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Romper viejas costumbres en el manejo del maíz

Gabriel Espósito es profesor de la Universidad de Río Cuarto y llegó a un campo de La Cumbre invitado para dar una charla en la que intentó derribar los mitos que sobrevuelan sobre las formas de siembra y los controles en el desarrollo del cereal.

Por Magdalena Strongoli
| 15 de abril de 2018
Representantes de San Luis. Luis Balbiani hizo las veces de anfitrión al comienzo de la charla en el campo del productor Lorenzino.

No está dicha la última palabra. Todo lo conocido hasta acá en materia de cultivo de maíz va mutando y quien no se adapte, se quedará con lo conocido, que es lo mismo que retroceder. Ésa fue  la idea que vino a transmitir Gabriel Espósito, profesor de la Universidad de Río Cuarto, quien sostiene que hay pocos técnicos que conocen lo delicado que es el híbrido. Todo ocurrió en una de las dos charlas anuales que brinda TecnoPlant para sus clientes, en donde el semillero que tienen como proveedor, aprovecha para presentar sus materiales de última generación.    

 

Federico Balmaceda, representante de Nidera en la zona de San Luis y Río Cuarto, acompaña cada uno de esos encuentros, uno de verano y otro de invierno. "Es una demostración a campo para que los productores puedan ver en su zona cómo se comportan las semillas Nidera", explicó.

 

 

La firma realiza estudios en un campo de San Luis, ubicado en La Cumbre, sobre la ruta provincial Nº 30. Su dueño es anfitrión habitual de este tipo de encuentros.

 

 

La familia Lorenzino es la dueña de San Luis Feria y además tiene su campo en La Cumbre. Allí TecnoPlant realiza las pruebas que, según explicó Balmaceda, requieren de tiempo y de trabajo. "Estamos agradecidos con los dueños por el lugar. Las tareas de siembra y su posterior cuidado no son como los de cualquier otro lote. Se hacen cambios de placas y eso requiere del uso de los peones y maquinarias".

 

"En los distintos cuadros probamos híbridos de maíz con variables en las densidades de siembra y en la fertilización. También realizamos pruebas en soja", contó, y agregó que como siempre "el caballito de batalla en maíz para San Luis es el 7822, que está hace varios años en el mercado y aporta buen potencial con un grano semidentado, con un comportamiento de quebrado y de vuelco de excelente a muy bueno. En cuanto al perfil sanitario, se presenta tolerante principalmente al Tizón y a la Roya común", detalló.

 

El camino por la ruta provincial Nº 30 que desemboca, luego del paso por una barranca, en el ingreso a la Estancia La Juanita, estaba blando producto de la suave llovizna que había caído horas antes por la zona. Al llegar, la neblina tapaba las sierras que pueden verse cuando uno transita campo adentro. A pocos minutos de comenzar la charla, unos chubascos obligaron a los productores que se habían acercado a escuchar a refugiarse en una carpa que los organizadores habían preparado para proyectar imágenes.

 

Otro de los materiales que se mostraron en el campo del dueño de San Luis Feria fueron el 7761 y 7784. En ambos casos, Balmaceda explicó que han superado en materia de rendimiento al 7822. "El 7761 muestra altos potenciales de rendimiento. El material fue pensado para la siembra temprana", dijo sobre un producto con un grano semi- dentado, de baja altura y con excelente comportamiento en el caso de quebrado y vuelco. En lo que hace a sanidad, se presenta muy tolerante al Tizón, al virus MRCV y a la Roya común, según se observa en el catálogo de la marca.

 

"El 7784 está pensado para siembras tardías, pero con mejoras en los potenciales con respecto a lo que es el 7822, que de por sí anda muy bien en San Luis", explicó el vendedor de Nidera, sobre uno de la novedades de la campaña pasada. Los granos son de las mismas características de los de sus competidores. La planta es más alta que la 7822 y tiene excelente tolerancia al quebrado y al vuelco. La clasificación sanitaria es de tolerante al Tizón y a la Roya común.

 

La soja tuvo lo suyo, aunque la charla versó en cómo hacer un mejor maíz, una técnica que especialistas y productores consideran lo mismo que un chef con sus manjares, o sea que debe hacerse con recaudos, atención y dedicación. "En reemplazo de la 5009, una semilla de mucho uso en el semiárido, traemos la 4309 que aumenta el potencial de rendimiento y que se adapta muy bien, siempre y cuando se acople al ambiente con riego y bajos. La otra alternativa en soja es la 5018, que además de su alto potencial aumenta su rusticidad en relación a la antigua 5009", analizó.

 

"Ponemos el foco en lo que son las fechas de siembra, es lo que nos lleva a la investigación y el desarrollo para la mejora de las semillas. Además, otro punto sensible son las densidades, en las cuáles damos seguimiento a los productores para que esa variable no influya en el precio por hectárea", dijo, y aseguró que cada variedad requiere una cantidad de plantas por metro cuadrado y que también dependerá de la zona.

 

En la charla se trataron temas vinculados a la tecnología de los híbridos y las resistencias a herbicidas. "Trabajamos con la tecnología VT3 Pro CL que permite, para el control de insectos y malezas, utilizar un pre-emergente y glifosato", explicó sobre algunas inquietudes que surgieron de los productores.

