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Leonel Santiago Toloza: el mago de Carpintería

Vive con sus padres y un hermano en el pueblo vecino a Merlo, donde tienen un emprendimiento familiar. Hace shows en todo el Valle del Conlara. Lee y estudia magia para ser el mejor y sueña con viajar por el mundo para aprender otras culturas.

Por Johnny Díaz
| 19 de febrero de 2018
Foto: Martín Gómez

Los lugareños dicen que Carpintería es el pueblo turístico del futuro. Y debe ser cierto si solo nos atenemos a la magia del paisaje, la imponente pared de los Comechingones, el bosque natural de árboles autóctonos, el canto de los pájaros que alegran los días y la magia de Leo, el mago de este lugar de ensueño. Así ya estaríamos frente a un lugar paradisíaco y no está lejos de serlo.

 

Leonel Toloza es un habitante más de Carpintería, adonde llegó de la mano de sus padres Roberto (48) y Alejandra Verónica Cáceres (44), junto con su hermano menor, Rodrigo Sebastián (14).

 

Venían de Buenos Aires, cansados de la ajetreada vida capitalina, aunque llegaron de paso, para luego seguir viaje a otros puntos del país. Pero Carpintería los atrapó tanto como para que desechen la idea de ser nómadas.

 

El papá había sido colectivero en la gran urbe porteña hasta que un día dijo basta y, aconsejado por un amigo, emprendió viaje en busca de una mejor calidad de vida. Y la encontró en San Luis, donde primero abrió una ferretería. Pero con el tiempo entendió que era “cambiar la plata” y entonces inició un emprendimiento familiar en los fondos de su casa que se levanta en medio de un parque autóctono, donde sobresalen los espinillos, chañares y piquillines. Se dedican al bordado y estampado de ropa bajo el nombre de Dorados y Estampados CSL.

 

Mientras, sus hijos estudiaban y Leonel, el mayor, aprendía los primeros trucos de magia. El tiempo lo llevó a convertirse en un mago e ilusionista profesional. Tiene 22 años, es parte del paisaje sanluiseño y dice con orgullo que es de Carpintería.

 

“Vivo en Carpintería con mis padres y hace ocho años llegamos a este lugar porque ellos querían una mejor vida para la familia, el sueño era progresar con tranquilidad. Sé que teníamos la posibilidad de ir a otras provincias, pero ellos eligieron Carpintería y no estamos arrepentidos, acá hay muy buena gente, es un hermoso pueblo. San Luis en verdad es otro país, como dice el eslogan. Y por eso estamos acá”, cuenta a modo de presentación.

 

“Creo que mi pasión por la magia nació cuando tenía entre  ocho y diez años. Recuerdo que estaba con mi mamá mirando por televisión un especial de magia donde David Blaine hacia como que cortaba una soga, la mostraba al público y mediante un ’pase mágico’ la volvía a su estado natural. Sin querer me puse a practicar hasta que me salió, se lo mostré y ella me dijo; ‘mirá si un día sos mago...’. Creo que ese fue mi primer paso en el mundo de la magia”.

 

Leonel agrega que terminó sus estudios secundarios en 2016 en la Escuela Nº 159 Provincia de Jujuy de Carpintería y que siempre fue un alumno "regular". Su primer trabajo fue en el supermercado Átomo de Merlo, mientras no paraba de leer libros de trucos de magia e ilusionismo. “Siempre orienté mis pensamientos y estudios hacia la magia”, reconoce.

 

Agrega que nunca tuvo inclinación por el fútbol, pero sí por las artes marciales, y que de hecho sus padres lo mandaron a practicar kung fu en una academia de la zona y que le hubiera gustado competir.

 

La magia atrapa dice un viejo refrán en las marquesinas de los teatros y los circos del mundo. Y debe ser cierto porque Leonel se tomó en serio eso de leer libros dedicados al tema. Lo que había comenzado como un hobby, lo  llevó a concurrir a un congreso en Rosario, provincia de Santa Fe.

 

“Ahí comenzó todo, mis padres no me podían acompañar por razones laborales, pero yo me enganchaba en las charlas y técnicas que ofrecían esos congresos”.

 

“Me había convencido de que en el futuro ese podía ser mi medio de vida, aunque no lo consideraba como una fuente laboral porque era una diversión o una especie de terapia”, reconoce.

 

El joven que había llegado de Buenos Aires a los 13 años ya le había encontrado el sentido de su vida: sería mago.

 

Leonel cuenta que estudia cada día para ser mejor profesional: "Voy a los congresos que se hacen en escuelas o instituciones regularizadas por la Entidad Mágica Argentina (EMA), que está fiscalizada por la Federación Latinoamericana de Sociedades Mágicas (Flasoma) y posteriormente por la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISM) a nivel mundial. Lo hago para sumar experiencia y conocimientos”.

