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Ajedrez: Marcelo Panelo un puntano que brilla en Barcelona

El ajedrecista hizo sus primero pasos en San Luis. En el 2003 se radicó en la capital de la comunidad autónoma catalana y logró consagrarse como Maestro Internacional.

Por Ayelen Anzulovich
| 29 de enero de 2018
Disfrutando. Marcelo jugando una partida con el jefe del Programa de Ajedrez, Pablo Ricardi.

Marcelo Panelo es un ajedrecista puntano que triunfa en Europa y que luego de tres años volvió a la tierra que lo vio nacer. Hoy es Maestro Internacional (MI) de FIDE (Federación Internacional de Ajedrez). Actualmente brinda clases y prepara alumnos para competir  en clubes de Barcelona.

 

Desde muy chico Marcelo ya mostró interés por el ajedrez. Lo que él no sabía era que el destino le tenía preparada una gran jugada. “Mi hermano era de juntarse en mi casa con sus amigos y hacía partidas. Yo como buen niño siempre quería participar en todas las actividades que él hacía. Así fue como sin querer empecé a meterme en un mundo desconocido para mí”, dijo Marcelo, mientras que después de un largo silencio contó: “No recuerdo cómo aprendí pero de repente me vi moviendo mis primeras piezas”, comentó.

 

Al ver el potencial que tenía Marcelo a los 11 años, su hermano decidió llevarlo a conocer a Gilberto Sosa, un precursor y campeón provincial del ajedrez. “Él le comentó y le dijo que me llevara para verme. Resultó ser que jugamos una partida y quedó impresionado”, recordó con una sonrisa el puntano, quien también agregó que en esa época faltaban chicos para competir y que ahí le propuso participar de un torneo infantil. “Acepté ir, lo único que tenía que hacer era competir con un chico de Villa Mercedes. Fui y la gané. Por un lado estuvo bueno, pero después noté que mi competidor se puso mal. En ese momento me sentí angustiado, yo no competía, sólo quería jugar para divertirme”, precisó y detalló que esa partida fue lo que le permitió clasificar a una semifinal argentina juvenil.

 

“Para la edad que tenía no era normal que estuviera compitiendo en un torneo de esa magnitud”, expresó Marcelo, quien dijo que le fue fatal. “Perdí pero eso no me desanimó, sino que me impulsó para seguir aprendiendo. Todos se quedaron sorprendidos por la corta edad que tenía. Esos fueron mis primeras experiencias”, aseguró y detalló que en aquel entonces iba mucho al Club de Ajedrez  El Rey y también al salón del segundo piso del Cine Roma.

 

Marcelo hizo toda la primaria y secundaria en la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles". Es hijo de Hugo Rafael Panelo y Siveria Ramona Muñoz. Sus hermanos son Hugo, Silvia y Patricia. Él es el menor de los cuatro. “El apoyo de mi familia fue muy importante para mí. Ellos hicieron todo lo posible para que pudiera jugar. Siempre me acompañaron y me dieron todo”, manifestó con la voz entrecortada.  “El amor por el ajedrez lo tuve desde chico. A los quince años logré títulos muy importantes en San Luis. Salí campeón provincial, cadete y juvenil”, narró el puntano y aseguró que eso fue lo que lo impulsó a ir detrás de su sueño. “Sentía que tenía que seguir nuevos caminos, que no me podía estancar. Entonces decidí salir a explorar nuevos caminos. En ese entonces tuve la oportunidad de ir a Buenos Aires a participar de unos torneos. Pero no era mi momento”, dijo.

 

Para Marcelo nada fue un impedimento, siempre fue detrás de sus sueños. Con 23 años, inquieto y con espíritu emprendedor volvió a probar suerte en Buenos Aires. “Decidí irme y volver a intentarlo. Mi tía me consiguió trabajo como cartero en el Correo Argentino y empecé a estudiar economía. Trataba de hacer las dos cosas y en mis ratos libres me dedicaba a perfeccionarme en ajedrez”, recordó con cierta nostalgia y agregó que el destino estaba empeñado en que siguiera su pasión. “Hice un año en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero no me exigía demasiado. La mayoría del tiempo me la pasaba en el Club Argentino. Ahí me hice fuerte y empecé a formarme como jugador profesional. Tuve la posibilidad de conocer a grandes leyendas”, contó.  

 

Después de ganar experiencia e impulsado por sus ganas de seguir creciendo y aprendiendo, descubrió que tenía la posibilidad de hacer algo más por su carrera. “A los 25 años les dije a mi papás que quería viajar a Barcelona. No era una época fácil, pero de todas maneras me ayudaron con el pasaje. Me fui con un amigo, la intención era jugar un par de torneos y conocer un poco más”, precisó Marcelo, que en tono alegre detalló que al principio todo le resultaba extraño. “Lo primero que me llamó la atención es que en Argentina las calles son enormes, en cambio en Barcelona, cuando las vi me di cuenta de que eran muy pequeñas”, asintió.

 

Después de ese viaje, el puntano volvió a la Argentina pero en el año 2003 fue que dispuso radicarse en la capital de la comunidad autónoma catalana. “Cuando tomé la decisión de quedarme a vivir acá les dije a mis viejos y ellos una vez más me ayudaron. Ya instalado me las rebusqué para conseguir trabajo. No fue para nada fácil. Era un jugador fuerte pero no estaba titulado. Pero sí tenía ganas de progresar”, dijo.

 

En su recorrida por los distintos clubes de ajedrez en Barcelona, Marcelo llegó sin querer al Ateneo Colón. “Ahí me ficharon, ellos sabían que mi ranking era bajo pero me habían visto jugar. Me ofrecieron dar clases y empecé a competir en los campeonatos por equipo. Así me podía ganar unos pesos para pagar el alojamiento y la comida. En ese club empecé a convertirme en un jugador mucho más fuerte”, aseguró.

 

En su recorrido por el mundo no tan sólo pudo desarrollarse profesionalmente, sino que encontró también el amor. “Acá conocí a mi mujer, es catalana y hace 16 años que estamos juntos”, precisó el especialista, quien agregó que eso fue también lo que lo hizo tomar  la decisión de 'quedarse quito'. “Acá logré formarme y crecer como ajedrecista. Gané grandes torneos y obtuve dos normas para Gran Maestro. Después tuve que elegir seguir compitiendo o establecerme en un lugar y dar clases”, mencionó el puntano, quien dijo que la vida del ajedrecista implica viajar mucho. “Lo hice en un primer tiempo pero después quería poder vivir otras cosas. Por eso hoy me dedico a jugar por equipo en Barcelona y también doy clases”, afirmó.

 

Marcelo expresó que el ajedrez no tan sólo ayuda a tener más concentración sino también a tomar decisiones. “Tengo alumnos que lo hacen por hobbie y otros que compiten. La mayoría se ha recibido en la universidad. Ellos han venido contentos a decirme que gracias a este juego han podido desarrollar la concentración y crear un hábito de estudio. Eso a mí me alegra y me llena de orgullo porque demuestra que el ajedrez aparte de ser lúdico te enseña otras cosas para la vida”, finalizó.

 

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