14°SAN LUIS - Miércoles 24 de Abril de 2024

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Los efectos de la sequía impactarán en toda la economía

En las últimas semanas, la profundización de la seca que afecta a gran parte de la zona productiva argentina motivó diferentes especulaciones respecto de las potenciales pérdidas que implicará esta cuestión climática, que impacta en dos de los cultivos más importantes de nuestro país como son el maíz y la soja.

 

Está claro que hasta que la cosecha no termine, la disparidad en el estado de los cultivos limita la realización de cálculos certeros. A nivel oficial, y hasta el momento de la redacción de esta columna, no se habían difundido cifras, por cuanto a criterio de las autoridades la gravedad de la situación requiere prudencia.

 

Sin embargo, el mercado sigue funcionando y éste es un dato clave para el comportamiento de los precios. De allí la importancia que tiene que los organismos oficiales brinden una evaluación que ponga fin a las diferentes especulaciones con las que se está manejando el sector privado, ya que las diferencias en muchos casos son importantes.

 

Pero además de lo señalado, mucho se está hablando de las pérdidas económicas que esta coyuntura tendrá para el conjunto de la economía nacional. En este sentido, tal como lo hemos señalado en comentarios anteriores, dependiendo de la magnitud de las pérdidas, a nivel de ingresos globales del país en concepto de exportaciones es posible que gran parte de los potenciales quebrantos se compensen con el aumento de precios. Lo mismo puede decirse del ingreso por retenciones. Sin embargo, al productor que ha perdido toda posibilidad de cosecha no hay precio que le compense ese problema, y a la luz de los últimos anuncios oficiales tampoco habrá ayuda importante del Estado.

 

En este sentido hay que tener en cuenta que esa pérdida individual de miles de productores castigados por la seca tiene consecuencias directas sobre diferentes aspectos de la vida diaria de los pueblos y ciudades que componen el país, ya que también impacta en muchas de las actividades directamente o indirectamente vinculadas al campo.

 

En este sentido, uno de los trabajos más elaborados, en el cual se contemplan prácticamente todos estos aspectos, es el realizado por Emilce Terre, economista de la Bolsa de Comercio de Rosario, cuyos datos más relevantes mencionamos a continuación. 

 

De acuerdo con el trabajo de Terre, el costo de la sequía para la economía argentina, por lo que está afectando a las cosechas de soja y maíz 2017/18, ya supera los US$4.600 millones cuando se consideran no sólo las pérdidas directas del sector productivo, sino también la caída en la actividad de sectores conexos, como son el transporte, las industrias de maquinarias, la construcción y otros rubros anexos. Esta cifra representa un 0,7% del Producto Bruto Interno (PBI) que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó en febrero para la República Argentina en el año 2018, valuado en US$639.000 millones.

 

Desglosando este número, hay US$1.550 millones que se imputan en forma directa al sector productivo, y que se componen tanto de la menor rentabilidad que obtendrá de las hectáreas que logren cosecharse de soja y maíz, como de la pérdida por insumos aplicados a superficie que, habiéndose sembrado, no se terminaría cosechando. También por el costo de oportunidad en las hectáreas que no lograron sembrarse ante la falta de condiciones adecuadas.

 

A su vez los menores ingresos de los productores que trabajan a lo largo y a lo ancho del país redundarán en una menor masa de recursos hacia el resto de la economía, lo cual se traduce en una pérdida de ingreso nacional adicional de US$3.100 millones, una vez que consideramos el efecto multiplicador del gasto sobre la actividad económica nacional en su conjunto.
 
1- Pérdidas directas para los productores agropecuarios
La suba de precios a cosecha no ha logrado compensar la menor producción del sector agrícola en su conjunto, redundando en una pérdida de ingresos respecto de las expectativas con las que se encaró la siembra 2017/18. El precio de la soja a cosecha en Matba (Mercado a Término de Buenos Aires) ha aumentado un 15% desde el momento en que el productor tomó la decisión de sembrar, en tanto que el maíz subió un 20% (aunque hay que tener en cuenta que el dinamismo del mercado modifica a diario esta ecuación). Sin embargo, el promedio nacional de rindes está proyectado un 20% por debajo de las estimaciones iniciales de la campaña para la oleaginosa y un 25% abajo en el caso del maíz. Así, a pesar que las erogaciones del sector productor resultan menores en algunos rubros como fletes (ya que se transporta menos mercadería) o servicios de cosecha (ya que aumentó la superficie perdida), esto no es suficiente para revertir la caída en los márgenes que significa la disminuida productividad. La rentabilidad neta esperada merma en todos los casos. 

