29°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

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No hay almuerzo gratis

Los argentinos tenemos el trauma de no salir nunca primeros ni en el deporte ni en la economía. Nos quejamos de que las cosas están caras y lo atribuimos a la presión fiscal, lo que pudiera ser una paradoja, en un país que suele liderar los indicadores de fuga de capitales y de evasión fiscal.

 

También lideramos otro indicador, que tal vez tenga una fuerte relación con esos dos indicadores anteriores: el ránking que mide la deuda argentina desde distintos parámetros.

 

Somos los más rápidos en endeudarnos y los que más nos endeudamos. En efecto, de eso no nos podemos quejar: los mercados nos esperan con las billeteras abiertas para prestarnos dinero a una muy buena velocidad.

 

En los últimos dos años el endeudamiento argentino en moneda extranjera se incrementó en casi U$S 46 mil millones, mientras que Arabia Saudita incrementó su deuda en sólo 17.500 millones de dólares, en una lista que la cierra Bolivia, que pidió prestados U$S 1.000 millones.

 

La deuda externa total llega a casi U$S 205.000 millones, de los cuales U$S 128.000 corresponde a la deuda pública.

 

Para pagar los intereses de esa deuda, otra billetera (en este caso, la nuestra) ya está lista: el presupuesto del año corriente 2017 reservó 246 mil millones de pesos para pagar sólo intereses, suma que equivale a casi 12 años del presupuesto de la Provincia de San Luis correspondiente al mismo período. Sí, doce años.

 

Entender que estos intereses (y dentro de un tiempito, el capital adeudado) se pagan en la misma moneda en la que fue emitida la deuda (dólares) pone en aprietos el desempeño fiscal porque, como es de imaginar, los acreedores externos exigen cobrar su parte en la misma moneda con la que estos prestaron; es decir, dólares.

 

Entonces la duda es de dónde saldrán los dólares necesarios para devolverlos. Pues bien, como la emisión de la deuda no fue hecha en moneda local —pesos—, no podremos devolverlos recurriendo al viejo truco de imprimir billetes.

 

Entonces queda otro camino: así como importamos bienes y servicios que pagamos en dólares —entre los que se cuentan las vacaciones en el exterior—  al exportar bienes y servicios, los cobramos en la misma moneda. Si el saldo es positivo (las exportaciones superan a las importaciones), entonces habremos conseguido dólares para pagar esos intereses; caso contrario, estaremos en problemas.

 

Estando las previsiones presupuestarias para el pago de intereses en 247 mil millones de pesos —seguramente alguno dirá que la actual cifra de intereses es mayor, y tendrá razón—, si se divide esa cifra por $17,50 (digamos que ése es el tipo de cambio actual) se obtiene la cantidad de dólares necesarios a finales de este año que son unos 14.000 millones de dólares, lo que equivale a "juntar" mensualmente unos U$S 1.160 millones.

 

Acá aparecen las malas noticias. El déficit comercial mensual ha superado los U$S 1.000 millones el mes pasado. Parece casi imposible juntar esa cantidad de dólares con la diferencia entre las exportaciones (que traen dólares al país) y las importaciones (que se los llevan).

 

Esto ya lo pasó Argentina. La última vez que eso sucedió se le llamó "crisis de la deuda". Cuando eso ocurrió, el "Financial Times" dijo que la crisis en el pago de la deuda externa era inminente porque, afirmaba, “…ya es evidente que la Argentina no puede exportar lo suficiente para pagar su deuda…”.

 

Pero hay que quedarse tranquilos, porque este prestigioso diario inglés no hizo esa conjetura hace poco tiempo, sino hace mucho, el día 18 de diciembre de 2001. Dos días antes de la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.

 

Aquella vez se cumplió la admonición del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, en el sentido de que "no hay almuerzo gratis"; hoy habrá que pensar en pagar el ticket de este atracón de deuda, con más deudas.

 

Es como lo que le ocurre a muchos argentinos: cuando no pueden pagar la deuda de una tarjeta, sacan otra tarjeta para pagar la anterior; así sucesivamente hasta que los bancos dicen basta.

 

Esperemos que eso no ocurra.

 

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