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Balearon la casa de una conocida locutora y conductora de TV

Los atacantes eran dos y andaban en una moto pistera. Dispararon 17 veces al frente de la vivienda.

Por redacción
| 18 de enero de 2018
Marcas de una noche inolvidable. El hijo de "Titi" Otazú señala dónde impactaron los proyectiles. Foto: Héctor Portela.

Ayer, a mitad de la madrugada, alguien golpeó con fuerza e intentó abrir la puerta principal de la casa de la reconocida locutora y conductora de televisión de Villa Mercedes Edith “Titi” Otazú. La mujer pensó: “Será uno de mis hijos”. Unos segundos después escuchó que alguien pateó y rompió el vidrio de una de sus ventanas. Supo de inmediato que el que trataba de entrar a su domicilio no era ni Emmanuel ni Rodrigo. Corrió hasta el dormitorio del primero de ellos y lo despertó. “Nos están asaltando”, le dijo. Cuando el joven fue a la habitación de su madre, donde habían quebrado el vidrio, y encendió la luz empezó una lluvia de tiros contra la vivienda.

 

Eran dos delincuentes. Dispararon diecisiete veces contra el frente de la casa del barrio Sarmiento, precisó Emmanuel Correa Otazú. Los policías de la Comisaría 8ª recogieron 16 casquillos de la vereda de Juan W. Gez 85, además de algunos restos de plomo, puntualizó el oficial principal Mario Gil, subjefe de esa seccional.

 

Aunque todavía resta que los peritos balísticos de Criminalística lo confirmen, la experiencia les marca a los investigadores que los disparos fueron ejecutados con una pistola, calibre nueve milímetros, como las que usan ellos.

 

La Policía calcula que los primeros balazos fueron gatillados desde la vereda de la casa de Otazú y que, de ahí en más, los atacantes tomaron distancia. Por eso sostienen que es muy probable que el disparo que atravesó el vidrio de la ventana y llegó hasta el interior de la vivienda haya sido el que abrió la balacera.

 

Hasta ayer los Otazú no habían denunciado el ataque, pero el personal de la comisaría de jurisdicción trabajaba de oficio. “Ya le pedimos a un vecino, que tiene cámaras privadas, si nos puede facilitar las filmaciones”, comentó Gil. 

 

Pero las posibilidades de que esos aparatos hayan captado a los agresores no son muchas. Puesto que, pese a que dos de las filmadoras están frente a lo de la locutora, sobre la vereda sur, y otra sobre Belgrano, las primeras apuntan al ingreso de un garaje sobre Juan W. Gez, toman parte de la calle y de la vereda, y la otra capta sólo el hall de ingreso del auto. 

 

Adelantó que, de todos modos, revisarán una cámara de vigilancia pública que está en Pueyrredón y Juan W. Gez y otra situada en Coronel Iseas y Belgrano. 

 

Aunque aún no fue descartado, para los investigadores es casi seguro que los que balearon lo de “Titi” no fueron a robarle. “Si hubieran querido hacer eso no hubieran roto  una ventana. Cualquiera sabe que eso hace ruido y que, si hay personas dentro, se van a despertar (…). Podrían haber entrado por el balcón, por ejemplo, y haber trabajado tranquilos”, comentó. 

 

Hay muchas hipótesis. “Puede que quienes lo atacaron se hayan equivocado de casa o que sea producto de alguna enemistad con alguien”, conjeturó el oficial principal. 

 

Pero Emmanuel descarta de plano que lo que vivieron ayer se haya dado por un problema que tenga o haya tenido con otra persona, ni muchos menos un ajuste de cuentas. 

 

Ni siquiera puede explicarlo por el lado de su trabajo, pues él es abogado y más de una vez ha representado a mujeres que denuncian a sus parejas o a sus ex por violencia de género. “Algunos de los maridos de mis clientes son violentos, pero no al punto de tener armas”, aclaró.

 

Para él, lo único que medianamente tiene sentido es que todo se trató de un intento de robo fallido. A la vez no deja de llamarle la atención tres cosas. “Alguien que va a robar ¿por qué va a romper así una ventana? ¿por qué va a disparar de esa forma, como me disparó a mí, a sangre fría? ¿de dónde sacó un arma de guerra, como son las nueve milímetros?”, planteó. 

 

De lo único que no tiene dudas es que “tiraron a matar”. “Querían un muerto o algo así, porque no fueron dos o tres tiros, fueron diecisiete, uno detrás del otro”, contó. 

 

Alrededor de las cuatro de la mañana, dos golpes sobre la entrada principal de la vivienda despertaron a “Titi”. El grave ruido de la madera quebró el sueño de la afamada locutora, que dormía en la habitación, ubicada a la derecha de esa puerta. “Mi mamá pensó que éramos nosotros y se levantó”, relató Emmanuel. 

 

Cuando Edith caminaba sobre el pasillo que se conecta con esa entrada escuchó que alguien quebraba de una patada el vidrio de la ventana de su dormitorio. La mujer había cerrado los postigos, pero no había bajado la persiana. 

 

Gritó. Corrió hasta el fondo de su casa, a la pieza de su hijo. “Me dijo que nos estaban asaltando, pero yo estaba medio dormido, no razonaba, no entendía bien qué pasaba y me fui hasta su dormitorio”, narró. En cuanto prendió la luz, para ver lo que había pasado, una andanada de balazos le traspasaron la ventana, se incrustaron y también rebotaron contra la pared del lado de afuera. 

 

“Era de película”, recordó y no lo podía creer. Los vidrios volaban. Las detonaciones no tomaban respiro. Duró poco más de un minuto. “Yo pensé: ‘acá va a haber un muerto o algo’. Eso estaban buscando”, manifestó. 

 

La balacera despertó a los vecinos. Uno de ellos el juez Contravencional y Correccional Santiago Ortiz, quien vive sobre la misma vereda que Otazú, a unos diez metros, casa de por medio. 

 

“Yo no podía verlos (a los atacantes), pero ellos a mí sí, porque tenía la luz encendida”, comentó. “La verdad, no sé cómo estoy ahora hablando con ustedes. Es un milagro”, le expresó a El Diario. Escapó de la línea de fuego resguardándose detrás de los muebles. 

 

“En un momento, me fui hasta donde estaba mi mamá y le pregunté si estaba bien”, relató. En esos exactos segundos, los estampidos pararon. Los vecinos le dijeron después que uno de los agresores se fue caminando por Belgrano y el otro, el que gatillaba, tomó la moto pistera azul, en la que habían llegado, y encaró hacia el este. Esa huida, al parecer, no fue ni rápida ni ligera. Tuvo que arrastrar la motocicleta hasta la esquina de Balcarce, porque no conseguía hacerla arrancar. 

 

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