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Carozo Zavala, una vida como bombero voluntario

Ingresó al cuartel de su pueblo con 17 años. Tras casi cuatro décadas de servicio y de obtener la máxima jerarquía, decidió jubilarse para dar paso a los jóvenes. Sus mejores anécdotas.

Por redacción
| 09 de enero de 2018
Buenos compañeros. Zavala secundado por Gustavo Gauna (izquierda) y Rubén Quiroga (derecha). Fotos: Leandro Cruciani.

Hacían 37 grados. El sol no tenía piedad y casi todo el pueblo se refrescaba en el bellísimo balneario de Santa Rosa del Conlara. Eran las 17:30 y Amado Rubén Zavala llegó puntual, sonriente y entusiasmado. Tal como lo hizo durante 36 años al abrir el portón del cuartel de Bomberos Voluntarios de su localidad, ese espacio entre autobombas, camionetas, ambulancias y cascos que Carozo considera su "segunda casa". Tras casi cuatro décadas de luchar cara a cara con el fuego y de servir a su gente, le llegó la hora del retiro, el tiempo de jubilarse como comandante general y dar paso a las nuevas generaciones de rescatistas.

 

En la charla con El Diario de la República, el experimentado socorrista lució con orgullo las jinetas de su uniforme azul que lleva bordado el nombre de su pueblo.

 

"Arranqué en esto a los 17 años. Hubo un gran incendio en la zona de Las Chilcas y en Lobos. Fue un fuego que duró como quince días. Allí se creo, en un garage de  Guido Pollini, el cuartel de Bomberos Voluntarios de Santa Rosa. A mí me empezó a gustar porque mi padre trabajaba en Vialidad y cuando había un incendio forestal tenía que ir a colaborar con las máquinas. Yo veía todo eso y me gustó. Además, cuando ardían algunas hectáreas del campo de mi familia, ayudaba a apagarlo. Me gustó, sentí esa vocación y acá estoy. Ya pasaron treinta y seis años", cuenta el bombero fanático de Boca Juniors y "tuerca", amante del rally provincial.

 

"Ser bombero es una vocación que uno siente, nace por las ganas de dar una mano a tu gente, a tus vecinos. Estar al servicio de tu pueblo o zonas cercanas cuando pasa algo malo. Nosotros acá no sólo intervenimos en incendios forestales. También, lamentablemente, vamos cuando hay un gran accidente en la autopista o damos una mano con la ambulancia cuando es preciso. De eso se trata ser bombero", explica el hijo de Amado Salvador Zavala e Irma del Valle Heredia, quienes aún lo ven salir de su casa, a diario, rumbo al cuartel.

 

"En mi caso llegué a comandante general por las capacitaciones que tomé y por los años de servicio. También tiene mucho que ver la disciplina. La seriedad con la que se toma esto y las ganas de progresar. Siempre me gustó aprender, hacer cursos", comentó Zavala que para vivir se desempeña como docente rural en la Escuela Nº 234 "Armada Argentina".

 

"Es importante capacitarse y por eso hice cursos provinciales y nacionales. Aprendí técnicas para combatir los incendios forestales, cómo intervenir en fuegos dentro de barcos, en accidentes de tránsito. También sobre psicología de la emergencia y rescates acuáticos o vehiculares. Permanentemente les digo a los chicos que se capaciten. Ellos son el futuro", considera Zavala, de 54 años.

 

En medio de la charla, Carozo recordó a aquellos amigos que lo acompañaron en estos casi 37 años de servicio voluntario.

 

"Compartí esta labor con muchos compañeros y vecinos de Santa Rosa. Gente muy buena. Nos conocemos de toda la vida en mi pueblo. Acá en este cuartel, el noventa por ciento somos vecinos del pueblo que nos gusta ser bomberos. No podría hablar de uno en particular. Todos son excelentes personas y fueron grandes compañeros. Gracias a Dios, en todos estos años jamás perdimos a algún compañero en algún siniestro. Sí sufrimos algunas lesiones como fracturas o golpes, pero nada grave. En la vida bomberil siempre hay buena camaradería y nos damos una mano unos a otros", afirmó. 

