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Dos "hermanos de la vida" que trabajan juntos hace 50 años

Por redacción
| 25 de septiembre de 2017

Vestir a generaciones de puntanos. A eso dedicaron sus vidas Domingo Rafael Baigorria y su amigo Domingo Alberto Soria. Ambos tienen 66 años y entre los dos suman un total de cien años de trabajo en la tienda de ropa y calzados Los Vascos, ubicada en la esquina de calles Colón y Pringles, en pleno centro de la capital. Además de amigos de toda la vida, son el gerente y subgerente del local, respectivamente.

 

Baigorria resume la experiencia ganada a lo largo de los años: “Con solo ver a un cliente ya sabemos qué le va a quedar bien. A veces viene alguien indeciso, sin saber qué comprar. Apenas una frase que nos oriente es suficiente para darle aquello que busca pero que por ahí no sabe explicar. Adivinamos los talles de la gente”, añade con un brillo en los ojos.

 

“Somos afiliados al Sindicato de Empleados de Comercio de toda la vida, así que planeamos entre organizar un asado para cuando nos jubilemos e invitarlos a ellos”, cuenta el gerente, que viste un sueter gris claro sobre una camisa de un tono verde ligero, corbata a cuadros multicolores, pantalón también gris y zapatos. “Estoy en este puesto desde hace 15 años y es lo máximo a lo que se puede aspirar dentro de la profesión. Cuando me lo ofrecieron casi que no lo podía creer”, detalla con una media sonrisa y luego se lanza a relatar sus inicios.

 

Comenzó como cadete en 1967, cuando tenía 16 años. Su trabajo consistía en realizar los mandados y limpiar los pisos del local ubicado en ese momento en lo que ahora es la peatonal Rivadavia, entre Pringles y Belgrano. La tienda había sido abierta a fines de los años '50 por la firma riocuartense Castresana y Ortega. “Tenía más de 20 empleados. Era grande, pero no la única: estaban además la cadena Hidalgo Solá, Galver y después vino Balbi”, recuerda. En un principio los dos rubros estaban separados. La zapatería se encontraba en la esquina de Rivadavia y Belgrano. Pocos años después la tienda principal sufrió un incendio y fue trasladada adonde hoy se encuentra el Banco Supervielle, en la esquina de Rivadavia y Pringles. La mudanza final a la ubicación actual se produjo recién en 1986.

 

 

"Adivinamos los talles. Solo hace falta un comentario del cliente para que sepamos lo que busca"

 

 

“El mismo entusiasmo por progresar te hacía aprender rápido. Nadie quería estar con la escoba. Era como un castigo  –dice con humor-. Así es que en menos de tres meses pasé a ser vendedor y a diferenciar las telas: algodón, lana, lanilla y demás. Luego, y por mucho tiempo, fui jefe de sección”, una de las ocho en las que la tienda se divide: ropa para bebés, niña, niños, confección para damas, ropería, blancos (sábanas, acolchados y similares), zapatería y tejidos. “Es el único gran negocio que lo sigue haciendo. Ninguna tienda de ropa vende telas o calzado”, remarca con orgullo.

 

“Tener un trabajo a esa edad y poder llevar algo de plata a casa de mis padres, que eran gente humilde, era muy importante. Siempre traté de manejarme con respeto y educación", manifiesta.

 

Soria sostiene que entró gracias a su amigo. “Somos vecinos desde siempre. Los dos vivíamos por calle Maipú, muy cerca de avenida España. Recuerdo que un día, poco tiempo después de que él entrara a trabajar, me llama para decirme que hacían falta cadetes. Me presenté y quedé. Desde entonces he seguido sus pasos”, indica sonriente. Al igual que Baigorria, comenzó como responsable de la limpieza del local, fue vendedor, encargado de la sección telas y en 1992 fue llamado para ocupar el puesto de subgerente, el que aún mantiene hoy. “Los dos sabemos un poco de todo y nos manejamos con mucha facilidad dentro del local, después de tantos años de trabajo. Tanto podemos ayudar a una niña como a un hombre grande, aunque mi especialidad es la confección”, señaló el hombre que viste sueter negro, camisa blanca a rayas negras y corbata cuadriculada gris y negra. También agregó que considera a "Los Vascos" como su segundo hogar y a Soria como un hermano de la vida, con el que ha compartido los grandes acontecimientos de sus vidas. Ambos están casados; Baigorria tiene dos hijos y Soria tres.

 

Lo que sí tienen en claro es que no planean parar: "Seguiremos mientras haya salud", aseguran.

 

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