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La historia de un ícono

El hombrecito italiano marcó un precedente al protagonizar el primer videojuego creado por un diseñador. De allí en adelante, y a lo largo de 36 años, supo reinventarse y liderar la industria.

Por redacción
| 19 de marzo de 2018

No existe en la historia de los videojuegos un personaje más icónico que Mario. Hoy en día no sólo es la mascota de Nintendo, sino que representa a los videojuegos y al concepto de diversión, llegado a tal punto que protagonizó, el año pasado, el video promocional de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

 

Pero Mario se dedica a reescribir la historia desde hace más de 36 años. Antes de obtener su nombre, este pequeño hombrecito con descendencia italiana era conocido como Jumpman (hombre saltarín) en su debut en Donkey Kong, juego Arcade diseñado por Shigeru Miyamoto que revolucionó la época con su diseño simple (4 tipos de pantalla con dificultad ascendente) y se tornó adictivo. Pero también sentaron una base para la filosofía del juego moderno: en Donkey Kong primero diseñaron los personajes (un triángulo amoroso basado en Popeye, villano/damisela/héroe) y es uno de los primeros juegos creados por un diseñador. Hasta entonces los videojuegos eran diseñados por programadores, no por artistas, como el propio Miyamoto explica: “Yo era un artista, hacía dibujos, no había diseñadores haciendo videojuegos”.

 

No sería la primera vez que Miyamoto iba a contramano de la industria; su obra y luego la filosofía de Nintendo sería la innovación, la rebeldía. Para cuando Super Mario Bros, conocido en nuestro país como “el Mario” se publicara, este juego salvaría a la industria en su época más oscura.

 

En el año 1986 se dio una de las mayores crisis en la industria de videojuegos, existía una enorme cantidad de consolas, cada empresa de juguetes quería lanzar la propia, el mercado estaba inundado de periféricos, y la publicidad descarada y los productos de baja calidad comenzaron a producir una desconfianza enorme en los consumidores. En ese año, Nintendo lanza su primera consola de mesa, la NES (Nintendo Entertainment System), popularizada en Argentina como “la family” y con ella dos juegos que revolucionaron el mundo, The Legend of Zelda y Super Mario Bros. Este último prácticamente creó el género plataformero y, mientras lo hacía, resolvió un problema que sigue molestando a los diseñadores hasta el día de hoy: el tutorial. Super Mario posee quizás el primer nivel más icónico de la historia de los videojuegos, un nivel simple que enseña todas las reglas del juego sin decir una palabra. Mario comienza en la esquina izquierda, lo que da la pauta de movimiento hacia la derecha, se encuentra con un enemigo (hay que saltar para evitarlo o matarlo), introduce los bloques de signo de pregunta que producen curiosidad (saltando se activan) y presenta el famoso hongo de crecimiento en un lugar donde es casi imposible de esquivar. Si Mario muere, regresa al principio, casi sin castigo para el jugador.

 

Este es un diseño magistral que en pocos segundos transmite todas las reglas del juego al jugador, le permite explorar en un entorno seguro y produce un sentimiento de satisfacción al poder conquistar ese pequeño tramo, todo sin utilizar una sola línea de texto.

 

Las siguientes entregas de la saga expanden la experiencia y las ideas del juego original, llegando a incluir pequeñas mejoras como un mapa del mundo (Super Mario World) pero la verdadera nueva revolución llegaría con Super Mario 64.

 

En 1996 Nintendo lanza Nintendo 64, tercera consola de mesa en su familia y aunque no logró los niveles de ventas de sus predecesoras, opacada por la llegada de PSX, es considerada al día de hoy un éxito. Con el lanzamiento de N64 llegó Super Mario 64, el juego marcaría el rumbo de la industria por los próximos 10 años. No es el primer juego completamente en 3D, tampoco es el primer plataformero en 3D, pero es el primer juego que logra pulir la fórmula de manera magistral. Mario se mueve por primera vez en 360°, todo el mundo está construido en 3 dimensiones y la estructura general del juego inventa el género “colectatón”. Este tipo de juegos de plataforma se basan en encontrar una cantidad de objetos que permiten explorar nuevas zonas, el objetivo final es poder acceder a todos los niveles y derrotar al jefe final, un objetivo más profundo es coleccionar absolutamente todos los objetos del juego. Este tipo de juegos dominaron la escena con personajes como Crash Bandicoot, Banjo y Kazooie, Spiro o Donkey Kong, llamadas con los años las “mascotas”.