 

“También viajé a Mendoza para participar en la Sociedad de Magos sin Galera, una entidad que da la posibilidad de brindar un show gratuito en las escuelas. El show se denomina magia solidaria y tenés que arreglártelas como puedas, está destinado a gente que no puede contratar un mago. Es muy divertido y positivo”, dice. El mago de Carpintería recuerda que a ese show, "lo puse en práctica en la escuela del Bajo de Véliz y tuvo muy buena aceptación".

 

“El año pasado estuve en Rosario, en un congreso de la Asociación de Magos Rosarinos (Asomar), no pierdo ninguna posibilidad de estudiar y aprender, todos los días se aprende algo nuevo”, acepta sin complejos.

 

“Ir a un congreso significa que uno puede aprender y sumar conocimientos, el propósito es encontrarse con magos de todos lados, cada uno expone sus vivencias, estudios, experiencia y lo más actual que incorporó. Además actúan magos para magos, entonces intercambiamos vivencias y aprendemos otras”.

 

Entre tanta preparación, a Leonel le llegó el momento del debut arriba de un escenario en una fiesta privada, para un cumpleaños de gemelos en Merlo. “Ese fue mi debut como mago profesional, todavía hoy recuerdo la experiencia. Después vino una seguidilla de presentaciones en la zona de los Comechingones y en el Cubo Mágico de San Luis”.

 

Toloza dice que cuando comenzó su carrera profesional lo hizo con cartas (cartomagia), "una variedad para trabajar en bares y restaurantes, donde uno está más cerca del público y tiene más contacto". Después llegaron las famosas monedas, "hasta que conocí a otros magos que me enseñaron magia de salón o teatro o para eventos mayores, que es otra rama de la magia”.

 

Dice que estuvo en reuniones donde se enseñaba mentalismo, ventriloquía, ilusionismo, hipnosis, cartomagia y magia con monedas. "Ahora estoy estudiando teatro como complemento, es un ejercicio, sirve de terapia, incluso hicimos una presentación en Merlo, pero el secreto de los trucos es estudiar y ensayar”.

 

El mago de Carpintería cuenta que un argentino inventó la magia para ciegos, lo que no deja de ser una grata sorpresa. Entonces desarrolla la anécdota: “Un colega dice que en su show una niña ciega no había disfrutado su trabajo, por lo que al verla triste y compungida se puso a trabajar con colegas buscando un método para que los no videntes disfruten los shows. Lo logro con el método Braille, se puede hacer con cartas, tarjetas, monedas y papeles”.

 

En su primer show profesional, en el recordado evento infantil de Merlo, lo sorprendió que los dos hermanitos quisieran disfrutar de un mago. Fue un gran empujón: "De ahí en adelante siempre tuve trabajo, los últimos fueron  en Villa del Carmen y Los Molles”.

 

Sorprende la naturalidad para hablar, sus gestos y su reconocimiento para quienes lo fueron formando como mago, palabra que para Leo tiene un hondo significado y un profundo respeto. “Prefiero que me digan estudiante de mago. Es más simple, más personal y así me siento mejor”, manifiesta. “La vida de un mago es genial, porque hacés felices a las personas, por momentos las sacás de la realidad y las llevás al ilusionismo, eso es lo mejor. El secreto es que se sienten bien, plenos, yo siempre digo en el escenario que los adultos saquen de su fuero íntimo el niño que llevan y que vivan el show”.

 

“Me preparo para cada presentación y siempre está esa cuota de nerviosismo, que la descargo en el momento o a través de un juego de palabras. Busco que el público se dé cuenta que quien está arriba del escenario es una persona normal, como ellos”.

 

"Un mago debe tener habilidad con las manos, rapidez mental y un buen léxico, el tiempo pasa muy rápido y no hay opción a la hora del divertimento, las sensaciones y las emociones siempre están a flor de piel", asegura.

 

"Una vez un colega me dijo, ‘podés tener el mejor show, el más fantástico, pero si no sabés comunicarte con el público, no llegarás muy lejos’. Es complicado".

 

 También conoce los riesgos, vio fallar a otros magos en sus trucos. "Uno debe estar preparado para eso, si fuera de mi generación le diría que hay que seguir practicando, y si fuera uno de los grandes, no diría nada porque no estoy al nivel de ellos. El mago es un ser humano, la gente cree que todo lo puede y no es así, a muchos el ego se les sube a la cabeza y eso genera discordia o conflicto en el ámbito de nuestro trabajo”.

 

Leonel dice que sus referentes en la magia son David Copperfield, René Lavant, Norberto Sábato, Tony Leviño, Fu Man Chú y Juan Tamariz. “Todos magos de renombre internacional y de quien uno puede llegar a aprender mucho. Vivo de mi trabajo, es algo que me gusta, me atrapa, en  un futuro pienso viajar y conocer otros lugares, siempre haciendo magia para culturas y países distintos. Conocerlos y siempre volver a San Luis, a Carpintería”.

 

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