19°SAN LUIS - Martes 16 de Abril de 2024

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El momento en el que el arte nace y se reproduce

La figura maternal fue siempre motivo de inspiración y homenaje entre los artistas de la provincia. Aquí un recuento de algunas madres que dejaron su huella en la escena: Andrea Galante en “Chiche bombón”; la cantante de “Sol y Fe” y dos actrices que desafían estereotipos.

Por Miguel Garro
| 22 de octubre de 2018

Hace 25 años, Andrea Galante filmó en San Luis una película sobre maternidad. Se llamó “Chiche bombón” y estuvo acompañada en los papeles protagónicos por Enrique Liporace, Ingrid Pellicori, Gonzalo Urtizberea y Vivian El Jaber. La historia contaba la reacción de una chica de 25 años – la edad de Andrea por entonces que queda embarazada de un joven de 17 y recibe el apremio y los cuestionamientos de todo el vecindario.

 

Detrás de esa comedia dramática firmada por Fernando Musa había una historia de reconocimiento, valor y decisión estoica de ser madre que la protagonista toma en soledad.

 

Aquella película –la segunda que se estrenó en San Luis bajo la Ley de Cine- representó el debut de Galante en el cine. La actriz consiguió una interpretación memorable que le abrió una carrera que, hasta entonces, había tenido a “Amigovios” como punto de partida.

 

Tras “Chiche bombón” trabajó en algunas otras películas hechas en la provincia como “Danza porca” y “Paco”, fue la chica de “Esperando el impacto”, el video de Bersuit, también dirigido por Musa, y pasó en televisión por “Hombres de honor”, “Franco Buenaventura” y “Mujeres asesinas”.

 

En una entrevista con “Cooltura” recordó aquella filmación en la que se convirtió en madre por primera vez.

 

—¿Qué recuerdos tenés de la filmación?

 

—Recuerdo que pasé en San Luis cinco semanas hermosas, muy emocionantes y muy calurosas. Hice muchas pruebas para llegar a ese personaje.

 

—En 2004 no era frecuente que se filme en San Luis. ¿Cómo tomaste la noticia de que tenías que filmar acá? ¿Conocías?

 

—No conocía San Luis y me encantó la idea de ir para allá a trabajar. Fue mi primer largometraje y toda una aventura. Recuerdo que estábamos llegando al final del rodaje y no quería que termine. Y que hacía mucho calor.

 

—¿Qué recordás de la provincia?

 

—Me sentí muy a gusto. Todas las personas que conocía me resultaban encantadoras. Pienso en San Luis y sonrío. También aprendí a cuidar el agua. No me daba cuenta de eso, no tenía mucha conciencia.

 

—En la película interpretás a una chica que queda embarazada accidentalmente ¿Qué valorás del guión en cuanto a las decisiones que toma Chiche?

 

—Chiche quería a su bebé. Siento que fue muy valiente al tomar la decisión de seguir adelante con su embarazo. El amor fue más fuerte que el miedo, y más fuerte aun que la oposición de su familia.

 

—Otro punto fuerte de la película es la relación de la protagonista con su madre ¿Cómo trabajaste las escenas con Ingrid Pellicori?

 

—Ellas tenían una relación bastante conflictiva. Pero fue una delicia trabajar con Ingrid. Ensayamos muchísimo las escenas. Fue un placer total. No tuvimos mucho tiempo libre, pero recuerdo que una vez nos fuimos juntas a unas termas que quedaban cerca. La pasamos genial. También visitamos las Salinas. Fue fascinante.

 

—¿Cómo siguió tu carrera? ¿Qué lugar le darías a Chiche bombón si tuvieras que hacer ahora un balance de tu trayectoria?

 

—Luego de Chiche bombón, trabajé en una tira de época en Polka, “Hombres de honor”. Mi personaje era muy interesante, pero la magia del cine es diferente a todo. La disfruto más, hay más tiempo para componer y desarrollar. Después tuve la oportunidad de trabajar en otra película, “Cuando ella saltó”, y me gustó muchísimo. Pero el hecho de que el rodaje de “Chiche bombón” fuera todo en San Luis generaba mayor concentración, fueron cinco semanas de rodaje y recuerdo sentir que eran para mí como las cinco semanas en globo, de Julio Verne. En mi caso eran cinco semanas en San Luis. Luego necesité dejar de actuar. Para ser más yo misma. Para estar más cerca de mí.

 

—En tu vida personal fuiste madre ¿Cómo te llevás con eso?

 

—Tengo una hijita maravillosa que se llama Dorothea. Estoy en pareja y conformamos una familia. Ahora vivimos en Buenos Aires, regresé hace un año y medio de México.

 

—¿Cómo llegaste allá?

 

—También por San Luis. En el festival de cine me convocaron como jurado de cortometrajes. Tuve la oportunidad de regresar a San Luis y fue doblemente mágico. En el festival conocí a Cuauhtemoc Cárdenas y nos hicimos amigos, él estaba en el jurado de documentales. Unos meses después me invitó al festival de cine de Morelia, en México. Fui. Y me quedé dos meses, no me podía ir. Me gustó tanto, tanto, tanto, que cada año regresaba a México. Ahí me di cuenta del arte y comencé a hacer piezas breves, audiovisuales. Experimentales. Sin miedo a equivocarme, mejor dicho, permitiéndome equivocaciones y así aprender. También encontré el camino del té. Los cuatro principios del té son: armonía- respeto-pureza-tranquilidad. Ahora mismo estoy trabajando en el desarrollo de un documental. Y ahora que cuento esto, me doy cuenta que San Luis fue una revelación para mí. Un puente para todo lo demás.

