No hay peor sordo...

En el Sanatorio Ramos Mejía parecen estar empeñados en ganar el campeonato de la mala atención. Lo que suena hasta divertido en realidad es un hecho muy triste y delicado: el centro de salud emplazado en avenida Illia es la principal clínica a la que acuden las personas de la tercera edad en la ciudad de San Luis.

Las quejas por la atención médica no son novedad. Pero a estas deficiencias también se suman otras que afloran en el plano organizativo y comunicacional. Por ejemplo,  varios pacientes, o sus familiares, han percibido en las últimas semanas que hay oficinas desiertas cuando por su horario de atención deberían estar abiertas.

A este estado avanzado de negligencia se suma el mal o nulo funcionamiento de los números de teléfono que ofrece el sanatorio como vías de comunicación, una desidia casi imperdonable si se tiene en cuenta que una pronta respuesta a una llamada de emergencia en no pocos casos es la diferencia entre la vida o la muerte.

Cuando se oprimen las teclas para configurar el 2664880449, del otro lado del tubo sólo se escucha una voz neutra femenina que repite: “Usted está comunicado…”, aunque todo queda en esa frase. Si se elige la opción 4427007 la (no) respuesta resulta aún más desesperanzadora: “El número solicitado no corresponde a un abonado en servicio”.

“Somos del interior y hace días que el teléfono dice que no corresponde a un abonado en servicio. Me urge comunicarme”, fue el mensaje que dejó una lectora en el Facebook de El Diario de la República. Todo un ruego desesperado de ayuda en el ciberespacio.

El único “puente” de comunicación del Ramos Mejía, que parece no estar derrumbado por la corriente de  negligencia que erosiona la clínica, es un número de  celular (154 567261). Sin embargo, ésta es una opción que pocos conocen y que nadie se ocupa y preocupa por difundir.    

No hay peor ciego que el que no quiere ver… y peor sordo que el que no quiere escuchar.