 

El fracaso de ventas de Nintendo Gamecube, sucesora de N64 y el estancamiento del género en los años siguientes, llevaron a Nintendo a probar nuevos caminos, intentar volver a innovar. En 2006 sale a la venta Nintendo Wii, a la fecha la 5ta consola más vendida de la historia con 100 millones de unidades (superada por dos consolas portátiles de Nintendo, Gameboy y DS y por dos de Sony, PSX y PS2). Un año después Nintendo lanza Super Mario Galaxy, otro cambio completo de género para nuestro personaje.

 

Nintendo Wii debe gran parte de su existencia a la popularización de los controles por movimiento. El famoso “Wiimote” es un control único, ya que incorpora sensores de movimiento, acelerómetro y posibilidad de utilizarse como puntero, su versión Plus cuenta con un giroscopio. Esta tecnología permitió a Nintendo jugar con los espacios y la noción de movimiento en los juegos. Super Mario Galaxy aprovecha esta capacidad, introduciendo movimientos jamás pensados antes, construidos a través de cambios gravitacionales de diferentes escalas.

 

Además, este juego modifica el estilo “colectatón” a un estilo lineal, con pequeños niveles con una recompensa final, en cambio de grandes áreas llenas de objetos y secretos. Mario Galaxy marcaría el rumbo de la saga por otros 10 años.

 

A esta altura de su historia, con 30 años en sus espaldas, Mario había dejado de ser la mascota de Nintendo y comenzaba a convertirse en un ícono de la industria en sí mismo. Hoy en día, Mario ha participado en más de 250 juegos, tiene el récord a la saga de videojuegos más vendida de la historia con 55 millones de unidades (superado sólo por Wii Sport que venía de regalo junto con Nintendo Wii).

 

Con semejante historia no es sorpresa que Super Mario Odyssey, último título de la saga, sea una celebración de este personaje. Por un lado, Mario vuelve al estilo “colectatón”, con mundos abiertos llenos de secretos, misiones y desafíos para completar. Pero cada rincón de este mundo es una mezcla entre lo nuevo y lo clásico. Se incluye una enorme cantidad de nuevos personajes, regresan grandes clásicos, la historia retoma a sus raíces más profundas pero con una vuelta de tuerca novedosa: Bowser vuelve a secuestrar a la princesa Peach para casarse con ella.

 

Cada traje, cada enemigo, cada pieza musical es un homenaje a Mario y a su historia, el juego además es una odisea en toda su gloria, llevando a Mario por todo el mundo para rescatar a su princesa, con una escena final que es una carta de amor a los fans de la saga.

 

Pero el punto más innovador de Super Mario Odyssey es la inclusión de Cappy, un fantasma que dará vida a nuestro sombrero e introduce dos mecánicas que cambian completamente la noción de movimiento del juego. Por un lado, capturar enemigos nos permite “transformarnos” en una variedad de personajes y objetos que poseen sus propias habilidades y maneras de desplazarse por el mapa. Pero quizá el cambio más sutil y profundo es poder lanzar el sombrero (y saltar sobre él), lo que da la posibilidad de trucos y desplazamientos nunca antes vistos, Mario salta como jamás lo hizo y permite una libertad nunca antes pensada.

 

Nintendo ha vuelto a la escena con su última consola, Nintendo Switch, y está tomando al mundo por sorpresa con la resurrección de sus sagas más icónicas.

 

Nota: Branko Aime

 

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