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Entre el desborde y el ocultamiento

Por redacción
| 14 de septiembre de 2017
Ilustración: Pablo Blasberg.

En una asamblea popular, cuando el núcleo de un debate puntual ha exacerbado los ánimos, y los participantes elevan la voz hasta el registro de un grito, resultará complejo para la mayoría, que la opinión de un individuo en particular pueda ser escuchada en su justa dimensión.

 

El ejemplo de la asamblea popular no es antojadizo, se trata de la base de lo que se considera sociológicamente, una democracia directa. La democracia directa, llamada también democracia pura, es una forma de democracia en la cual el poder es ejercido directamente por el pueblo en una asamblea. Dependiendo de las atribuciones de esta asamblea, la ciudadanía podría aprobar o derogar leyes, así como elegir a los funcionarios públicos.

 

Hace más de 2.500 años, las polis griegas establecieron la asamblea popular (y por ende la democracia directa) como la forma preferida de gobierno. Es razonable considerar que, por cuestiones prácticas, que van desde la administración del tiempo, hasta el establecimiento de prioridades concretas, la democracia directa cayó en desuso a favor de la democracia representativa o indirecta. De hecho, en la actualidad, sólo es observable en algunos cantones suizos y en algunas regiones puntuales de determinados países.

 

Por su parte, la democracia representativa (también llamada democracia indirecta, república representativa o gobierno representativo) es un tipo de democracia fundada en el principio de funcionarios electos que representan a un grupo de personas. Casi todas las democracias occidentales modernas son tipos de democracias representativas.

 

En su mayoría, las asociaciones, los clubes y las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), mantienen el espíritu y las formas de una democracia directa. Para ello existen estatutos o reglamentos internos muy sencillos de entender y muy claros en lo que expresan. En esos ámbitos, la capacidad de escuchar la opinión “del otro”, es un elemento central para que el ejercicio del poder sea ejecutado de la manera correcta y transparente.

 

Los programas de televisión en los que abundan los paneles, los foros de Internet que se generan automáticamente ante cualquier noticia, o los titulares de los diarios, no son una democracia; ni directa, ni indirecta. Son un grupo de personas opinando livianamente sobre cualquier tema. Distinguir un escenario de otro, es fundamental para entender tanto desborde y tanto ocultamiento.

 

Respecto del interés de los medios en contar una noticia de tal o cual manera, no es necesario abundar demasiado; con un simple ejercicio de zapping entre señales de televisión con líneas editoriales diferentes podrá apreciarse que la realidad puede ser narrada de múltiples formas. El problema radica en discernir, entre toda la maraña de confusiones perfectamente estructuradas, cuál es la verdadera cara de un hecho puntual. O si efectivamente el impacto es más trascendental que el concepto.

 

En la Argentina del último mes y medio ha ocurrido un hecho grave: ha desaparecido una persona y existe una sospecha cada vez más fuerte de que una fuerza de seguridad puntual posee información que no llega a la totalidad de la población. Pero lo que es más grave, tampoco esa información llega a la Justicia.

 

Hora tras hora hay desbordes de información respecto del tema, hay gritos, hay exaltaciones, hay provocación. Un caos que parece demasiado ordenado en función de que el hecho concreto se torne cada vez más difícil de entender.

 

Santiago Maldonado está desaparecido, Gendarmería está en el ojo de la tormenta, el gobierno nacional es el responsable máximo de la situación y es el que debe, no sólo hallar a Maldonado, sino además, explicar punto por punto qué fue lo que realmente ocurrió. El hecho es la desaparición, no las filiaciones, la ideología o los gustos gastronómicos del desaparecido.

 

El gobierno nacional es el máximo organismo de la democracia representativa del país. De él se espera que actúe con transparencia, sin desbordes, sin ocultamiento. No está ocurriendo y es extremadamente grave.

 

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