 

Para la soja, un productor con campo propio puede estar obteniendo, en promedio, US$22 menos por hectárea sembrada, en tanto que en campo alquilado la caída alcanza los US$81/ha. Para el maíz, la caída del margen neto asciende a US$38 y US$97/ha, respectivamente. 
En el cómputo global de las pérdidas para el sector productor se asume que el 50% de la producción se realiza bajo arrendamiento y el 50% en campo propio, a la hora de computar las pérdidas por cada hectárea que va a cosechar el hombre de campo en las actuales condiciones. Por este concepto, las pérdidas ascienden a US$880 millones para la soja y US$360 millones para el maíz. La diferencia se explica por la mayor cantidad de superficie que abarca la oleaginosa y con una sequía con un amplio nivel de cobertura. Así, las pérdidas del sector productivo en hectáreas cosechadas suman entre ambos US$1.240 millones.

 

Por otro lado, deben computarse las hectáreas que, habiendo sido sembradas, no podrán cosecharse como consecuencia de la sequía, que se estima en 1,2 millón de hectáreas. Para la oleaginosa además se computa como pérdida el 50% del costo de insumos, siembra y pulverización, mientras que al cereal se le computa el 80%, ya que en este caso son mayores proporcionalmente las erogaciones que deben hacerse al inicio del ciclo productivo. Así, por este concepto el sector productivo en su conjunto estará perdiendo otros US$220 millones.

 

Finalmente, se imputa el costo de oportunidad sobre las hectáreas que formaban parte de las intenciones de siembra pero que, por falta de humedad en los suelos, quedaron fuera del ciclo productivo. Esto afecta mayormente a la soja, sumando una pérdida de US$90 millones. 

 

En suma, por los tres conceptos se arriba a la pérdida total del sector productivo de US$1.550 millones estimadas como consecuencia de la sequía que azota al campo argentino y que ha dejado a grandes superficies expuestas a la falta de humedad necesaria para potenciar el rinde de los granos en su período crítico.

 

2- Algunas consideraciones sobre el impacto económico indirecto e inducido sobe la actividad económica nacional 
Independientemente de las pérdidas que terminarán sufriendo los productores agrícolas por la reducción en sus márgenes brutos y netos, la sequía también representa cuantiosas pérdidas para el conjunto del sector agroalimentario y agroindustrial y, por ende, para la economía nacional debido a los impactos económicos negativos, sean directos, indirectos o inducidos. 

 

Menos producción, caída en las exportaciones y menor gasto de los productores significará en última instancia que no se efectivicen numerosas operaciones de compraventa, comerciales, financieras y de servicios. Los productores gastarán menos en la economía nacional e invertirán menos en equipamiento, máquinas y/o rodados. Es probable que en las próximas campañas gasten menos en insumos, labores, cosecha, seguro, flete, gastos de comercialización, erogaciones por estructura y administración, lo que dependerá de la magnitud de las pérdidas ocasionadas por el fenómeno.

 

El que vende insumos o presta servicios de transporte camionero verá reducir su ingreso y entonces gastará menos en su actividad o en otros sectores de la economía. Lo mismo sucederá con el que vende una pick-up o una sembradora. En consecuencia, esta caída en el gasto de los productores se multiplicará en numerosas operaciones comerciales que dejarán de concretarse dentro de la economía del país, generando además una menor recaudación de impuestos nacionales (por ejemplo IVA), provinciales (Ingresos Brutos) y municipales (derecho de registro e inspección). 

 

Lo anterior se enmarca en lo que la teoría económica define como efecto multiplicador del gasto, o el conjunto de incrementos/reducciones que se producen en la Renta Nacional de un sistema económico (PBI) a consecuencia de un incremento/baja externo en el consumo, la inversión o el gasto público. En este caso, lamentablemente el efecto jugará en contra de la economía nacional, redundando en una caída del valor agregado de la economía argentina de US$4.650 millones, que surge de la aplicación de un multiplicador del gasto estimado para las cadenas de valor de la soja y el maíz.

 

Entre las actividades colindantes a la producción de granos más afectadas por la caída en la producción, y que explican el monto total de retracción de la actividad económica mencionado, se destacan: 

 

a) Producción de ganados y carnes.
b) Transporte / Flete.
c) Industria petrolera, estaciones de servicio del interior del país y demás eslabones que hacen a la comercialización de gasoil.
d) Maquinaria agrícola, equipamiento, pick-ups y rodados.
e) Ventas de insumos, prestadores de servicios de almacenaje y acondicionamiento, contratistas rurales.
f) Prestadores de servicios asociados a la mercadería exportada (despachantes de aduana, corredores, estibadores, independentsurveyors, laboratorios de calidad). Prestadores de servicios portuarios y/o a las embarcaciones (por derechos de entrada, faros y balizas y de uso de muelle, pilotaje y practicaje, remolcadores, peaje para el concesionario en la hidrovía Paraná-Paraguay, servicios de lancha por amarre y desamarre, supervisión, agentes marítimos, courier)
g) Cadena de pagos. Necesidad de financiamiento flexible.
h) Afectación de la calidad comercial de la soja para exportación como así también en la calidad de la semilla para la próxima campaña.
i) Otros efectos macroeconómicos.

 

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