgulloso y contento de que algo hecho por mí les gustara tanto a los chicos, fabriqué otro con placer, ya usando acrílico. Y así, en cuestión de días, la demanda se disparó de manera inesperada, pues todos los chicos querían, también sus padres y hasta una juguetería me pidió una tanda”.

 

El incipiente negocio revivió en Zanino su emprendedurismo: “Sin meditarlo mucho adquirí una cortadora de plasma e hice un curso de AutoCad con mi cuñado, Pablo Zabala, ya que los pedidos superaban la capacidad artesanal. Poco después le di un nombre, el del lugar donde por razones de trabajo viví hace algunos años, del que tengo hermosos recuerdos, y así es cómo nació la marca “Juguetes Makaty”, que días después comenzó a recibir solicitudes de comercios y particulares de todo San Luis, como también de Córdoba, La Pampa y La Rioja, “todo en sólo dos semanas, que nos llevó a producir y envasar estos productos, tarea que hasta ahora hago con mi hijo Franco y con mi sobrino y ahijado Luciano, hijo de mi hermano Luis”.

 

En medio de la vorágine, Claudio recibió el llamado de su amigo de la infancia, el músico y profesor de chicos con capacidades diferentes Gustavo Oliva, quien le propuso visitar la escuela “Newen”, en cuyo alumnado hay varios niños y adolescentes con autismo e hiperactividad. “Fue una experiencia maravillosa, les obsequiamos spinners a los chicos, y los recibieron con tanta alegría que no sólo me emocionó, sino que me hizo un click. Fue así que decidí regalarles spinners a todos los chicos que tengan autismo o hiperactividad, porque en realidad ése fue el concepto que tuvo quien lo inventó”.

 

 “Tengo la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y fibrosis pulmonar, lo que limita mucho mi capacidad respiratoria, por lo que sé de carencias y obstáculos. Ajeno a ello me ha ido bien en la vida, al punto que pude comprarme un pulmotor para sobrellevar mi situación, mientras hay chicos que no tienen nada. Eso me ha dado la necesidad de devolverle algo a la vida, como por ejemplo llevarle medicamentos a los chicos con asma, tarea que hago con la ayuda de mucha gente, también una concesionaria de autos que, con total desinterés y el pedido expreso de no nombrarla, ha contribuido con importantes sumas de dinero sin pedir nada a cambio, ni siquiera una boleta”.

 

Así es cómo la empresa combinó la faz comercial con la social, “decidimos redoblar la apuesta y producir otro juguete –añadió Claudio-, con la premisa de que contemple a alguien que tenga algún tipo de imposibilidad. Tras debatirlo con mi hijo y sobrino nos enfocamos en las personas que están en sillas de ruedas, que lamentablemente no siempre pueden jugar al ritmo de los demás. Entonces se nos ocurrió un boomerang que pudiera usarse en interiores, sin romper nada, y tras investigar y trabajar en prototipos logramos uno que funcionara y pudiera ser usado por todos. Lo que salió es un formato inspirado en la hélice de un avión de la segunda guerra mundial, liviano y flexible, hecho en alto impacto”.

 

 Para la prueba de fuego, el juguetero habló con Analía Oviedo, una vecina de La Ribera, cuyo hijo Nicolás de 13 años, se moviliza en silla de ruedas. “Fue otro momento especial, ya que cuando lo arrojó y regresó a sus manos, tras hacer una curva, le provocó una alegría inmensa”. Claudio rememora ese momento y se queda unos instantes en silencio, mientras unas lágrimas caen de sus ojos. Con la voz temblorosa murmura: “Es una sensación muy fuerte, muy poderosa y te llena de ternura y emoción ver y saber que se pueden hace cosas buenas que hagan felices a otros, en particular a un niño que por cosas de la vida no puede jugar como los demás”.

 

“Creo que todo es posible cuando se actúa con disciplina, responsabilidad y pasión –reflexiona por lo que tengo la ilusión de que ‘Juguetes Makaty’ crezca, se convierta en una empresa y genere fuentes de trabajo”.

 

Nota: Alfredo Salinas

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo