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Una agricultura basada en la filosofía del Tao

Literalmente Tao significa "enseñanza del camino". Asegura que quienes se mantienen en constante armonía con la naturaleza tendrán una vida longeva y en plenitud. 

Por Romina Oddone
| 14 de octubre de 2018
ALAN TIENE UNA GRAN VARIEDAD DE PLANTAS MEDICINALES, LAS VENDE O LAS TROCA.

Se trata de generar conciencia ambiental", afirma Alan Douglas Price mientras trata de explicar qué lo llevó a montar un vivero en el frente de su casa en la ciudad capital. Su local se llama "El Jardín de Jah" y atienden por contacto a través de Facebook. 
"Trabajaba como jardinero, pero solo me pedían plantas ornamentales. Tuve una especie de crisis porque no me gustaba matar hormigas; también había hecho unas huertas, pero la gente no las cuidaba, le daba más bolilla a las flores —que no está mal— pero a mí no me llenaba, así que renuncié a todos los jardines y decidí empezar a vender plantas, dedicarme a armar huertas y a producir los cultivos que me gustan", comenta. 
El estilo de Alan es entrarle a la gente por donde más le interese. Cuando vende una planta no da el precio sin más, delante de la venta hay toda una explicación que puede ser científica para las mentes lógicas, o mágica para las cabezas místicas. Va en gusto...
En su casa tiene una huerta de la que se abastecen él y su familia. "Hace muchísimo tiempo que no compramos hojas verdes, por ejemplo. La lechuga, la acelga y la espinaca, como también el perejil, son verduras que nacen de nuestra tierra y son naturales", indica.
La agricultura que emplea Alan es un estilo japonés, su creador se llamaba Masanobu Fukuoka. "Lleva el Tao a la agricultura. Se trata no solo de explotar la tierra, sino de sembrar y disfrutar el proceso, por eso, la gente a la que le he armado las huertas quedó contenta, porque trabajan todo el día y no tienen tiempo para cuidarla y el sistema que aplico es para no ser esclavo de la huerta, sino que la tierra produzca por sí misma, como lo hizo por milenios", cuenta.
Asegura que consiste en un sistema basado en imitar los patrones naturales. "Por ejemplo, si vas a un bosque, nadie lo riega, pero los árboles igual están verdes, nadie hecha pesticidas ni fertilizantes, nadie poda ni ara la tierra y son ecosistemas sanos. La idea es imitar eso y aplicarlo a nuestros espacios. Si bien en una sola temporada no vamos a tener esa retroalimentación que esperamos, al cabo de tres o cuatro cosechas, sí va a suceder y las plantas se autosembrarán y regarán".
Para el control de los bichos que asolan las huertas, Alan usa aromáticas y plantas insecticidas, "como la caléndula o el tagete. Se trata de poner otras plantas y hacer un control biológico. Es más natural y, claro, más lento".
En el vivero también tiene hierbas y plantas medicinales, su favorita y más poderosa es el kalanchoe porque le curó un quiste sebáceo detrás de la oreja en solo tres días. "Consumía tres hojitas, las licuaba bien y rebajaba el preparado con agua tibia. A los pocos días, desapareció por completo. También cultivo 'sertal', que es para el hígado, vesícula y estómago; 'cola de caballo', sirve para la próstata y para remineralizar el cuerpo. Y después tengo las aromáticas como la menta, el cedrón, la ruda y el romero. Todas tienen sus medicinas", enumera.
"Se nota mucho la diferencia entre algo que es orgánico y algo que no lo es. Se ve en el aspecto, en el sabor y luego en el accionar del humano, porque la comida se transforma en tu sangre y ese veneno se lo pasamos a un ser querido en forma de acciones o de palabras, o a la tierra, el aire o el agua de nuevo", concluyó el huertero.

 

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