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El último año de la secundaria: un tiempo de diversión y cuidados

Los especialistas piden un mayor control de los padres y no dejar que los chicos se autorregulen.

Por redacción
| 18 de marzo de 2018
Equilibrio. Especialistas y miembros de la policía aseguran que la clave no es prohibir sino que se debe cuidar y controlar a los adolescentes cuando salen a festejar. Foto: El Diario.

El “Último Primer Día” (UPD) es un nombre que tiene reminiscencias poética, pero no lo es. Este nombre recibe una celebración en la que los estudiantes del secundario encaran el primer día de lo que será su último año de cursado. El festejo hace que los jóvenes pasen toda la noche en vela, en muchos casos bebiendo, y en esas condiciones llegan hasta las aulas.

 

La celebración despierta reclamos en todo el país y es el inicio de una serie de festejos que tiene como epicentro a los adolescentes que cierran una etapa que muchas veces está tamizada por la falta de controles.

 

Los especialistas opinan que la adolescencia es una época de vulnerabilidad por lo que se hace necesario una mayor contención por parte de los mayores y no el proceso inverso como se viene dando en donde se deja que los chicos sean los que se regulen

 

Los años anteriores el Último Primer Día en San Luis fue un tanto caótico, tal como lo informaron en la Comisaría del Menor. Un ejemplo de ello es que la Policía tuvo que realizar un operativo de prevención por lo que los incidentes fueron mínimos.

 

De todas formas que se tenga que salir a cuidar que los chicos con las fuerzas públicas para que no hagan desmanes y no tomen alcohol en el vía pública, habla de un problema serio.

 

Elena Toranzo, psicóloga clínica magister en Psicoterapia Psicoanalítica explicó que “si hay una cualidad que los resume y los reúne a los adolescentes es su vulnerabilidad” y aseguró que “es una fase de mutación, de la cual nada se puede decir con certeza, es una etapa de pérdida de los puntos de referencia y de ruptura”.

 

Especificó que para los adultos la adolescencia es objeto de un cuestionamiento cargado de angustia, de crítica o pleno de indulgencia. “En su deseo y necesidad de independencia los padres (para el adolescente) dejan de ser valores de referencia, y eso también los hace vulnerables”, aseguró.

 

“También es vulnerable a las observaciones despectivas procedentes de otros adultos que tienen el papel de mandar a los jóvenes y en algunos casos son vulnerados por adultos con abuso de poder, poniendo o perdiendo su propia vida”, alertó la especialista.

 

Toranzo dijo que “en algunos adolescentes cuesta percibir su debilidad o "inopia" (no enterarse de lo que sucede alrededor), ya que se esconden en la omnipotencia y creen poder dominar el mundo, en realidad son pobres de recursos maduros para resolver los problemas, de allí la importancia de que los adultos tengan estos recursos, de lo contrario quedará librado a la buena suerte, que no es lo que abunda para ellos”.

 

Explicó que otros adolescentes en ese momento de extrema fragilidad “se defienden contra los demás mediante la depresión o mediante un estado de negativismo que agrava aún más esa fragilidad”.

 

Con este contexto relató que “un adulto maduro sabrá poner coto a la tendencia natural a sobrepasar el límite, para que la necesidad de experimentar  del adolescente no se vuelva peligrosa”.

 

Respecto del rol de los adultos, expresó que “los  padres mismos se vuelven vulnerables en la medida que los conflictos de sus hijos reactualizan los propios. Lo mismo ocurre con sus docentes u otros adultos cuya madurez o inmadurez se pone en juego. Si los padres u otros adultos no los comprenden, no acompañan, y no los pueden cuidar aumentará su vulnerabilidad”.

 

“Esta debilidad de la adolescencia quiere decir que si reciben golpes mientras son vulnerables, aunque las heridas cicatricen no se borrarán. Se sentarán las bases del resentimiento y de nuevas vulnerabilidades que se reactivarán en el futuro. La adolescencia se deja atrás cuando se pueden separar de sus padres sin sentir culpa por el abandono o temor al desamparo”, agregó.