 

Espósito es el responsable de la cátedra de Producción de Cereales de la Universidad de Río Cuarto. También está en Villa Mercedes, pero como profesor de posgrado. "Hacemos experimentos en todo el sur de Córdoba y en el este de San Luis. Ya he dado charlas con Nidera pero la propuesta de estar acá sirve para capacitar a técnicos y productores sobre manejo ecofisiológico y nutricional del maíz, que es cómo funcionan los tejidos en poblaciones de plantas. Sobre todo el cultivo de maíz, que es el que más compite por los recursos del suelo".

 

Espósito explicó por qué es el híbrido la parte más sensible a esta competencia: "La planta tiene el órgano que cosechamos, la espiga, relegada dentro suyo (siempre se encuentra a mitad de altura, arriba hay hojas, abajo también). La planta hormonalmente prioriza todo lo que está arriba de la espiga por sobre ésta. Es decir, la parte de mayor interés queda en segundo plano. Esa característica no la tiene ni la soja , ni el trigo, menos el sorgo o el girasol, donde son dominantes dentro de la planta", explicó sobre la importancia de ajustar las densidades de siembra, que varían de metro a metro en un mismo lote y de campaña a campaña.

 

La charla comenzó con lo que Espósito ya había anticipado a la revista El Campo, con el uso de las herramientas que proporcionan los datos climáticos para el manejo del cultivo y la diferencia entre los potenciales productivos que están alcanzando y lo que se podría mejorar a nivel regional. "Como en Rosario, van a sembrar maíz tardío", enfatizó el profesor, mientras un grupo de técnicos y productores se disponían escucharlo. El máximo productivo en maíz temprano es de 187 quintales por hectárea, determinado por las investigaciones que toman como parámetro el sur de Río Cuarto. Sin embargo, lo que allí se cosecha son 58 quintales. La brecha está en 130. La diferencia con San Luis sería igual o más alta", contó

 

"En la zona se hicieron 7.800 kilos según lo que estudiamos en la campaña 2006/2007. En ese momento prácticamente no se regó porque llovieron 800 milímetros durante el ciclo del cultivo. Eso es lo que me da la pauta de que esos números no se sostienen únicamente en el agua, sino que es preciso tener en cuenta otros factores", anticipó el experto en producción maicera.

 

"La eficiencia en el uso del agua con el aporte de las lluvias en lo que más impacta es en la fertilización. Cuando analizamos los fertilizantes utilizados en condiciones potenciales usamos cerca de 270 unidades de nitrógeno, 50 kilos de fósforo y azufre y un kilo y medio de zinc. Sin embargo los productores cordobeses usan 23 kilos de nitrógeno, 18 de fósforo, 17 de azufre y nada de zinc. Hay una diferencia entre lo que se hace en el campo y lo que trata de hacer un manejo potencial para alcanzar el techo de producción", dijo el técnico, quien empezaba a revelar el por qué de las brechas que existen en los rendimientos.

 

Basado en estudios de la misma zona, dio a conocer los potenciales rendimientos de maíz tardío, que son de quince toneladas por hectárea. "En años comunes, es decir ni buenos ni malos, los productores cosechan hasta nueve, lo que achica la brecha en relación al maíz temprano. Eso tiene una razón de ser. La diferencia es más chica porque las condiciones hídricas de las campañas anteriores fueron buenas para los tardíos, lo que hace que el suelo se mineralice mucho más y lo que da como resultado un cultivo mal fertilizado pero mejor nutrido por la temperatura de los suelos". Y agregó el hombre que vino a derribar mitos: "Tampoco es cierto que a un tardío hay que ponerle menos nutrientes".

 

 

Las investigaciones en el sur de Río Cuarto marcan que la diferencia del potencial productivo entre maíces tempranos y tardíos es de 36 quintales por hectárea.

 

 

"Con estos estudios podemos determinar la diferencia de rendimiento que existe en los maíces según su fecha de siembra. En términos potenciales, hablamos de una brecha de 36 quintales por hectárea. Es decir, el atraso en la siembra a diciembre lleva a perder, en Rosario por ejemplo, 40 quintales potenciales de producción", aseguró el especialista.         

 

En cuanto a la densidad de siembra, el profesor explicó que uno de los factores a tener en cuenta es la genética que se usa. Consideró que la marca que lo invitó a la charla es buena para usar menos plantas por metro cuadrado, aunque hay algunas plantas y espigas pequeñas. "No hay modelos agronómicos sólidos para tomar decisiones seguras a la hora de qué, cómo y cuándo sembrar. El que vamos a proponer hoy es en función del potencial productivo y de la producción por planta óptima por cada híbrido para ajustar la densidad". Pero eso no queda ahí. "Luego hay que ajustar la nutrición, sobre todo acá que hay distintas calidades de suelos por las lomas y bajos de la geografía de San Luis. De ahí la importancia de aplicar la agricultura de precisión", analizó, y contó que existen las tecnologías pero no los técnicos capacitados.  

 

"No hay que pensar en la agricultura de precisión en términos de rendimiento, sino más bien en el uso eficiente de los recursos, lo que impacta menos de forma negativa en el ambiente y tenemos resultados positivos en la economía del productor. Claro que algunas decisiones que se tomen, por ejemplo en la densidad de siembra, puede impactar en los rendimientos finales", contó el profesor del único curso de posgrado en agricultura de precisión.

 

 

 

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