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¿Qué estudiar en vez de tomarse un año sabático?

Un instituto privado dicta cursos y capacitaciones de las más variadas ocupaciones que ofrecen una rápida salida laboral. De peluquería canina a preceptor de escuela. De auxiliar en criminalista a masajista deportivo. La modalidad y el tipo de evaluación representan un método novedoso que tiene al aprendizaje como guía definitiva.

Por Miguel Garro
| 25 de septiembre de 2017
Foto: Alejandro Lorda.

Hace un par de semanas, la comunidad educativa del país se sorprendió con la decisión de una escuela de separar del curso a un chico que sufría el síndrome de Asperger. Al conocer la noticia, David Leal se lamentó porque con esa decisión la teoría educativa en la que abreva –que cree que es posible una educación inclusiva y de calidad había dado un paso atrás.

 

Leal es un docente con una vasta experiencia y una línea clara de pensamiento que hace cuatro años dirige el CIEC (Centro Integral de Estudios y Capacitación), un instituto que ofrece una gran variedad de cursos con rápida salida laboral al que asisten en la actualidad unos 800 alumnos en San Luis. Todos reciben una educación basada en el aprendizaje cooperativo, con una tutoría entre pares que hace que los alumnos se apoyen en sus compañeros.

 

De esa manera, la evaluación no pasa necesariamente por una sola prueba. “Hacemos una evaluación en proceso, el alumno en clase puede hacer sus aportes y devoluciones y de esa manera construir su propio aprendizaje”, dijo Leal, quien considera que los exámenes tradicionales suelen tener una tensión y un stress emocional que empuja a los alumnos a un estado de nervios tal que puede llevar al olvido total de lo estudiado.

 

De regreso a la noticia del chico separado por padecer el síndrome de Asperger, el director informó que uno de los tantos cursos que se dan en el CIEC es el de Auxiliar materno infantil, que tiene entre sus programas una materia que enseña a entender la discapacidad y que trata, entre otras, la alteración que estuvo en todos los medios de comunicación hace unos días. “Tratamos de enseñarle a los chicos que hacen cursos relacionados con la educación que el docente es dentro del aula el motor para que los chicos entiendan la diferencia”, dijo Leal, orgulloso porque en la mayoría de los jardines de infantes de la ciudad hay al menos un trabajador egresado del instituto que dirige.

 

La fórmula que el docente encontró para armar la difícil ecuación de inclusión y calidad en las aulas se basa en un fortalecimiento de la convivencia, buenas mediaciones y la generación de climas afectivos en las aulas, todos elementos que hacen creer que todos los chicos pueden. “Los docentes tenemos que ser depositarios de confianza”, aseguró.

 

Leal no cree que todo lo que muestra la escuela tradicional sea malo, aunque está convencido de que se puede mejorar. “La antigua escuela era elitista y meritocrática, hacía que los chicos compitieran entre sí para ser el mejor, eso generó alumnos desinteresados por el otro”.

 

¿Cómo traslada Leal esas teorías al día a día de un instituto de capacitación que tiene alumnos de hasta 60 años? “Queremos lograr la calidad y la excelencia, pero lo primero a lo que apuntamos es a formar buenas personas”, dijo el director del CIEC, quien pide a los docentes que enseñen con la conciencia del que escucha, o sea respeten un lenguaje común que matice los ritmos de aprendizaje.

 

El CIEC lleva cuatro años en San Luis con cursos que tienen a la capacitación laboral como objetivo central y que es parte de otras 20 franquicias que están en todo el país. La sede central en la ciudad está en Chacabuco 483 y tiene unas aulas satélites –donde se desarrolla la mayoría de las clases-, en Colón y Bolívar. Próximamente habrá sucursales en Villa Mercedes y Merlo.

 

El 80 por ciento del alumnado es femenino y tiene entre 25 y 50 años. También van chicos con el secundario recién terminado que no tienen en lo inmediato la posibilidad de hacer una carrera de grado en la Universidad. De todos modos en el CIEC estimulan a sus alumnos a continuar su aprendizaje en una casa de altos estudios.

 

“Tenemos noticias de muchos chicos –dijo Leal-, que se pudieron pagar sus estudios universitarios gracias al trabajo que consiguieron después de capacitarse con nosotros”. La cuota para hacer cualquier curso, que tiene un encuentro semanal de dos horas cátedra y puede durar de cuatro meses a un año, es de 650 pesos y los ingresantes deben abonar una inscripción de 300. En caso que al terminar una capacitación el alumno decida hacer otra podrá gozar de una serie de descuentos.

 

Conscientes de que la preparación de los cursantes tiene como objetivo una formación global del egresado para conseguir trabajo rápidamente, todas las capacitaciones del CIEC tienen un apartado de comunicación y oratoria que otorga elementos para dar una regia una entrevista de trabajo.

 

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