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Alegría en el hospital

Con la simple y a la vez complicada misión de hacer reír, un grupo de voluntarios se reúne todos los sábados para alegrar a pacientes hospitalizados. Payamédicos San Luis agrupa desde estudiantes de diferentes disciplinas, hasta abogados, docentes y médicos con un objetivo en común.

Por Noelia Barroso
| 22 de agosto de 2017
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Una peluca verde flúo irrumpe en la tensa calma de un hospital un sábado por la mañana. Le sigue un desfile de colores imposibles en un escenario donde todo es gris y blanco. Lo que sucede es maravilloso: un viaje que parece ser eterno, aunque nadie dejará la habitación, durará un instante. Los pacientes quieren despegarse de esa sábana que los acompaña quizás de hace días, pero llenarán sus ojos de cristal y la risa hará eco hasta que se vaya el último payamédico de la habitación.

 

Así es cada vez que los voluntarios llegan a un hospital, comedor o institución que los convoque. Los juegos, situaciones y chistes son improvisados, la risa espontánea. Para ser payamédico no es necesario ser médico, “es lo primero que nos preguntan”, dijo Milagros Roldán, la integrante más joven de la agrupación. Sólo se requiere ser mayor de 18 años y tener el secundario completo para hacer el curso inicial.

Payamédicos San Luis nació hace cuatro años. Luego de que un grupo de interesados realizó un curso intensivo con el titular de la organización en Buenos Aires, José Pellucchi, médico psiquiatra y uno de los fundadores a nivel nacional. Allí se unieron estudiantes, trabajadores de la medicina, psicólogos, docentes y abogados, entre otros.

 

Milagros y Micaela Bustos, ambas estudiantes de Psicología, son dos de las integrantes cuyos inicios fueron muy diferentes. Micaela hizo el segundo curso que se dictó en la provincia (hace un año) y Milagros ya conocía la organización ya que su hermana, que vive en Río IV, Córdoba, participa de la agrupación. El único problema es que aún no tenía la edad suficiente para comenzar. Así que apenas cumplió los 18 hizo el curso y emprendió este camino. Según informaron las payas, primero realizan una capacitación de Payateatralidad y Payamedicina. “Ahí vemos bioseguridad, que consiste en las cosas que debemos o no debemos hacer a la hora de ir al hospital. Y en el primero aprendemos a soltarnos un poco, es básicamente teatro lo que distingue al payamédico del payaso”, aclaró Milagros.

 

Con ese fin, los voluntarios realizan intervenciones escénico-terapéuticas a través de la técnica del payaso teatral adaptándola al ámbito hospitalario y utilizan recursos psicológicos y artísticos relacionados con el payaso teatral, juegos, música, teatro, magia y el arte humorístico en general, que es básicamente lo que aprenden en los diferentes cursos.

 

Dentro de esto hay una serie de requisitos que cumplir, y los aprenden en el curso de payaética. “Vemos lo que tenemos que hacer cuando entramos a la sala del hospital. También sobre los colores, por ejemplo, no podemos usar el rojo ya que hace referencia a la sangre y el negro, al luto. Antes se usaba la nariz roja, pero hace 3 años la cambiaron por la nariz naranja, que es más llamativa, más alegre”, explicaron.

 

“Ver entrar a alguien con un punto rojo en la nariz estando en una situación tan crítica es más chocante”, dijo Micaela, y agregó que también están vedados los violetas y azules oscuros. Incluso palabras y elementos, como lapiceras en forma de inyección. “Todo eso lo aprendemos en el curso. Y también nuestro contrato, por decirlo de alguna manera, se va renovando así que nosotras también debemos renovar los trajes e ir actualizándonos”.

 

En cuanto a los materiales, las payas afirman que por una cuestión de bioseguridad no les dan ningún elemento a los pacientes y que intentan evadir la palabra “no”. “Tenemos un lenguaje específico, las palabras negativas no las usamos. Y siempre trabajamos con la parte sana de ellos”. Con respecto a ese punto, detallaron que apenas llegan al hospital hacen el payapase, que consiste en revisar el parte médico para saber qué tiene cada paciente que visitarán. “No sabés con qué te vas a encontrar. Quizás la madre está peor que el nene anímicamente y se te larga a llorar. Es muy difícil. No sabés lo que te espera detrás de la puerta. Tenés que llegar, improvisar y dar lo mejor”, indicó Micaela.

