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La Rama negra y el Yuyo colorado son las amenazas de San Luis

Tienen fuerte presencia en los cultivos y crece día a día su resistencia a los herbicidas.

Por redacción
| 16 de febrero de 2018
Rama negra, su competencia con la soja se da en todo el país. Foto: www.inta.gob.ar

La Red de Conocimiento en Malezas Resistentes (REM), una de las organizaciones  de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), realiza anualmente una encuesta entre los productores asociados a cada una de sus regionales para conocer cuál es el estado de sus campos respecto del avance de las malezas.
Es sabido que el monocultivo, la falta de manejo y la aplicación no siempre acertada en tiempo y forma de algunos fitosanitarios desataron en los últimos años una “explosión” en materia de malezas resistentes, que amenazan cada vez más los rindes y la producción. Por eso esta encuesta es importante para saber qué medidas tomar y tener claro el mapa general de cada región. Dentro de la organización de la REM, San Luis está ubicada en la zona Oeste, que comparte con gran parte de Córdoba (menos el sudeste), La Pampa y el noroeste de Buenos Aires. Las otras regiones son: la Núcleo, compuesta por norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Entre Ríos y el sudeste de Córdoba; y una general denominada Centro y Sur de Buenos Aires.
Según las conclusiones de la red, las malezas más frecuentes durante el barbecho (es el período que va de la cosecha de un cultivo a la siembra de otro), variaron entre las diferentes zonas. Sin embargo, en las tres hubo una constante: la Rama negra, que se mantuvo invariable con sus acechanzas concretas y en crecimiento. Le siguieron en frecuencia promedio el Perejillo, la Ortiga mansa, el Raigrás, el Nabo, la Cerraja y el Pensamiento. Las últimas cuatro mostraron fuerte presencia en el centro y el sur de Buenos Aires.
En la zona Oeste a la que pertenece San Luis, la Rama negra mostró presencia en el 90% del territorio, seguida por el Perejillo (33%), la Ortiga mansa y el Pensamiento (ambas con un 20%). En las otras dos regiones la Rama negra está en el ciento por ciento de los campos, acompañada en la zona Núcleo por Raigrás, Avena negra, Pensamiento y Perejillo, mientras que en las regiones más al sur de la provincia de Buenos Aires destacan Nabos, Avena negra, Raigrás y Sanguinaria. Las malezas son perjudiciales porque compiten con los cultivos por el agua, los nutrientes y la luz solar, produciendo una marcada baja en los rindes finales, además de provocar fuertes pérdidas económicas porque hay que invertir mucho dinero en combatirlas.
En los cultivos de verano (soja, maíz, sorgo, girasol) la Rama negra fue la más mencionada, pero según la zona aparecen otras con fuerte protagonismo. En el caso del Oeste, donde aquella sólo aparece en un 50% de los casos, está el Yuyo colorado (hubo denuncias del 90% de los productores encuestados), también el Sorgo de Alepo (40%), la Pata de ganso (30%), la Cuaresma (30%), Clorídeas, el Lecherón y algunas Gonfrenas. El Yuyo colorado es sin dudas una maleza cada vez más difícil de combatir por su resistencia a los herbicidas tradicionales como el glifosato, por lo que hay que acudir a algunas mezclas innovadoras.
Pero no todas las malezas se destacan sólo por su resistencia a los herbicidas. Están aquellas que son muy tolerantes y otras, muy peligrosas, que tienen mucha adaptación al clima de una zona determinada. “Las marcadas diferencias entre zonas manifiesta una vez más la necesidad de tener estrategias de manejo ajustadas a cada una y, lo que es lo mismo, el posible fracaso que significa copiar recetas de otros lugares”, dice el informe de la REM.
En la zona que abarca a San Luis, siempre según los productores, la genética utilizada en soja es más utilizada para el manejo de malezas es la tecnología CL (tolerante a imidazolinonas). En cambio es la región que menos utiliza variedades STS (tolerantes a sulfonilureas). Son varios los que apelan a los híbridos tolerantes a glufosinato de amonio, al igual que en la zona Núcleo.
La utilización de herbicidas residuales es otra tecnología en crecimiento en los últimos años. En la soja de primera están presentes en el 85% de los casos, mientras que en la de segunda, en un 70%. En maíz temprano también es alto el uso: 90% tanto en el que fue sembrado temprano, como en el tardío y de segunda.
De las opiniones recogidas también se deduce que es mejor pegar primero, porque el principal limitante detectado que impidió tener un mejor manejo de malezas fueron las aplicaciones tardías. Las causas pueden ser muy variadas: falta de maquinaria suficiente, condiciones climáticas desfavorables o monitoreo menos frecuente de lo aconsejado, pero sigue siendo una variable que está a la mano del productor para rectificar el rumbo. También los alquileres tardíos juegan su papel, un tema que ya es una falla estructural en el campo argentino. La falta de piso también fue muy nombrada en la encuesta, una limitante que es de esperar en campañas como la pasada, con excesos hídricos muy por encima de lo normal. Pero al parecer será una variable a la que habrá que acostumbrarse porque amenaza con quedarse. Y finalmente están las fallas en el reconocimiento, un déficit achacable a los profesionales que contrata cada productor.
Cuando la REM consultó sobre la calidad de aplicación, el 90% respondió que es un punto a mejorar, por lo que hay que relacionarlo con problemas de manejo, al igual que el punto anterior. Y en cuanto a las prácticas de manejo no-químicas que implementa cada Regional de Aapresid, el 70% se inclina por los cultivos de cobertura, una buena noticia para los suelos. Otras técnicas que usan son el achicamiento del espacio entre surcos, la modificación de las fechas de siembra (ambos con el 40%), el desmalezado manual y la limpieza de cosechadoras (30%) y el control mecánico (25%). Estos porcentajes no están referidos a superficie bajo estas prácticas sino a números de Regionales que utilizan estas prácticas.
“Queda claro que los cambios que se visualizan en cuanto a malezas están haciendo variar las prácticas que aplica el productor campaña tras campaña. Sin dudas se requieren hacer importantes cambios en plazos no demasiado extensos, pero se ve que ese camino ya se está transitando, los cultivos de cobertura y las prácticas culturales son muestra de ello, la mención a la necesidad de mejores aplicaciones de herbicidas, también”, concluyó el informe.
 

 

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