Dicen que el tango recién fue aceptado por la sociedad porteña después que se pusiera de moda y se “adecentara” en los salones de París de principios de siglo pasado. A pesar de los años, la misma mecánica de ignorancia que muchas veces exhibe Buenos Aires por las cuestiones propias del país se reflejó de manera meridana con la “noticia” sobre la aparición del río Nuevo en San Luis.
Hace unos 10 días los principales medios capitalinos se hicieron eco de una nota difundida por el reconocido diario inglés "The Guardian" en su página web y así “descubrieron” la existencia de un curso que había aparecido “de la noche a la mañana” en el centro del país y que erosiona sin pausa campos y caminos.
El ahora célebre río Nuevo constituye en realidad todo un sistema de corrientes que proliferaron a lo largo de los últimos años y que afloran en la zona comprendida entre El Morro, La Punilla y Villa Mercedes.
Según los científicos, la multiplicación de los cursos obedece y se retroalimenta debido a dos causas principales: el notable incremento de las precipitaciones generado por el cambio climático y la utilización de técnicas de cultivo que agredieron y descuidaron la cobertura vegetal autóctona.
San Luis tomó nota inmediatamente del problema, y después de sopesar con especialistas cual era la mejor opción, emprendió hace casi dos años un agresivo plan de forestación para absorber toda la humedad posible de la cuenca. Incluso acaba de poner en marcha el nuevo "Plan Alfalfa", para ayudar a combatir los excesos hídricos. Sin embargo, fuera de las fronteras puntanas a muy pocos en ese momento pareció importarles el inusual fenómeno. Mucho menos las acciones de mitigación realizadas por el Gobierno.
Como con el tango, la “novedad” tuvo que llegar de Europa para ser conocida o, quizá más preocupante aún, para ser entendida.
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