 

—Si tuvieras la posibilidad de regresar a San Luis ¿qué sería lo primero que harías?

 

—Claro que regresaría. San Luis está repleta de tesoros. Quisiera descubrirlos todos. Y documentar. Siempre documentar.

 

 

 

Marisol Godoy Herrera , el mejor legado

 

Marisol Godoy Herrera se sentía en la cumbre de su carrera. Junto a su marido integraba el dúo Sol y Fe, que varios puntanos han podido escuchar en fiestas y eventos de la provincia desde hace quince años. Pero ya hace tiempo que son empleados de una empresa multinacional que los contrata para realizar espectáculos en lujosos cruceros, que recorren las playas más hermosas del continente. Marisol hizo tres temporadas, fascinada y feliz, pero asegura que no terminaba de disfrutarlo del todo. La razón, en realidad, eran dos: sus hijas, Ayelén y Jennifer.

 

Eran pequeñas y Marisol tenía que dejarlas durante los seis meses de temporada que estaría a bordo del barco. “Para las mujeres es medio complicado dejar a los hijos de chiquitos, a pesar de que cuento con mucho apoyo de gente que me da una mano. En mis embarazos canté hasta los ocho meses, desde la panza ellas se movían, era impresionante. Después siempre estuvieron conmigo en los shows y en las pausas le daba el pecho”, recordó. Pero en los cruceros no estaba permitido asistir con niños, aunque sí las chicas pudieron pasar quince días con sus papás y quedaron encantadas con la vida en altamar. Eso, más el talento de su hija mayor por la música, la llevó a tomar un decisión. Hoy dejó su lugar en el dúo y se lo cedió a Ayelén Marisol, que tiene ya 19 años y hace dos que trabaja con su papá Federico en los cruceros. “Desde los 7 años que empezó a cantar y pisó un escenario. Hacía algunas presentaciones familiares y toda la vida soñó con alguna vez cantar en cruceros. Cuando yo decido retirarme ella ya estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, hizo dos años juntos en el secundario para poder irse”, explicó. “Que esté en mi lugar, en un trabajo que nos apasiona tanto y que tanto nos costó conseguir, para mí es fascinante. Me llena de orgullo. Para su papá es maravilloso compartirlo con ella”, agregó Marisol, quien hoy está embarazada de su tercer hijo, que será un varoncito. “Era un trabajo soñado, me costó dejarlo, pero lo hice durante muchos años y hoy quiero dedicarme más a mi familia, aunque sigo cantando y haciendo presentaciones acá en tierra. Y verla a ella en mi lugar también es muy reconfortante”, expresó.

 

Marisol Godoy Herrera

 

Y en el arte puntano también hay lugar para replantearse ciertos estereotipos, como en el caso del papel que hace Valeria Bruna en la obra Cristal. Su personaje no tiene nombre, simplemente es “madre”, justamente porque, según explicó, es el rol que le ha asignado la vida y esa mujer se siente un poco presa de eso. “Ella no es el estereotipo de madre perfecta que aceptamos socialmente, ni siquiera de buena madre. Está en un momento de su vida en que se ha replanteado todo, incluso el significado de ser madre. Muchas mujeres dicen que no es algo fácil y que por ahí no llega en el mejor momento y son muy cuestionadas o mal vistas por eso. Para ella, el haber quedado embarazada la puso en una disyuntiva entre el padre de su primera hija a quien amaba y a otro pretendiente que aceptó por esta idea de familia. La maternidad le llegó en un momento complicado y la llevó a tomar decisiones difíciles”, relató la actriz.

 

En la obra, “Madre” tiene dos hijos: Carla y “el hijo”, quien tampoco tiene nombre. “Ella ha sufrido mucho. Que su marido la haya dejado fue un dolor muy grande. La obra muestra la parte más frágil de cada uno de los personajes, por eso el nombre: Cristal. Creo que cualquiera que va a ver la obra se puede identificar con alguno de los personajes, en algún momento de la vida; las mujeres se deben haber identificado, sean o no madres”, destacó.

 

Valeria no es mamá en la vida real, y para componer el personaje se inspiró en la femineidad, en lo que significa ser mujer hoy, en este contexto social. “Hoy sí podemos decidir, hablar, nos vamos animando. Decidir sobre el propio cuerpo, si es el momento o no, replantearse cosas, como mujer, como hija; lo hice pensado en mis abuelas, que son de otra generación, otro momento”, contó.

 

La actriz expresó que su personaje seguramente tendrá mucho en común con las madres de hoy: “Ella se cuestiona en la intimidad todo, y yo creo que siempre en la intimidad muchas se lo han planteado, sólo que antes socialmente era mucho más cuestionado poder plantearlo abiertamente. Hoy gracias a los cambios sociales y a la revolución que hemos hecho las mujeres, cambió todo. Aunque en nuestra sociedad hay una mirada todavía condenatoria. Pero pone a prueba eso, la solidaridad femenina, de poder ponerse en los zapatos de otra”.

 

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