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El humor que puede sanar

Por redacción
| 05 de marzo de 2018

En el 2015, en el momento más efervescente del debate surgido en Cataluña, por la intención del gobierno regional de independizarse de España, un grupo de personas impulsó la creación de una nueva región: Tabarnia, que, en caso de producirse la escisión catalana, agruparía a aquellos que estaban decididos a su vez a separarse de Cataluña y “volver” a España.

 

Fue una manera satírica de abordar un tema delicado, profundo y políticamente explosivo: Si Cataluña se separaba de España, Tabarnia se separaba de Cataluña. El humor absurdo, como una alternativa más que razonable, para hacer frente a una situación compleja.

 

A la hora de explicar desde la geopolítica la situación, el grupo argumentó en muy pocas líneas, la posición elegida: “Cataluña se compone de dos zonas claramente diferenciadas desde el punto de vista económico, lingüístico, identitario, poblacional y social. Una parte independentista y otra, entre otras cosas, constitucionalista: Tabarnia”.

 

Pero el humor, con el tiempo logró convertirse en una bandera reivindicatoria y popular, luego de las elecciones regionales del 21 de diciembre, que dieron mayoría absoluta a los independentistas, aunque sin disponer de mayoría de votos, y cuajó con su mensaje satírico en un segmento importante de esta región con 7,5 millones de habitantes.

 

“Tabarnia ha sido un despertar para mucha gente que durante años estuvo callada por miedo de ser tildada de traidor o de mal catalán por no querer la independencia” aseguró el portavoz de Plataforma por Tabarnia, Jaume Vives.

 

En la primera manifestación que organizaron llenaron el centro de Barcelona con banderas españolas y también las recientemente creadas para esta región, que ubican en las áreas metropolitanas de Tarragona y Barcelona, las zonas con menos arraigo del independentismo en comparación con las rurales Girona y Lleida.

 

“Estamos hartos, hartos del proceso independentista, de que una minoría nos lleve por el despeñadero”, afirmó Mari Carmen Guerrero, una administrativa de 33 años con una bandera de Tabarnia colgada del cuello.

 

“La independencia sería funesta para Cataluña”, dijo José Luis Cortés, un comerciante jubilado de 72 años que charlaba en perfecto catalán con un amigo. “Yo soy catalán, hablo catalán, pero no soy independentista. España no es una maravilla, pero no quiero la república catalana”, protestó. “Por desgracia, hay dos Cataluña, estamos rotos y queremos que el mundo se dé cuenta de que muchos catalanes no queremos la secesión”.

 

La protesta culminó en la céntrica plaza Sant Jaume, enfrente de la sede del gobierno regional controlado por el independentista Carles Puigdemont hasta el 27 de octubre, cuando fue cesado por el ejecutivo central español de Mariano Rajoy después de la fallida declaración de secesión del Parlamento catalán.

 

Desde una furgoneta, decorada con el lema “Se ha acabado la broma”, salió Jaume Vives y desde el techo gritó: “Pueblo de Tabarnia, hemos recuperado las calles de Barcelona”.

 

Este joven periodista, de espesa barba castaña, se dio a conocer en octubre con unos videos en Internet donde hacía sátira de los separatistas desde el balcón de su casa, al que declaró independiente del resto de la comunidad de vecinos.

 

Este espíritu satírico lo comparte Tabarnia, que tomó los argumentos del separatismo y los utiliza para sus propios propósitos: “La Cataluña rural vive de la Cataluña urbana, los dirigentes no escuchan la opinión de los ‘tabarneses’ o Tabarnia tiene derecho a un referéndum para quedarse en España.

 

La broma tomó fuerza, especialmente gracias a la promoción realizada en redes sociales por algunos partidos no independentistas como Ciudadanos, la formación más votada en los pasados comicios, o el Partido Popular de Rajoy.

 

Sus promotores han creado una bandera, un escudo, una moneda e incluso un gobierno de la ficticia región. E invistieron al dramaturgo antinacionalista catalán Albert Boadella como presidente en el exilio, en referencia irónica al ex presidente regional Carles Puigdemont, que quería gobernar desde Bélgica al estar perseguido por rebelión y sedición en España.El humor puede sanar. Tabarnia existe.

 

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