 

Toranzo expuso que "la pobreza, drogas, violencia los hace envejecer antes de tiempo; la adolescencia debiera ser una etapa de moratoria para llegar mejor preparados a la juventud".

 

Una mirada práctica

 

Ivana Busto es subcomisaria a cargo de la Comisaría del Menor y tiene una gran experiencia con el hecho de tener que cuidar y lidiar con problemas inherentes a los adolescentes

 

Bustos, además del trabajo, también tiene un hijo que atraviesa esa edad de vulnerabilidad que reverenciaba Toranzo.

 

La subcomisaria maneja una premisa clara: "Hay que dejar que los chicos se diviertan, pero hacerlo cuidando que no corran riesgo y en esta tarea nos debemos involucrar todos".

 

"Es necesario un mayor compromiso de los padres, tiene que saber en dónde y qué están haciendo sus hijos, que son menores y que pueden estar expuestos a algunos riesgos", aseguró.

 

La oficial dejó en claro que los jóvenes cada vez tienen más formas de diversiones y que constantemente se dan nuevas instancias para salir y que en este contexto todas las partes se tienen que esforzar para contenerlos. "Demos un ejemplo, en una fiesta los padres deben acompañar a los chicos para saber si ingresan o conocer el lugar en donde se realiza una fiesta, los organizadores deben aportar todos los elementos para que estén seguros, no fomentar el consumo de alcohol y mucho menos venderlo y los organismos del gobierno tienen que hacer cumplir todas las reglas", relató.

 

Bustos explicó que esto, que parece una obviedad muchas veces en solo una noche se puede ver locales colapsados, con chicos que llegan solos y en estado de ebriedad y que no tienen la contención dentro del salón de fiestas.

 

"Hay que generar algunas soluciones para que se pueda contactar rápidamente al padre de un chico alcoholizado ya que sacarlos a la calle o pedirle que lo cuiden los amigos incrementa los peligros", aseguró.

 

Explicó que las modalidades van cambiando y citó por ejemplo la realización de las fiestas de "pre-promo".

 

"Los chicos que están a uno o dos años de terminar deciden juntarse y celebrar, tienen 15 o 16 años y se reúnen con otros jóvenes de su misma edad, por lo que hay que poner un fuerte acento en la prevención, en evitar que ellos u  otros los dañen".

 

En medio de la charla, hizo referencia del Último Primer Día. "No tenemos que llegar a una situación como la que se dio en Santiago del Estero", aseguró. Este año, en esa ciudad, la Policía se vio obligada a ingresar a un colegio cuando cerca de 100 alumnos ingresaron totalmente borrachos.

 

La noticia que publicó el diario El Liberal indicó que los chicos fueron sorprendidos con varias botellas de vodka y fernet, cajas de vino, jugo, gaseosas y energizantes.

 

Un tema tratado

 

En agosto de 2017, El Diario de la República atendió la problemática del consumo de alcohol entre los menores y arribó a la conclusión, luego de consultar a las fuentes, que los chicos toman cada vez más y a menor edad.

 

Se publicó un informe especial que expresaba que según un estudio de la Secretaría de Programación para la Prevención de Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) el consumo de alcohol en chicos de entre 12 y 15 años se duplicó (aumentó un 92,6 por ciento).

 

Además se reflejó que la estadística iba acompañada de accidentes, embarazos no deseados y  disturbios que crecen en cada final de boliche.

 

¿Por qué el chico toma?, preguntó este medio. Generalmente por curiosidad, fue la primera respuesta. ¿Y por qué siguió, después?, fue el siguiente cuestionamiento.

 

"Las razones son más inconscientes que conscientes. Te van a decir, porque me gustó. Hay que escarbar. Descifrar que hay detrás de todo eso”, contestó Rafael Díaz Guiñazú, psicólogo y director terapéutico de la Fundación de Acción Social (FAS).

 

María José Pérez, otra especialista en este momento dijo que el problema principal es que el alcohol es un fenómeno cultural del país, que sirve tanto para superar una situación de estrés o tristeza, como para conmemorar una celebración, o divertirse. A esto se suma una modificación de conducta, que es que los jóvenes buscan beber todo lo que puedan para emborracharse".

 

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