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Los Scarpati dieron una clase de Doma India para la familia

La técnica de amansado de caballos que utiliza la persuasión. Fueron tres días intensos. Los niños aprendieron cómo cuidar a los caballos y a no tenerles temor. 

Por Magdalena Strongoli
| 17 de septiembre de 2017

Paciencia, amor y respeto fueron las consignas que manejaron en el taller de Doma India para padres e hijos que organizó la 'Tribu Scarpatti', dueños de una técnica que trascendió las fronteras de San Luis y los hizo famosos en el mundo ecuestre. Fueron tres días de encuentro para fortalecer el vínculo y además para el conocimiento personal. Por eso los alumnos ayudaron a limpiar los corrales, cepillaron pelajes y cabalgaron por la zona. Hubo visitantes de Villa Mercedes, Huinca Renancó y San Luis, quienes disfrutaron de un fin de semana a pura naturaleza. 

 


Cristóbal Scarpatti recibió a El Diario en su campo llamado 'Los Alazanes', donde hospedó a la gente que vino a conocer más sobre esta técnica. “Hacemos un curso de Doma India para aprender a amansar caballos con algunas características particulares respecto a la doma tradicional. En esta nueva etapa empezamos a trabajar con padres e hijos. La actividad, a partir de la tarea compartida, ayuda al autoconocimiento y el autocontrol para el manejo de nuestras emociones”, explicó, y añadió que el trato con los caballos obliga a ponerse al servicio de lo que otro ser necesita, lo que luego de un tiempo despierta un sentimiento de solidaridad sostenida en la paciencia.

 


La técnica que utiliza Cristóbal, que la heredó de su padre con quien trabaja de manera permanente, busca amansar a los equinos de una manera persuasiva. Lo logra a través del conocimiento del animal y el respeto por un ser que sufre ante los malos tratos. Con gran paciencia y atención, tras el almuerzo Scarpatti hijo ingresó a un corral circular en el que había tres yeguas. Hizo salir a dos de ellas y llamó a tres varones que no superaban los seis años. Para mostrarles lo que luego tendrían que hacer, se tiró al suelo para meterse entre medio de las dos patas delanteras, mientras acariciaba una de ellas. Los niños, sin dudarlo, replicaron la escena. “Es un primer contacto con el animal. Comenzar a tomar confianza y que sepa que venimos en son de paz”, relataba mientras grandes y chicos reunidos alrededor del círculo miraban asombrados. 

 


“Aquí trabajamos con caballos muy confiables, para tener una experiencia en la que chicos y grandes puedan relacionarse con los caballos. Muchas veces los padres los llevan, pero están nerviosos y sufren mucho, pero es por falta de información. La naturaleza de estos animales es la lealtad. Si ellos no perciben peligro, no cometerán ninguna torpeza. Por el contrario en algunos despierta una sensación de paz que los conecta con el ser interno”, detalló. 
Victoria llegó de Huinca Renancó con su marido y Mateo, su hijo. Declaró que hace tiempo quería tener esta experiencia con la Doma India. Criada desde niña con caballos, trajo el temor que le producía estar detrás de uno de ellos. Sin embargo, con la compañía de Cristóbal pudo vencer esa barrera. Por otra parte su pequeño hijo había quedado atrapado en la computadora con los videos que le mostró de la página web de los Scarpatti. Ambos en un entorno de mucha compresión y afecto compartieron la experiencia que prometieron volver a vivir. 

 

Los Bonilla también aportaron su técnica

 

Osvaldo y Gonzalo Bonilla tienen un centro de doma para caballos de polo en Villa  Mercedes. Según dijo Scarpatti, son los mejores de la provincia. Por la tarde llegaron a Los Alazanes para acompañar a sus amigos en esta primera experiencia con familias. 

 


Osvaldo, que hace 50 años se dedica a los caballos, relató en que consiste su trabajo, en el que lo ayudan sus hijos. "Los caballos que recibimos vienen mansos. La genética que traen  y la forma en que han sido criado desde potrillos hace que no sean  chúcaros".

 


En cuanto a los requerimientos que tiene el polo para sus caballos, Bonilla detalló: "Encerramos al animal en un corral redondo en el que nos resulta más fácil trabajar. Con una soga empezamos a hacerlos girar, lo ensillamos y les enseñamos a  llevar la cincha. Luego de una semana los montamos con un bridón (freno que va con las riendas) en la boca. Después van al exterior y ahí comenzamos a enseñarles el trabajo que van a hacer en una cancha de polo", aseguró Bonilla padre, quien dijo que esa tarea les lleva alrededor de siete  meses. 

 


"La rutina es muy artesanal pero está llena de técnica. Los polistas necesitan un animal manso y controlado. Que sepa ir al tranco, al trote y al galope y dentro de este andar, sus diferentes marchas según necesite el jinete", dijo Gonzalo. Y el padre agregó que tiene que funcionar como el acelerador de un auto.

 


Por último contó que gracias a la genética que usan en la inseminación, ya es muy difícil que un animal no pueda se domado. 

 

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