“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...”.
Aquellas frases entrecortadas y dramáticas fueron escuchadas por miles de oyentes de radio, un 30 de octubre de 1938. El actor Orson Welles había adaptado “La guerra de los mundos”, una novela de ciencia ficción de H.G. Wells, en la que los marcianos destruían la Tierra.
Hubo al menos tres advertencias para explicar que lo que se narraba era una ficción. Pero el medio era la radio y se escuchaba (como hoy), cuando alguien la encendía. Y la dramatización de Wells fue notable. Los hechos se relataron en forma de noticiero, en una época en que los noticieros narraban “verdades indiscutibles”.
Los oyentes que no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias y el pánico se apoderó de las calles de Nueva York y Nueva Jersey.
La histeria colectiva demostró el poder de los medios de comunicación, hizo muy popular a Wells y obligó a todos los responsables a pedir perdón por el “error humano”. El mito dice que hubo varios suicidios, y aunque no están comprobados, mucha gente la pasó muy mal.
El 13 de enero de 2018, a meses de que se cumplan 80 años de aquella emisión histórica, una alerta enviada a los celulares de los residentes de Hawái que advertía contra la llegada de un misil balístico, resultó una “falsa alarma”, pero el mensaje causó confusión, nervios y terror, entre la población del archipiélago.
“Amenaza de misil balístico hacia Hawai. Busque un refugio inmediato. Esto no es un ejercicio”, decía la advertencia enviada a las 8 de la mañana. Fue recibida en miles de móviles a través del sistema de alertas Amber, utilizado por las autoridades para advertir de situaciones de emergencia a los ciudadanos.
En un contexto geopolítico tenso por las amenazas de un ataque nuclear desde Corea del Norte contra intereses estadounidenses, el gobernador David Ige y la agencia local de situaciones de emergencia (EMA) tuvieron que aclarar por Twitter que el archipiélago no estaba bajo amenaza de un misil balístico.
“Me disculpo profundamente por los problemas y la angustia que causamos hoy”, dijo Vern Miyagi, administrador de la EMA, a periodistas. “Pasamos los últimos meses tratando de adelantarnos a esta amenaza, de modo que pudiéramos avisar y preparar a la población”.
“Cometimos un error”, agregó. “Vamos a estudiar esto para que no vuelva a suceder. El gobernador nos ha ordenado que suspendamos otras pruebas hasta que lo arreglemos”. “El mensaje enviado más temprano fue un error”, dijo. Un mensaje de rectificación fue enviado minutos después de la falsa alerta.
Un fotógrafo de la AFP que vive en el centro de Honolulú indicó que vio salir a varias personas de un edificio de oficinas después que se emitió la alerta, mientras sus vecinos acudieron a preguntarle qué hacer. Personal de hoteles, con decenas de turistas en sus habitaciones, les pidieron a sus huéspedes que se refugiaran en los sótanos.
Un periodista explicó con precisión académica la situación vivida: “La gente de Hawai experimentó que en 15 minutos ellos y sus familias estarían muertos. Eso es lo que acaban de pasar”.
En sociedades aterradas por el miedo a lo desconocido y a una muerte segura, los errores humanos hacen que miles de personas la pasen muy mal. Ocurrió 80 años atrás, porque la gente confiaba en el medio que transmitía la noticia. Ocurrió ahora, por la misma razón. La responsabilidad de quienes informan no debe negociarse nunca.
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