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Un paseo para conocer y cuidar a los pumas

En verano todos los días los guardaparques ofrecen tres visitas guiadas a las pumeras para concientizar en contra del mascotismo.

Por Matías García Elorrio
| 17 de febrero de 2018
Fotos: Alejandro Lorda. Video: Marina Balbo.

Los guardaparques del Centro de Conservación de Vida Silvestre, en La Florida, tienen la difícil tarea de explicar y concientizar a los miles de turistas que en esta temporada llegan de visita, que el puma no es un animal doméstico y que los 19 ejemplares que viven allí fueron víctimas del encierro por parte del hombre. Carina Morales y Víctor Gozainy reciben cada día a los visitantes para acompañarlos a un recorrido guiado donde les cuentan que el CCVS recibe animales silvestres provenientes de decomisos por mascotismo, tráfico de fauna y entregas voluntarias. Que una vez allí se les brindan todos los cuidados en la clínica veterinaria y luego se los rehabilita para que vuelvan a la vida silvestre. Aunque para los pumas hay malas noticias: “El 99 por ciento llega porque han sido domesticados y ya no tendrán posibilidades de regresar a su vida natural”.

 

Durante la hora que dura el recorrido de 1.100 metros por el “sendero del puma”, Gozainy explica que “lo que les ofrecemos es disfrutar de la fauna y flora autóctona representativa del chaco serrano. El recorrido denominado 'Los Chañares' es autoguiado porque tiene en toda su extensión cartelería con información de la fauna y la vegetación nativa. Y el de los pumas es un camino netamente educativo donde hacemos hincapié en la concientización de la no domesticación de los animales silvestres”. 

 

Además, recuerda que dentro del las 340 hectáreas funciona un centro de rehabilitación de fauna cuyo objetivo principal es que el animal que ingresa tenga la oportunidad, a través de entrenamiento, de una rehabilitación para volver a su hábitat natural.

 

A ese Centro de Rehabilitación ingresan casi 300 ejemplares por año. Llegan águilas coronadas, cóndores y aves de monte. También tortugas, perdices y desde hace una semana se sumó un mono Carayá recuperado en la plaza de un barrio de la ciudad de San Luis.

 

El recorrido empieza bajo la sombra de un Caldén donde el guardaparque anticipa lo que van a ver y los alerta porque al ser una reserva natural, “los animales, insectos y reptiles son los dueños de casa, por eso tenemos que estar atentos y no molestarlos”. Así que la única condición que se debe cumplir para ingresar al predio es tener calzado cerrado: no se puede hacer con ojotas o sandalias. Y recomiendan llevar sombrero, ponerse repelente, protector solar y llevar agua. 

 

Los más chicos se quedan impresionados cuando entienden que alguna víbora puede cruzarse en el camino, pero la preocupación dura unos minutos, hasta que el grupo de 15 personas llega a las pumeras.       

 

Ahí el guardaparque les reitera a los visitantes que “esta no es una visita turística, aquí estamos para que todos veamos el daño que le hacemos a los pumas cuando los arrancamos de su espacio natural. Pero no sólo cuando el hombre lo toma como mascota sino cuando genera los desmontes o provoca los incendios. Debemos cuidar nuestro medio ambiente y no domesticar a los animales silvestres”.  

 

Después de unos minutos, dos de ellos asoman y se acercan hasta el alambre tejido. Los que tuvieron paciencia y esperaron con la cámara lista se pudieron llevar una foto. El resto sólo vio pasar a un macho de gran porte que además llevaba un trozo de carne en la boca. Pero enseguida se perdió entre la vegetación. El guía cuenta que comen dos kilos de carne por día cada uno y que no se podrán reproducir mientas dure su estadía allí “porque sería un error largar a esas crías al monte ya que sus padres se criaron en cautiverio y no podrán aprender todo lo que necesitan para vivir solos. Las madres les enseñan a cazar durante sus primeros dos años de vida para poder alimentarse”, contó el guía.       

 

Al finalizar el paseo, los turistas comparten con ambos guías sus opiniones: Gozainy destacó que “siempre es muy satisfactorio para ambos porque ellos vienen a disfrutar y nosotros cumplimos con nuestra tarea de educar y concientizar. Y sobre todo apuntamos a las nuevas generaciones que ya cuentan con mucha información y sus padres nos ayudan a reforzarla”. Pero aclara que “hasta que no ven al puma enjaulado, los chicos no terminan de entender cuál es el problema que tienen. Luego comprenden que nunca podrán volver a ser animales silvestres a causa de una mala decisión del hombre”, explicó Gozainy.

 

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