 

La mayor parte del tiempo proponen juegos que salen en el momento y la risa se contagia a todos. “Yo me he tentado en las intervenciones con las otras payas, de las cosas que se nos ocurren. Los nenes nos miran y no podemos parar. Te llevás más de lo que vas a dar”, expuso Milagros. Y no sólo trabajan con los más chicos. “Los nenes se prenden y los grandes también, porque los padres se divierten con ellos. Incluso cuando vamos a traumatología o clínica de mujeres le preguntamos a qué jugaban cuando eran chicos y les cambia la cara. Intentamos sacarlos aunque sea un ratito de ese momento por el que están pasando”, dijo Micaela.

 

En cuatro años de vida, el grupo pasó por cientos de experiencias. A las no tan buenas prefieren no contarlas y en cambio se aferran a los buenos recuerdos. “Interactuamos tanto con los chicos, los papás como con la gente que trabaja en el hospital. Lidia, la señora que limpia, al principio nos sacaba, ahora juega con nosotros y va de habitación en habitación. Un día, cuando salimos no nos conoció. Nosotros nos cambiamos ahí y salimos sin trajes para tratar de guardar ese momento de magia, de juego. Fue un lindo momento”, contó Micaela, un tanto emocionada.

 

Otra de las experiencias dulces es contar en el grupo con Marga Álvarez, una pampeana de 82 años. La enfermera jubilada viajó especialmente a San Luis para hacer el curso y cada tanto viaja para las intervenciones puntanas.

 

Para ser payamédico no sólo hay que cumplir con los requisitos de edad y secundaria completa, sino que hay que tener muchas ganas de participar. “Yo creo que cuando uno sale de ahí, lo hace con ganas de seguir yendo. Con las energías a full. Entrás, te ponés la nariz y cambia todo”, dijo Micaela.

 

Por su parte, Milagros a la mañana va al hospital y a la tarde a un barrio. “Es todo el día con la energía a full, llega la noche y me siento re completa. La cara de esos nenes no te la olvidás nunca”, expresó la más joven del grupo con un destello en los ojos.

 

Hay chicos que empiezan más tímidos y otros que esperan la llegada de los payas. “Quizás hay nenes que están hace un mes y ya saben que vamos los sábados. Incluso solemos dejarles una payatarea y están ansiosos por entregar lo que les pedimos. A veces pedimos algún dibujo o cosas en la habitación. Recuerdo que había una nena que nos esperaba todos los fines de semana. Te llena mucho”, dijeron las payas.

 

Son alrededor de treinta voluntarios que cada sábado asisten al hospital San Luis, quizás no siempre el grupo esté completo, ya que cada uno tiene sus actividades aparte. “Nos pasó que un día había muchos niños internados, por gripe principalmente, y había dos payamédicos entonces hicieron una intervención general en el pasillo del hospital.  Con los padres y con los chicos desde la puerta. Porque es riesgoso para nosotros también. No es que nos ponemos la nariz y somos inmunes. Tenemos que cuidarnos también”, contaron. Y comentaron que prefieren trabajar en Pediatría y Traumatología, aunque depende de la cantidad de payas que asisten y de la cantidad de niños que haya. Pero también van a Clínica de mujeres y hombres pero si son varios.

 

Los payamédicos también aclaran que no hacen animaciones, sino que van a un lugar y juegan con los chicos y que generalmente son el nexo para donaciones. “Somos una ONG sin fines de lucro y no recibimos dinero ni nada. Una vez nos donaron pan dulce para Navidad. Una mamá organizó un cumpleaños y pidió de regalo donaciones entonces Payamédicos la contactó con un comedor. Nosotros establecemos el vínculo”, precisaron.

 

Todos los años la organización realiza el Payasol - Hacé un sol y dalo. “Vamos a las escuelas y les pedi-mos a los chicos que hagan soles. El día del Payasol nos ubicamos en la plaza a las 12 del mediodía, que es cuando el sol está más alto, y entregamos estos soles para hacer la concientización del dar sin recibir nada a cambio”, contaron.

 

Hasta este año hay tres camadas de voluntarios que hicieron el curso. Esta semana vendrá a San Luis José Pellucchi para dar un nuevo curso. “Va a ser intensivo ya que no hay payaformadores en la provincia. Además será la actualización para los payaviejos. Y vienen payamédicos de otros lugares”, contaron y agregaron que no sólo en la ciudad de San Luis hay payamédicos, sino también en Villa Mercedes donde el grupo interviene en el policlínico regional “Juan Domingo Perón”. Para los villamercedinos, el curso será en octubre.

 

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