 

Carozo ya entregó la llave del cuartel y dejó de estar al mando porque su retiro efectivo ya se concretó. Ahora está como bombero reservista y podrá dictar capacitaciones o integrar la comisión directiva que rige los destinos de los Bomberos Voluntarios de Santa Rosa. Su jubilación, fruto de la nueva ley que impulsó el Gobierno de San Luis, es un hecho.

 

"Antes no existía esta ley. En ningún punto del país. Hace varios años, Guido Pollini presentó un proyecto similar al que se sancionó ahora, pero en aquella época quedó en la nada. Por suerte ahora se aprobó la  ley, que es muy importante porque tiene muchos beneficios para el bombero. Sobre todo para los más chicos, porque aquellos que no tengan obra social podrán acceder a ella. Además de la jubilación que es otro beneficio muy importante. Yo cumplí mis años de servicio. Por eso me retiro. Aunque en mi profesión como docente todavía debo seguir trabajando", remarcó.

 

 

Rescatistas en formación

 

La cantera de rescatistas voluntarios sigue en permanente producción en Santa Rosa y Zavala contó cómo trabajan en su localidad. "Nosotros seguimos recibiendo chicos o jóvenes a los que les gustaría ser bombero voluntario. Nadie sale a pelear un incendio forestal sin capacitarse. Los vamos llevando de a poco. Tienen que hacer un curso para ingresar y aprender a tomar todos los recaudos. Ahora somos cien bomberos, entre los de jerarquía y los más jóvenes. En mi caso tengo una sobrina, Trinidad, que tiene 8 años y sigue mis pasos. Es cadete pero está muy entusiasmada. Viene a la escuela de cadetes y le gusta mucho ser bomberita", relata orgulloso Zavala.

 

En el cuartel de Santa Rosa hay matrimonios que integran el cuerpo de bomberos. También muchos son hermanos. La vocación por servir al prójimo sigue latente.

 

Otro punto importante dentro de la charla con El Diario de la República giró en torno al origen de los incendios forestales que en varias ocasiones le han dado dolores de cabeza a todos los sanluiseños.

 

"Los incendios forestales son ocasionados por la mano del hombre. Siempre. Es difícil de probar. Pero en San Luis el fuego es intencional, participa el hombre. En la mayoría de los casos son los propios productores o porque tienen problemas entre vecinos de campos aledaños, se llevan mal y hacen estos daños. Ningún incendio forestal es casual eso hay que sacárselo de la cabeza", consideró.

 

El rival eterno de un brigadista es el fuego, ese terrible e indomable enemigo. Y Carozo Zavala lo conoce muy bien, lo ha visto cara a cara muchas veces por eso puede opinar sobre él.

 

"El fuego es impredecible. La nuestra es una provincia muy ventosa. Y el viento es el mejor ayudante que tienen las llamaradas. Hoy está acá, cerca nuestro, y en pocos minutos salta a otro campo y no lo podés parar. Tal vez lo veas a trescientos metros tuyo y en dos minutos está al lado nuestro. No te da tiempo a nada. En una ocasión, en un fuego que combatíamos con colegas de El Fortín de Villa Mercedes, ellos tenían los elementos para medir la velocidad en la que el fuego crecía. Sus herramientas registraron que tenía un ritmo de sesenta kilómetros por hora. Cuando se combate un fuego con viento hay que estar muy atentos y concentrados. El trabajo en equipo y con rapidez, es fundamental. Lo que ha sufrido nuestra provincia en el último tiempo es tremendo", sostuvo.

 

Aunque podrá volver todas las veces que quiera a su cuartel, Carozo sabe que su jubilación fue tramitada. Su actividad a pleno como comandante general, la más alta jerarquía a la que puede aspirar un bombero, cesó. Es hora de tomarse todo con calma. Incluso por su salud. "Tomé la decisión de acogerme a la jubilación después de toda una vida porque me hice unos estudios médicos que no dieron muy bien. Tengo un poco alto el colesterol y hace tres años fui operado de los intestinos y no puedo tomar grandes calores. Para esto el físico y la buena salud es fundamental. Por eso prefiero dejar mi lugar a los jóvenes y ayudar a formar a aquellos que se sumen o formar parte de la comisión directiva. Esto ha sido mi vida y seguiré aquí, pero desde otro rol", contó Zavala emocionado.  

 

  

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