Cuidar la naturaleza, para cuidar el agua

La tradicional “confianza” en los ríos caudalosos y acuíferos gigantes se desplomó en muchas partes del mundo, ante la expansión de las crisis hídricas, tras prolongadas e intensas sequías ocurridas en la última década.

Los recursos hídricos, entendidos como el agua en el suelo y subsuelo, no se sostienen si los estiajes se prolongan más que lo usual durante algunos años, como se comprobó en varias partes de Brasil y de otros países de todos los continentes, entre ellos India, Sudáfrica y Australia.

Brasilia, que recibió el octavo Foro Mundial del Agua (FMA-8), es un ejemplo típico, porque no se imaginaba que la capital brasileña, apodada Cuna de las Aguas por tener nacientes de tres grandes cuencas, debiera soportar un racionamiento de agua desde inicio de 2017 y sólo ahora en vías de terminar por la vuelta de buenas lluvias. El gran crecimiento de la población, escasas inversiones en infraestructura y tres años de lluvias por debajo del promedio histórico resultaron la crisis hídrica.

La lluvia es la principal fuente del agua dulce, a veces se ignora la humedad del aire, porque los ojos no la ven. Es vital mantener las lluvias y para eso son indispensables las forestaciones, que ayudan a que la humedad del mar alcance el interior del continente. El agua del océano no viajaría 2.500 o 3.000 kilómetros para producir las lluvias que permiten las cosechas.

Las soluciones naturales son la respuesta a muchos problemas relacionados con el agua, como sequías e inundaciones que se van alternando con frecuencia creciente en todas partes y la contaminación, propone ONU Agua.

“No reinventar la rueda” para lidiar con eventos climáticos extremos, es la consigna. Hay que fortalecer las infraestructuras naturales, como los manglares y otros ecosistemas que ayudan a ablandar impactos de huracanes y excesos de lluvia. Sin bosques en los manantiales y acuíferos, menos agua. Así de sencillo.

Para convivir con las sequías, los especialistas recomendaron aprender junto a los habitantes de la región semiárida del nordeste brasileño, con sus cisternas para captar y almacenar agua de lluvia, soportando así los meses de estiaje.

Durante una sequía que desde 2012 se prolongó por seis años, en la ecorregión del semiárido no se registraron las invasiones de ciudades, los saqueos del comercio o la fuga masiva en emigraciones hacia el sur, ocurridas en sequías menos graves.

Mucho se debe a los programas sociales, como la Beca-familia y pensiones a trabajadores y personas discapacitadas, pero también a más de un millón de cisternas construidas principalmente la Articulación del Semiárido, un movimiento de unas 3.000 organizaciones sociales, por y para familias rurales, las más vulnerables a las sequías.

Otro ejemplo de soluciones basadas en la naturaleza es el Programa Cultivando Agua Buena, por el que se plantaron 23 millones de árboles, reconstituyendo 1.322 kilómetros de bosques ribereños, y 30.000 hectáreas de suelo recibieron cuidados de conservación, en el lado brasileño.

La clave fue adoptar la gestión de cuencas hidrográficas, con acciones integradas en todos los frentes, no sólo recuperación de nacientes y puntos de recarga de aguas subterráneas. La reforestación sin conservación del suelo, poco resultaría. Es también necesaria la participación social, la educación y una agricultura que no deteriore el suelo.

Preservar la naturaleza y usar racionalmente los recursos que ella proporciona, cambiar la relación del ser humano con la naturaleza, es la lección. Cuidar la naturaleza, es cuidar el agua.

Es la respuesta a numerosas tragedias mundiales: cerca de 700 millones de personas sin acceso al agua en el mundo, 2.000 millones bebiendo agua contaminada, 3.500 millones sin saneamiento, mil niños muertos al día por mala calidad del agua y los pronósticos de que la situación se agrave en el futuro.